"Karl Marx: "Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen." .

miércoles, 27 de mayo de 2009

¿Libertad de prensa? ¡Libertad de Imprenta!


Denny Ortuño

La polémica que hoy día se está gestando en Venezuela en torno a la “libertad de expresión”, presenta buena oportunidad para iniciar una verdadera discusión que nos permita contextualizar los elementos que rodean al concepto, el manejo de clase que se hace de él, durante las distintas fases del desarrollo social y el verdadero destino que debe tener la mencionada libertad.
La “libertad de expresión” y la “libertad de prensa” como derivados Gutenbergianos, no existían ni como concepto ni como derecho, porque de hecho estaban secuestrados por la religión cristiana de manera inhumana durante todo su tenebroso dominio político, económico y religioso en la Edad Media u Oscurantista, y aquellos que intentaban ejercerlo acababan con sus huesos hechos cenizas, previa tortura, humillación y escarnio de la persona. Durante los siglos XV y XVI y XVII, se inicia la ruptura de ese dominio absoluto y cruel del cristianismo bajo la forma del feudalismo, con el Iluminismo, Humanismo o más acertadamente denominado El Renacimiento, periodo en el cual el ser humano se reconoce como creador de conocimiento e inicia el proceso de investigación, descubrimiento, formulación de hipótesis y aplicación practica de las investigaciones acerca de los procesos espirituales, sociales y naturales, criminalizados en siglos pasados por la iglesia cristiana.
La “libertad de prensa” y/o la “libertad de expresión” se incorporan como nociones nuevas en la lucha que se estaba librando contra del régimen feudal del rey, el terrateniente y el clero.

