"Karl Marx: "Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen." .

martes, 28 de agosto de 2012

Víctima del sionismo en Palestina: Rachel Corrie. 1979-2003

Biografía de Rachel Corrie
(fuente: Let Me Stand Alone, the journals of RachelCorrie) 
Rachel nació el 10 de abril de 1979, en Olympia, Washington. Era la menor de tres hermanos. Creció en una casa pequeña, enclavada en un lugar idílico rodeado de bosques y montañas. En los dos acres familiares podían verse moras, gallinas, árboles frutales y una huerta.
Lo que sería para Rachel uno de sus medios de expresión mas amados, la escritura, la albergó también desde muy pequeña, al igual que su hermoso paisaje natal. Recuerda Craig Corrie, su padre:
"Desde su primera infancia Rachel estuvo inmersa en palabras: rimas, cuentos, canciones. Recuerdo estar escuchando cada noche cómo Cindy la sostenía cantando un torrente de nanas mientras la mecía para que se durmiera. Rachel era nuestro tercer hijo, nuestro bebé; y a poco que ella entró en nuestras vidas, entendimos la necesidad de amar cada momento. ¡…! Los días invernales encontrarían a Rachel y a su madre abrazadas juntas debajo de la manta, delante del fuego, leyendo durante horas.”
Otro de los canales de expresión que Rachel transitaba con igual pasión era el dibujo. Podía pasarse largos ratos dibujando en el piso, pero esto no le impedía unirse a la conversación familiar.
Su educación preescolar la llevaría a una escuela rural llamada Westside Cooperative Preeschool, rodeada por los maravillosos paisajes de la zona, con el belleza agregada que suponía su cercanía al mar. Sin embargo, de su escuela preescolar, lo que Rachel más amaba era el cuarto de lectura. Agrupada con sus compañeros, escuchaban los cuentos que les leían los maestros o algunos padres. Rachel se disfrazaba con cuanto elemento estuviera a su alcance (quizás un vestido ondulante y un gran sombrero) y dramatizaba los cuentos que acababa de oír.
Con 15 años de edad, así reflexiono Rachel sobre sus dos pasiones:
“He estado escribiendo desde que tengo memoria. Alimentada por los libros que mis padres me leían en voz alta cuando era pequeña, mi imaginación fantaseaba que yo era un pájaro, o una princesa en apuros, o un hada, y escribía narraciones sobre lo que hacía. Ese comienzo se desarrolló en historias dictadas a mi familia y mis maestros hasta que aprendía a escribir bien por mí misma. Por otra parte, siempre tuve amor por el dibujo. Nunca estuve segura sobre qué hobby me apasionaba más. Ahora, mientras escribo, me doy cuenta de que no amo mis dibujos si no me imagino una historia sobre lo que estoy dibujando. Ambas pasiones vienen de mi necesidad de capturar lo que veo sin destruirlo, de clarificar las imágenes y hacerlas mías, y de expresar al mundo el amor que siento por las cosas que percibo.” 
Rachel tuvo el inmenso privilegio de asistir a una escuela primaria muy poco tradicional: el Olympic School. En esa escuela existía un programa educativo opcional que convertía los métodos educativos en experiencias activas, superando la concepción tradicional que entiende a los alumnos como meros receptores de conocimientos y normas. El Option Program procuraba inclusive sacar a los niños de las aulas y llevarlos hacia los lugares donde sucedía aquello que se estaba analizando. De esta manera, Rachel junto a sus compañeros de 5to grado pasaron una semana recorriendo la península de Olympia. En esos 5 días, Rachel durmió en el piso de un gimnasio, aprendió sobre el Bosque Nacional de Olympia con un empleado del Departamento de Recursos Naturales, caminó entre árboles gigantes en el Bosque Hoh Rain, e investigó por su cuenta cada pulgada cuadrada de tierra, en procura de descubrir toda la vida que había dentro de ella. El resultado fue un encendido interés por la historia de su comunidad, comenzando por los antiguos ocupantes de esas tierras, la tribu Squiaitl.
También en ese 5to grado, y a raíz de que el programa de estudios incluía el análisis de la problemática del hambre en el mundo, participó en la organización de una conferencia de prensa en la capital del estado en apoyo del Reporte del Estado de los Niños en el Mundo 1989 de UNICEF. Existe un video donde se ve a una Rachel de 10 años recitar un bello y elocuente poema que llama la atención sobre los niños que mueren cada año por problemas perfectamente evitables. Su espíritu activista despertó con fuerza, llegando hasta dirigir una huelga de estudiantes durante el almuerzo, con la simpatía de los maestros, pidiendo clases más cortas, al tiempo que contactaba al periódico local atendiendo para que cubriera la noticia. La conciencia sobre la importancia del rol de los medios de comunicación también fue rápidamente entendida por Rachel.
Así, en contacto con el pulso vital de las cosas y la gente, Rachel maduró rápido. En los primeros años de la década del 90, la Operación Tormenta del Desierto le disparó sus primeras reflexiones sobre la guerra y la muerte. Era la primera vez que veía a su país en una guerra que librada muy lejos, y no seria la ultima. No obstante, la lejanía no la insensibilizaba, porque ya había comenzado a ver el mundo:
