Ha aparecido en las redes sociales un tema que pareciera novedoso pero no lo es.
A propósito de un comentario surgido en la plataforma X, se hablaba de la necesidad de cambiar la fisonomía de las personas para ajustarla a unas características mas acorde con una propuesta de cambio de gobierno.
El intento de hacer parecer un tipo fisonómico como no ajustado a un determinado sistema cultural, o mas sencillamente, no acorde con un gobierno, es el reflejo en las ideas de un sistema económico, social y político en el que los mas vistosos físicamente son aptos para la administración de recursos dentro del aparato estatal, obviando los conocimientos, habilidades y destrezas y contenido ideológico del individuo.
A través de la historia en Venezuela, las críticas a la fisonomía del venezolano fue una constante, sea que el comentario fuese emitido por blancos españoles, durante la colonia o a posteriori del proceso de independencia por los propios nativos del país.
La opinión es el reflejo en las ideas de la posición que ocupaba económica y/o políticamente el individuo, y busca el reforzamiento social, la identidad que le ofrece su entorno y el posible ascenso social dentro de la escala de valores imperantes en dicha sociedad.
Nunca los feos, mal hablados, andrajosos, desprovistos, e incluso esclavos, han denigrado de su aspecto, (si lo hicieron fue opinión impuesta, a fuerza de golpes y/o humillaciones), es natural la fisonomía entre iguales, ahora, ¿Quiénes si encontraban inarmónicos a las personas?, los propietarios, los banqueros, los administradores.
A lo que hay que llegar es a que los pre-juicios, tienen su origen en una cosmovisión de clases: los dueños, (sean de tierras, fabricas o capital), poseen su ideología de clase y por tanto; ella se refuerza y a su vez refuerza el modo de producción de la cual surge.
"Negro", "mono", "sucio", "andrajoso", "hediondo" siempre fueron usados a través de los tiempos para descalificar al pobre, al que trabaja, al que desde que aclara hasta que anochece se gana el sustento, sudando la gota gorda para alimentar a él y su familia.
Es ese devenir su vida; sus valores están orientados a otros derroteros: trabajar y mantenerse con vida para seguir trabajando.
El que denigra apariencia, devela racismo y odio de clases, y está lejos de ser una entidad social, y por el contrario lleva marcado con hierro candente su prejuicio de clase y su servidumbre a ella, si no es un propietario de medio de producción o de capital.
Simón Bolívar fue criticado por su apariencia, Antonio José de Sucre lo fue, Piar, Simón Rodríguez, y tantos otros; solo décadas después se comienza a reelaborar la imagen e imágenes de los próceres, para ajustarla a un ideal heroico posterior.
Actualmente, se quiere seguir imponiendo un fenotipo para que los sojuzgados, los negados, los pobres y feos vean la "diferencia" entre tener un físico "elogiable" a otro propio, no tan "digno" de ser reproducido y menos proyectado para actividades que no sean de labranza, fabril, u otra de baja estirpe y remuneración.
La estética, la armonía, la belleza deben ir atadas a valores éticos que definan no solo la beldad del individuo sino el contenido moral y la concreción de esa moral en su actividad diaria. ¿De que sirve un individuo bello si sus actos son dañinos para si mismo y para los otros? ¿Una persona atractiva es garantía de buena administración, de recta moral o solidaria con los demás?
El manejo de lo puramente estético solo sirve para seguir imponiendo un modelo social y cultural propio de la exclusión, del relegamiento y del refuerzo clasista en las relaciones sociales.
No olvidemos en su momento a los imperios europeos sobre África, Asia y América; al nazismo con su estética de exterminio ni al actual Israel, que con su apartheid sionista extermina todo un pueblo en aras de una supuesta predestinación religiosa.
La estética junto a la ética deben ser las palancas para un accionar solidario, de reconocimiento al prójimo y de valoración del acto en si mismo y de su beneficio hacia el otro.
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