La imprenta se instala como ariete de opinión, de una nueva clase que emergía, en donde los libres pensadores, prestamistas y comerciantes, hacían mella constante del poder, utilizando el ataque a la tradición, los dogmas, las leyes y de todo el proceso ideológico que sustentaba el modelo de producción económica y social del terrateniente civil y clerical.
En ese momento la opinión de esa clase emergente, que no es otra que la burguesía, se abría paso en los medios impresos, imponiéndose como la opinión de toda la sociedad que se manifestaba a favor de los cambios y de otorgar más beneficios jurídicos, políticos y económicos al comerciante, al prestamista.
La noción “libertad de prensa y de opinión”, se forjó como una herramienta de carácter reivindicativo, pero de uso preponderante de la burguesía emergente y mercantil, de hecho, estos fueron quienes se apoderaron de los medios y herramientas de imprenta, que en principio pertenecían al artesano, y que luego devendría en obrero asalariado, despojado de sus medios de producción.
Como corolario tenemos en primer lugar, que por el férreo control de la iglesia cristiana en todos los ámbitos de la sociedad, la opinión y su expresión, no eran de libre ejercicio ni eran considerados manifestaciones ineludibles del ser humano, ni imprescindibles para su desarrollo físico y sicológico, por el contrario eran fuertemente condenados y reprimidos y de uso exclusivo del poder feudal civil y religioso.
En segundo lugar, una vez que se ejerce el criterio en su forma de “libertad de opinión” y “libertad de prensa” se hace siguiendo unos intereses determinados, como instrumento de una clase para enfrentarse a otra, en el caso mencionado, de la burguesía emergente contra el modelo feudal.
En tercer término, esta “libertad de prensa” y “libertad de opinión” se convierten en rehenes de la burguesía, y solo bajo su mando se manifiestan, pero siempre atados a los grilletes que le robó al artesano (imprenta, papel, tintas, tipos, etc.); por último, el antiguo artesano que se inició como discípulo de Gutenberg, es convertido a la fuerza en asalariado, sin herramientas ni medios de producción y sin mas recursos para su pervivencia que su fuerza de trabajo.
Una vez que la burguesía se convierte en clase dominante, que tiene a su disposición todos los recursos de la sociedad para generar ganancias debe, por necesidad, mantener su predominio no solo ejerciendo el control y la represión por los medios materiales convencionales, sino también utilizando los medios de producción ideológica, como por ejemplo los medios impresos y audiovisuales.
Es pertinente señalar que la “libertad de expresión” es una actividad que actualmente esta consagrada como derecho humano, y siendo que es el ejercicio verbal o práctico del pensamiento, este se realiza cotidianamente desde la escuela, el trabajo, la comunidad, las artes, etc., pero que de forma similar a la Edad Media con el cristianismo, “la libertad de expresión” y “la libertad de prensa” en el capitalismo, es monopolizada su difusión por la clase que posee la propiedad de los medios de producción material y espiritual de la sociedad: los capitalistas, la burguesía.
La peculiaridad que presenta este dominio de la expresión del pensamiento, es que no solo es presa del monopolio, sino que es convertida en mercancía, y por eso susceptible de ser intercambiada por dinero. Como mercancía, es un producto hecho dentro de los parámetros de la empresa privada capitalista y simultáneamente, mercadeada para su consumo por el resto de la población.
Recordemos que una vez que los medios y herramientas pasan de manos del artesano a manos del burgués, este se hace dueño también de lo producido, en forma de opinión, de noticias, de ideas que recrean y gobiernan el mundo, a través de la prensa, los libros, el panfleto y que con el devenir del tiempo su dominio opinático, hegemónico y mundial se irá consolidando con el desarrollo delos medios radio eléctricos, a través de la tv, la radio y los satélites.
La burguesía fiel a su proceder de presentar como general sus intereses particulares, levanta como bandera sus ideas, las cuales son expuestas por diferentes actores, a los que se les ha comprado la voz y la pluma, para que siembren en la población ideas que por su origen e intereses son propias de la burguesía.
La “libertad de expresión” como difusión de las ideas, es un derecho para la burguesía pero un mito para el resto de la población. La imprenta supuso la masificación de las ideas, en periódicos, libros, proclamas, propaganda; la burguesía naciente al apropiarse de los mecanismos de impresión, de lo publicado en ellos y al mismo tiempo de quienes escribían, construye su “libertad de expresión”, relegando a un plano muy insignificante, ideas y opiniones que no reflejen los intereses de esa clase. Actualmente, los dueños del conjunto conformado por los medios impresos, los radioeléctricos y los empleados, siguen siendo los capitalistas; “la opinión” emitida por esos medios, tiene, evidentemente, su sello de clase.
Una segunda conclusión que se desprende de esta reflexión es que mientras “la libertad de expresión” y la “libertad de prensa” estén supeditadas a la propiedad de los medios y de los empleados, van a estar marcadas a sangre y fuego por el interés de clase de los capitalistas, cualquier otro actor social, lejos de manifestar su propia concepción del mundo, se convertirá obligatoriamente, en portavoz de la opinión del burgués.
Se puede aducir, que existen medios alternativos como pequeños grupos organizados o como información alternativa del Estado a los consorcios de la prensa, para presentar la “otra cara” de la opinión, pero estos medios se encuentran en desventaja, por la prevalencia de la opinión privada dentro del ámbito local y mundial; ya que los empresarios opinaticos, mantienen vínculos internacionales con sus iguales o hacen “rodar la información” a través de los propios conglomerados que tienen radicados en distintos países. La información, bajo este panorama es alternativa, por lo cual su elección no siempre es de obligatoria consulta, quedando relegada la decisión a la perspicacia de quienes buscan la verdadera opinión e información de los hechos.
Hablar de “libertad de expresión” como condición necesaria para permitir a la población el difundir y conocer sus opiniones e ideas, es tan lógico como proclamar a los cuatro vientos la libertad de los esclavos, sin acabar con el sistema que sustenta la esclavitud, sin acabar con el modo de producción esclavista, sin acabar con los terratenientes, la propiedad privada esclavista, el comercio de seres humanos, las leyes esclavistas y la sujeción del individuo. Necesario es erradicar las causas que confinan la “libertad de expresión”, “la libertad de prensa” al ámbito burgués; no hay otro modo que proclamar para toda la población la “libertad de imprenta” entendiéndose esta, como la propiedad que debe ejercer el conjunto de la sociedad, sobre los medios impresos y radioeléctricos; liberar la opinión, la prensa de la parcela privada en que la tiene encerrada el burgués, para su uso exclusivo.
Para terminar debemos afirmar contundentemente, que el ejercicio pleno de la “libertad de expresión”, de la “libertad de prensa” solo se desarrollaría al poner al servicio del conjunto del pueblo, la propiedad de los medios de comunicación, proclamar como derecho más que la “libertad de prensa” la “Libertad de imprenta”.


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