Hay una tormenta que se levanta negra sobre las colinas. Los cuerpos carbonizados de los soldados enterrados allí se levantan y marchan contra la luz del sol que retrocede. Rojo incandescente el horizonte, como sangre de un hombre joven. Orgullosos hombres, ojos que no parpadean. Reflejos del fuego que ilumina la oscuridad sobre otro horizonte. Rodillas altas, cabezas altas. Aire vacío entre las manos donde debería haber armas robadas. Ecos de disparos. Ellos ignoran las brillantes cruces blancas, banderas de la muerte. Ellos enarbolan sus propias banderas altas en el cielo, para flamear y agitarse contra las oscuras nubes de tormenta.
Por supuesto, también se dedicaba analizar las complejidades y las perdidas de ese difícil estado de transición entre la niñez y la vida adulta llamado adolescencia, desarrollando una veta novedosa en su escritura: el humor y la ironía.  
Primavera 1997
Mi nombre es Rachel y estoy aquí para enseñarte a hablar a los adolescentes. Estoy aquí para enseñarle a dejar su lenguaje adulto y a hablar el de los teens, así podrás engañarnos haciéndonos creer que nos entiendes y luego, curar nuestras pobres penas.
 La única manera de hablarle a un adolescente. Una guía paso a paso.  
1. un adolescente usa montones de palabras hip, beat, y cool… como “jive” y cheese funk.
2. tenga en cuenta que los adolescentes son mucho, mucho más jóvenes que usted, y no tienen experiencia en la vida como para entender nada de o que usted les dice.
3. siempre que parezcan irritados, alborozados o confundidos, pregúnteles si están usando drogas, que casi siempre es la causa de las emociones extremas de los adolescentes.
4. Asegúrese de que sepan que Jesús es la respuesta.
5. cuídese de la violenta, predatoria naturaleza que siempre está influenciando a todos los adolescentes… siempre esté con su guardaespaldas.
6. y cuando, por su inmadurez y corrupción, ninguna de las primeras cinco respuestas lo ayude, tome su bastón, golpéelos en la cabeza y arrástrelos de vuelta a la cueva donde pertenecen.  
La única manera de hablarle a un adulto. Una guía paso a paso.  
1. siempre es mejor que los adultos griten blasfemias a que no hablen en absoluto.
2. si han pasado los 45, están casi muertos de todas maneras, por lo tanto, no hay punto de inicio de conversación ni conexión.
3. de vez en cuando, sólo para molestar, sal del baño y aspira dos veces tambaleándote un poco, y limpia tu nariz. Así, ellos se volverán locos y creerán que estás tomando cocaína.
4. si tu disco de los Beastie Boys suena lo suficientemente alto, no necesitas escucharlos.
5. nunca olvides que todos los adultos de todos los lugares, caen en alguna de estas tres categorías: los Delatores, los Mercenarios, o los Jueces, y siempre te reportarán a tu mamá.
6. y cuando ellos continúen allí, balbuceándote, analizándote y conteniéndote, toma tu bastón, golpéalos en la cabeza, y correrán como el infierno.  
(Rachel escribió esto para presentarlo en la Crisis Clinic Resouce Network para las sesiones de entrenamientos de adultos sobre cómo hablarle a los adolescentes).  
El profundo sentido humanista de Rachel y su infatigable curiosidad fueron forjados también por otro factor que se inscribía en la línea de aprendizaje inaugurada desde su primera infancia, aquella que la compelía a estudiar y comprender en contacto con todo lo viviente. Así, la familia Corrie recibe en su hogar a estudiantes de intercambio provenientes de países muy diferentes. El primero fue Kazuyo, que llego desde Japón cuando Rachel contaba apenas 7 años y, con él, aprendió a hacer origami y a jugar oha-jiki. Ya durante su secundaria llego Gustavo, desde Brasil, e introdujo a Rachel en los secretos de la feijoada, el carnaval, el samba y ese extraño líder sindical que esperanzaba a los pobres a pesar de que siempre perdía las elecciones.
También estuvieron en la casa de los Corrie una pareja de estudiantes rusos, Ayunta y Saiko. Quizás por la imagen que la idiosincrasia norteamericana construyo de los rusos, estos chicos despertaron en Rachel un interés especial. Después de que Ayunta pasara tres meses con ellos, Rachel viajo con ella hacia Yuzhno-Sakhalinsk, ciudad del este ruso, y vivió seis semanas con la familia de Ayunta, como parte de un intercambio coordinado por la Secretaría de Estado de Washington. Ese viaje cambiaría su vida. El contraste de la imagen construida en el inconciente colectivo de los norteamericanos sobre su enemigo de la Guerra Fria , con la calidad humana, la generosidad, y la bondad de los rusos la impacto profundamente. Además, Rachel ya era lo bastante conciente como para comprender el estado de postración económica de ese país, y el estado de cataclismo en el que esta sociedad emergía hacia el capitalismo . Conocer a esta gente, que aún viviendo en una situación extremadamente difícil era capaz de reunir tan altas cualidades humanas, que sentía a la vez tantas ansias por compartir sus vidas y brindarse a una recién llegada, la marcó profundamente. Como explica su padre:
El contraste entre la histórica mirada norteamericana de nuestro enemigo de la Guerra Fría , y la realidad de su experiencia con la gente rusa, fue impactante. Ella procesó ese viaje una y otra vez en su escritura posterior. Su mirada del mundo y su vida nunca volvieron a ser las mismas.
Numerosos textos de los diarios de Rachel, recopilados y editados amorosamente por sus padres Cindy y Craig tras su muerte, dan cabal testimonio de ello.
Afortunadamente, afortunadamente, me sucedió conseguir un viaje gratis a Rusia y vi otro país por primera vez. Miré hacia atrás, a través del Océano Pacífico y, desde la distancia, algunas cosas volvieron aquí, a Olympia, Washington, Estados Unidos. Pareció un poco raro, desconcertante, pero yo estaba despierta en Rusia, en el polvo de carbón, en la nieve. Estaba despierta por primera vez y para siempre con ojos curiosos, sonriente, lagrimeando de alegría. Y allí estaba mi fuego saliendo de mí, fluyendo alrededor. Y luego volví y estaba despierta. Finalmente despierta, por siempre jamás.
Tiempo después, así recordaría Rachel su llegada a Olympia tras su temporada en Rusia:
Recuerdo el vuelo de Anchorage a Seattle en el camino de vuelta a casa desde Rusia. Volando al sur, sobre la costa canadiense, todo estaba oscuro. Volando al sur en ese avión me comenzó a doler el estómago. No dolor por el movimiento enfermante o una indigestión. Un profunda espina rompiendo de dolor, difícil en sí, rodeando mi vientre, dentro del intestino y subiendo hasta mi garganta. Y en medio de ese dolor, los colores del alba. Debajo mío, el sol comenzaba a subir. Una arruga púrpura apareció en la negrura del cielo nocturno y una luz violeta comenzó a sangrar hacia nosotros hasta que no pudimos ver las llameantes siluetas de las nubes. Luego, el agua comenzó a brillar y me di cuenta que estábamos volando sobre Puget Sound. El agua debajo de nosotros comenzó a reflejar líneas rosadas, y pronto pudimos ver islas en esa agua y, gradualmente, notamos la forma de los árboles siempre verdes en ellas. Todo bañado con la luz rosa del alba. Incluso las montañas se tornaron rosadas con el sol naciente reflejado en la nieve.
Y comencé a sollozar. El cielo se tornó azul y la redondez completa del sol trepó fuera de las montañas. Sollocé en ese resplandor, en medio del más glorioso amanecer que había visto nunca, porque no era suficiente .
Mi madre me recogió en el aeropuerto y ella también lloraba. Lloraba abrazándome y sonriendo. No le dije que había estado llorando con esa especie de rabia confusa que nuestro jerbo sintió después de una semana de libertad, cuando lo encontramos detrás de un calentador de agua, sujetándolo por la cola y metiéndolo en su jaula.
Odié a Olympia. Quise irme. Quise nadar de vuelta a Rusia atravesando el Pacífico. Olympia olía a podredumbre. Olympia olía a cuerpos blancos saturados de muerte cálida en una charca fangosa. Olympia olía como una jaula de madera astillada y un jerbo arrojado en ella. Y en el rincón, en su rueda metálica, el opaco pelaje y la asfixiante y retorcida garra de una cosa muerta.  
Siendo aún una joven estudiante de secundaria, Rachel recolectó comida para el Banco de Comida de Olympia alentando a los transeúntes a hacer donaciones. Dedicada a esto pasaba horas en frías y lluviosas noches “¡No olvide una lata para los necesitados!” decía a los comerciantes entraban en las tiendas. Y luego, cuando salían “¿Se acordó de una lata para los necesitados?”. Sobre esto, su padre recuerda esta anécdota:
Un hombre pasó caminando y silenciosamente ignoró la pregunta de Rachel, pero luego retornó y la saludó con una sonrisa y un dólar. Después ella le dijo a su espalda “¡Bueno, usted tiene suerte porque los necesitados también aceptan efectivo!”.
En la primavera de 1997, Rachel completó sus estudios secundarios e ingresó en la universidad estatal Evergreen, una pequeña y liberal escuela de artes de Olympia cuyas clases abarcaban desde escritura y arte, hasta historia local, labores, estudios ambientales y ciencias políticas , según cuenta su padre.
La necesidad de trascender el mundo académico y tomar contacto con las cosas “reales”, como manera de encontrar un norte y un sentido para su vida, se profundizó en esta etapa. En principio, buscó su propio sustento económico para solventar sus estudios universitarios, pero no se quedó ahí. Pasó un año en el Cuerpo de Conservación de Washington, dedicó horas cada semana a tomar llamados en la Líneas de Crisis de una clínica local destinada a adolescentes y adultos, continuando la tarea que ya había comenzado durante sus estudios secundarios. Con este antecedente, consiguió trabajo en la atención de salud mental provisto por la Behavioral Health Resources- BHR, la vieja agencia de servicios de salud mental y droga-dependencia de la comunidad de Olympia.
Por esos años, Rachel defendió el Centro Laboral de Evergreen cuando fue amenazado por un recorte de presupuesto y pasó una noche durmiendo en una carpa en respuesta a sus preocupaciones por los sin techo. Sobre esta problemática, Rachel dejó entre sus escritos este sentido poema, mezcla de llamado de atención y advertencia hacia los privilegiados, y profunda condolencia con los que sufren.
“Los pobres, los sin techo:
Son reliquias de almas,
Cortezas de figuras sin amparo,
Migajas que lanzamos a las gaviotas.
Pieles y ojos llorosos que rondan.
Horriblemente abiertos, lucidez y sabiduría.
¿Cómo pueden los ojos de los ignorantes
ser tan sabios?
Son los olvidados.
nuestros feos hermanos,
están parados detrás de nosotros y sonríen con hambre.
Jamás los miramos.
Los batallamos con monedas irresponsables,
Los amamos cuando están lejos.
Pero cuando están cerca de nosotros,
Y podemos oler su aliento a pobreza y mugre
Y miramos dentro de sus mentes arremolinadas,
los empujamos fuera.
Aquí están los sin techo, y también los sin nombre.
Aquí está la gente que ignoramos educadamente.
buen comportamiento brutal.
Son nuestros hermanos y hermanas.
Ellos somos nosotros. Y podríamos fácilmente ser ellos.
Y por eso nos aterrorizan.”
El 11 de septiembre del 2001 marcó un punto de inflexión, y Rachel comenzó a advertir las consecuencias de la llamada “guerra contra el terrorismo”: aumento del fundamentalismo militar, y las lógicas militaristas dominando la política exterior e interior de su país. El ataque a Afganistán, la invasión a Irak y la represión doméstica mediante Acción Patriótica de EEUU (U.S. Patriot Act). Como respuesta, Rachel trabajó con muchísimos grupos de paz locales, incluyendo el Movimiento por Justicia y Paz de Olympia ; Olympia por la Paz en Medio Oriente ; Estudiantes Educando Estudiantes sobre el Medio Oriente ; y el Olympia, Compañerismo y Reconciliación . Realizó representaciones teatrales donde vecinos de Olympia actuaban como palestinos e israelíes, reclutando a una mujer cuya familia sobrevivió al Holocausto, que se convertiría en una poderosa voz en contra de la ocupación israelí de las tierras palestinas.
Fue en esa vorágine de actividad que Rachel trabó contacto con el Movimiento de Solidaridad Internacional (MSI), a través de un grupo de activistas que habían viajado a la Franja de Gaza en el verano del 2002 para unirse a la resistencia no violenta y a la acción directa de los palestinos contra la ocupación. El MSI es un grupo palestino de derechos humanos y resistencia no violenta, integrado por internacionales de todas las edades. La agrupación se formó después de que los gobernantes de EEUU e Israel rechazasen la propuesta de Mary Robinson, la Alta Comisionada por los DDHH de las Naciones Unidas, de enviar inspectores internacionales de derechos humanos a la región.
Pese a la intensidad y creatividad de las actividades que Rachel desplegaba, no estaba satisfecha con su activismo local. Como antes le sucediera con el mundo de los libros, ahora la propia Olympia le resultaba a Rachel demasiado estrecha para actuar, cuando las calamidades se producían a tantos miles de kilómetros de distancia. A esto se añadía, además, de que era su propio país el que comandaba las agresiones, convirtiéndola a ella y a todos, según su implacable lógica, en los financiadores de las masacres mediante los impuestos. Esta conciencia, mas su habitual necesidad de acercarse verdaderamente a los que sufren, la llevó a tomar la decisión de su vida.
Rachel estudió el conflicto israelí-palestino y comenzó a aprender el idioma árabe. Reorganizó su vida para financiar su propio viaje a Palestina. La actitud de sus padres puede resumirse en esta breve explicación de Craig:
Por mucho que yo deseara que se quedase en Olympia, no pude pedirle a mi hija que sea algo inferior a lo que podía ser.
En enero del 2003, Rachel viajó a Israel y Palestina para entrenarse con los demás militantes del MSI.
Cuando Rachel llegó a Rafah, un poblado fronterizo de la Franja de Gaza, entró en un mundo infernal de tanques, buldozers, torres de tiro y puntos de control. Un infierno donde los invernaderos son destruidos, los hogares se desmoronan con sus ocupantes dentro, y un muro de acero gigante se alza desde los escombros cerrando la frontera con Egipto. Pero eso no fue todo, como cuenta su padre:
Pero también encontró un mundo de familias, de gente resistiendo la opresión sostenida simplemente por su propia humanidad, luchando día a día las actividades de sus vidas bajo la ocupación. Y, así como ella entró en ese mundo, Rachel nos llevó consigo a través de llamadas telefónicas e e-mails.
De esta manera, pudieron sus angustiados padres enterarse cómo Rachel y otros militantes interponían sus cuerpos entre los trabajadores municipales palestinos que trabajaban para reparar las tuberías y los pozos de agua, y los francotiradores israelíes que los hostigaban permanentemente desde sus torres de tiro. Pudieron enterarse también que los “internacionales” como Rachel dormían junto a los pozos de agua sanos o recién reparados para evitar que las topadoras volvieran a destruirlos por la noche. Supieron cómo los soldados israelíes destruían los huertos de olivas, los jardines y los invernaderos, y también el hostigamiento y las humillaciones sufridas por los palestinos que necesitaban simplemente ir al trabajo o a la escuela, atravesando los innumerables puntos de control.
Rachel contó su participación también en un emprendimiento educativo de avanzada, desarrollado en ese país devastado: el Parlamento de los Niños. Allí los niños palestinos debatían democráticamente los problemas generados por la ocupación y el impacto en sus vidas. Allí, Rachel aprendió árabe junto a ellos, mientras los ayudaba con el aprendizaje del inglés.
Participó además en numerosas manifestaciones oponiéndose a la inminente invasión de Irak, y encontró nuevas y creativas formas de lucha, siempre apelando a métodos no violentos. Una de ellas fue el proyecto para que Rafah y su Olympia natal se convirtieran en ciudades hermanas, estimulando los vínculos y la comunicación entre los habitantes de ambas localidades.
Finalmente, Rachel durmió en distintos hogares palestinos muy cercanos a la frontera por ser éstos los más amenazados, ya que el plan de Israel es crear un ancho espacio fronterizo que funcione como un “corredor de seguridad”.
El 16 de marzo, había dos buldózers israelíes y un transportador de personal blindado operando en el área de Hi-Salaam en Rafah, a lo largo de la frontera egipcia. Cada buldózer tenía dos ocupantes: un operador y, sentado junto a él, el conductor del vehículo. El comandante de la operación miraba desde el transportador blindado cercano. Luego en la tarde, uno de los buldózers encaró hacia la casa de los hermanos Nasrallah (uno farmacéutico y otro contador), sus esposas y cinco jóvenes hijos. La familia del mayor de los hermanos vivía en el primer piso; la del hermano más joven, en el segundo. Rachel conocía a los Nasrallah. Había estado a menudo con ellos y, a veces, había dormido en su casa. Escribió,
Los dos cuartos frontales de la casa estaban inutilizables porque los disparos de arma a través de las paredes los habían incendiado, por lo tanto, la familia entera –tres chicos y los padres- duermen en el cuarto de éstos. Yo dormí en el piso junto a la joven hija Iman, y todos compartimos las mantas.
La familia Corrie pudo reconstruir mediante testimonios de los testigos cómo fueron los últimos momentos de Rachel. Así lo explicó su padre:
Rachel supo que la familia Nasrallah estaba dentro de la casa cuando el buldózer se acercaba. Aproximadamente a las 5 p.m. se posicionó sola entre la casa y el D-9. Las acciones que ella hacía eran las mismas que tomaron otros activistas del MSI en las horas precedentes. Los buldózers a menudo llegaban tan cerca, que la suciedad que ellos empujaban tocaba los pies de los activistas. En una ocasión, un activista norteamericano fue golpeado; en otra, un activista británico fue puesto contra la pared. En ambas oportunidades, el buldózer se detuvo a tiempo. Pero esa vez, con Rachel en su camino, el buldózer no paró. Los activistas del MSI gritaban y se agitaban frenéticamente, pero la maquina siguió adelante. Testigos declaran que como la D-9 empujaba tierra hacia delante, Rachel intentó escalar sobre el montículo. Ellos dicen que Rachel fue lo suficientemente alto como para mirar directamente dentro de la cabina; pero como esta continuó avanzando, no hizo pie y fue empujada bajo la cuchilla. El buldózer continuó avanzando hasta que su cabina estuvo sobre Rachel. Luego, la copia de seguridad revelaría su cuerpo aplastado. Rachel estaba viva cuando sus amigos corrieron hacia ella. Ella les dijo: “creo que mi espalda está rota”. Pero el chofer de la ambulancia palestina nos contó que ya no tenía signos vitales cuando él llegó. Fue declarada muerta un corto rato después en el hospital local.
El relato de Cindy, por su parte, coincide en lo esencial, aunque porta otros detalles:
“La topadora avanzó hacia Rachel. Ella asumió una posición que dio a entender que no se movería. Tenía puesto su chaleco naranja. Cuando la topadora continuó avanzando, ella se paró sobre el terraplén y un testigo declaró que su cabeza se asomaba por encima de la hoja de la topadora, o sea que se la podía ver claramente, pero la topadora siguió avanzando sobre ella, hasta aplastar su cuerpo. Se detuvo y luego dio marcha atrás, según la declaración del testigo, sin levantar la hoja, de manera que retrocedió nuevamente por encima de ella. Sus amigos gritaban todo el tiempo a los conductores de la topadora que se detuvieran. Corrieron hacia ella rápidamente y ella les dijo: ‘Creo que me quebré la espalda'. Esas fueron sus últimas palabras”.
Rachel fue asesinada el 16 de marzo del 2003 en Rafah, en la Franja de Gaza, cuando fue aplastada por una topadora Caterpillar D-9R Buldózer conducida por miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Al día siguiente de su muerte, el Primer Ministro israelí, Ariel Sharon, prometió una investigación “concienzuda, creíble y transparente” sobre el asesinato de Rachel. Sin embargo, meses después, las Fuerzas de Defensa Israelíes emitieron un reporte que informaba sobre los resultados de la investigación. Allí consignaron que quienes piloteaban la topadora “no pudieron verla”, y que el caso “estaba cerrado”. El Departamento de Estado le expresó a la familia por carta su desacuerdo sobre lo “concienzuda, creíble y transparente” que había sido la investigación realizada por la misma institución acusada. No obstante, el caso no ha podido ser reabierto hasta hoy.
Rachel dejó una huella imborrable en quienes la conocieron y compartieron sus últimos momentos. La recuerdan sus compañeros internacionales del MSI, y también los judíos y palestinos que integran esa organización no violenta; la recuerdan los empleados del Municipio Palestino de Aguas, con quienes Rachel habló para comprender mejor las implicancias de la destrucción de los pozos; la recuerda Danny, un reservista de la milicia israelí que le enseñó frases en hebreo para gritar por el megáfono a las topadoras y a los tanques, la recuerdan las madres musulmanas que la cuidaron con amor cuando cayó enferma de gripe; la recuerda Alice, una activista judía de origen británico que la sostuvo entre sus brazos cuando la vida la abandonaba.
Hoy, la Fundación Rachel Corrie por la Paz y la Justicia fundada por sus padres tras su muerte, continúa la lucha por hacer realidad los sueños de Rachel, articulándose con todo tipo de organizaciones que defienden al pueblo palestino y la causa de los derechos humanos. Su ejemplo moviliza a miles de personas, quienes a través de la Fundación encuentran una vía para honrarla y para prolongar su empeño por hacer de éste un mundo más bello. 

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viernes, 24 de agosto de 2012

(VIDEO) La BBC censura un video que demuestra el lado oscuro de los rebeldes sirios

 
24 agosto 2012 - La cadena británica BBC censuró un video en el que los rebeldes sirios obligan a un prisionero a convertirse en un terrorista suicida, hecho considerado como un crimen de guerra, sin que el hombre esté consciente de lo que sucede.

El video fue grabado por un grupo de periodistas del diario estadounidense The New York Times en la ciudad siria de Alepo. En las imágenes se ve a un grupo de los rebeldes armados sirios, integrantes del Ejército Libre de Siria (ELS), que interrumpen en la casa de un capitán de policía siria. Los rebeldes se mofan de las fotos familiares del policía y después se bañan en la piscina de la casa diciendo: "Miren, esta es su libertad, qué buena es".

Asimismo, el video muestra a los hombres armados de la oposición cargando una camioneta con sustancias explosivas. Luego, en las imágenes aparece un prisionero supuestamente integrante de las milicias progubernamentales. Los rebeldes le hacen creer al hombre que lo van a intercambiar por otro prisionero con las fuerzas progubernamentales. Lo meten en la camioneta, le vendan los ojos y dicen que vaya hacia un puesto de los soldados del Ejército sirio en Alepo.  


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viernes, 3 de agosto de 2012

Batman invade la realidad Por: Roberto Hernández Montoya


Tienen, por eso no lloran,/de plomo las calaveras.

Federico García Lorca, Romance de la Guardia Civil Española

We are such stuff as dreams are made on, and our little life is rounded with a sleep. 'Estamos hechos de la materia de los sueños y nuestra pequeña vida está redondeada en un dormir'.

William Shakespeare, The Tempest

El tiroteo del 20 de julio de 2012 en los Estados Unidos revela lo que son como país. Todo coincide de modo didáctico: un joven de 24 años, solitario, tímido, amable, atípicamente inteligente, James Holmes, abulta un desproporcionado depósito de armas de fuego y explosivos. ¿Para algún enemigo formidable? Nadie en particular y muchos en general, porque acude a un cine a disparar sobre la multitud, durante el estreno en Aurora, Colorado, del más reciente capítulo de la saga Batman. Estaba bajo los efectos de un sicotrópico llamado Hidrocodona/Paracetamol, comercialmente conocido como Vicodin, para asegurarse sangre fría. Sabía lo que estaba tomando porque es un distinguido graduado en neurociencia. Se identificó ante la policía como El Guasón, el inteligente y sádico personaje de la serie.

Plantó además en su apartamento un sofisticado sistema de explosivos y un temporizador que a medianoche, media hora antes del ataque en el cine, encendió automáticamente un equipo de sonido a todo volumen, para que cuando la policía irrumpiera en el lugar, tal vez a la misma hora del ataque en el cine, se produjera una explosión de magnitud impredecible en un edificio residencial. No ocurrió así, pero se produjo otro espectáculo con el desmantelamiento de los explosivos. Esta vez faltaron algunos detalles típicos: no se suicidó, por ejemplo. No invocó, hasta ahora, causas mesiánicas y megalómanas, como Anders Breivik, el noruego que mató a 77 personas casi exactamente un año antes, para salvar del Islam a su amada patria. Parte de la locura de Breivik es insistir en que no está loco, como don Quijote. O tal vez los locos somos nosotros. Edgar Morin dice que homo sapiens es también homo demens y homo hystericus.
Pero permanezcamos en los Estados Unidos. Imaginariamente, digo.

Desde los atentados de la escuela secundaria Columbine, no lejos de Aurora --donde en 1999 dos alumnos mataron a 13 de sus compañeros--, ha habido en los Estados Unidos un sinnúmero de asesinatos en masa. He aquí una relación: http://j.mp/NIQvgD. Un buen análisis de lo ocurrido en Columbine es el documental Bowling For Columbine, de Michael Moore. De eso hablo en «Pequeños asesinatos», en http://j.mp/LEHLLy. Otro distinguido asesino en serie, aunque no de los que tirotean multitudes sino de los que van pespunteando asesinatos aquí y allá, es Theodore John Kaczyński el llamado Unabomber. Enviaba bombas a personas escogidas para llamar la atención sobre su mensaje de salvación de la humanidad, modestamente, http://j.mp/LEWwcx. Como Cerebro, el amigo de Pinky.

Son entramados simbólicos y axiológicos de los que todos portamos un holograma, en fantasía tanto como en realidad. En este holograma la realidad y la ficción se confunden en una misma entidad: la proyección de una película violenta se revuelve con un hecho real de violencia. No he visto este filme, pero se conoce demasiado el género como para no imaginarla.

Es horrible conjeturar lo que sucedió, lo cuentan los sobrevivientes, que en los primeros instantes creían que el tiroteo era parte de los efectos especiales, cada vez más espectaculares y la principal atracción que promete Hollywood. La industria cinematográfica sobrepasa en cada nueva camada los límites de lo verosímil. Por eso no es extraño que la gente confundiera el tiroteo real con el ficticio. Como cuando salí hace años de ver la película Brasil, de Terry Gillian, en el cine de Parque Central, en Caracas. Se nos perdió el auto en el laberíntico estacionamiento y me preguntaba: ¿Cuándo va a terminar esta película? Es que la arquitectura que aparece en esa película es lo más parecido a Parque Central que he visto. «La vida imita el arte más que el arte imita la vida» (Oscar Wilde, The Decay of Lying). Se ha llamado la antimímesis.

Estamos de lleno en la vida imitando el arte. Porque ese joven James Holmes, que perpetró el asesinato en Aurora, actuó en la realidad imitando una película violenta. Igual que los espectadores, no sabemos dónde está la realidad y dónde la ficción. Pero la confusión va más allá de esa madrugada del 20 de julio de 2012.

Es que también ocurrió con las Torres Gemelas, cuyo derrumbamiento se vio primero en el cine. En la noche del 11 de setiembre de 2001 pasaron escenas de varias películas que no se distinguían del hecho real. Y los investigadores recurrieron a guionistas de Hollywood para prevenir cómo podrían ser nuevos atentados. Sociedad del espectáculo en que para que algo exista tiene que estar en pantalla, como en Uqbar o en Tlön --volveremos sobre esto. Por esa razón Jean Baudrillard escribió un libro llamado La Guerra del Golfo no tuvo lugar, porque no la vimos por la televisión. Se refería a la primera Guerra del Golfo, la de Bush padre. La nueva, la de Bush hijo y Obama la tenemos hasta en la sopa. Una no existió y la otra existe demasiado.

Se ha discutido mucho y ociosamente si la violencia en la televisión induce a la violencia real o si es al revés. Al menos en los Estados Unidos es un fenómeno mutuamente provocado, recursivo. La violencia televisada es hija de la violencia real y la violencia real es hija de la violencia televisada. Cada vez se parecen más, hasta llegar a la confusión realidad-fantasía de aquel cine de Aurora.

Estamos ante los Estados Unidos, el país más violento del mundo, que ha lanzado dos bombas atómicas sobre población civil y tiene un arsenal apocalíptico en sus silos, como para acabar siete veces y media el planeta, según Alexander Haig, entonces secretario de Defensa; un imperio que, como en la novela 1984, de George Orwell, está en guerra perpetua contra la humanidad; que actualmente sostiene dos guerras abiertas (Afganistán e Irak), acaba de perpetrar otra (Libia), amenaza con otras más (Irán, Siria…) y mantiene en jaque al mundo y particularmente a la América Latina, a la que Bush hijo y Beatriz de Majo, tan simpáticos, llaman el patio trasero de los Estados Unidos. La secretaria de Estado Hilaria Diana Rodham Clinton larga una carcajada pública en el momento de enterarse del linchamiento de Gadafi. Dijo: «Llegamos, vimos, murió», tan graciosa. Los Estados Unidos participan además en innumerables acciones de desestabilización, golpes fríos, atentados, terrorismo, secuestros, conspiraciones, financiamiento y entrenamiento de terroristas y de grupos de ultraderecha, como los estudiantes «manos blancas» y nalgas frescas de Venezuela, y esa cosa extraña y merodeadora que llaman Al Qaeda, que siempre aparece oportunamente para los Estados Unidos, como el personaje genial del Quijote, Ginesillo de Pasamonte, que surge cuando uno menos lo espera, aunque inmediatamente vemos que era de cajón esperarlo. Son los juegos de espejos de Cervantes en ese libro-universo que llaman Don Quijote.

El niño de hoy en día ya no se espanta fácilmente, como intento demostrar en «Qué feo», en http://j.mp/nSumlW. Una sobrepuja de horrores intenta destronar el mayor de todos: Medusa, la Górgona de cabellos de serpientes, cuya imagen horrenda causaba tanto terror que la gente se volvía de piedra, hasta los héroes. De su cabeza tronchada nace el ser más dulce de la mitología: Pegaso, el caballo alado. Recién nacido, Pegaso vuela hasta el monte Helicón, donde da una coz a una gran piedra, la parte en dos y de allí nace el Arroyo del Caballo o Hipocrene. Quien bebe de ese riachuelo se vuelve poeta. El mito es tan hermoso como pavorosa es la madre de Pegaso.

Y ya que estamos en el horror, digamos el máximo de ellos: los Estados Unidos gastan en guerra una cifra que sobrepasa el entendimiento humano. Solo lo entienden los neoliberales, para quienes la ganancia es Todo. El capitalismo de guerra (perdona la redundancia) es el mejor de todos: con un solo cliente, el gobierno, controlado por las corporaciones mafiosas, de lo que Dwight Eisenhower llamó el «complejo industrial-militar». Se pagan y se dan el vuelto y todo en familia, sin rostro, sin responsable, o sea, Kafka.

No solo gasta en armas sino en conspiraciones. Mantiene en todo el planeta un entramado de agencias de espionaje e insurgencia con dinero suficiente para pagar a los mercenarios más sórdidos, como los que montaron el espectáculo del Golpe del 11 de abril de 2002 en Caracas, desde los francotiradores hasta los periodistas que sirvieron de altavoz a la emboscada diabólica que montaron ese día en Llaguno. Luego lo hicieron en Libia para justificar la intervención de los Estados Unidos con un monigote llamado OTAN. Como están haciendo ahora mismo en Siria, en donde no sabemos qué nos están mostrando en pantalla, porque las agencias advierten que no pueden certificar la veracidad de los «vídeos aficionados» que están transmitiendo. Si montaron en Catar (o Qatar) la Plaza Verde de Trípoli, la capital de Libia, ¿por qué no suponer que la Siria que nos muestran no sea también una escenografía catarí montada por ambientadores de Hollywood? La primera vez que me mientes es tu culpa; la segunda es mi culpa.

Han desatado desde Ucrania hasta Venezuela los llamados «golpes suaves», oxímoron o contradicción similar al «bombardeo humanitario» inaugurado en Libia. Si el genocida Barack Obama se gana el Nobel de la Paz, ¿por qué no puede haber bombardeos humanitarios?

Es el sueño de más de un literato: invadir la realidad. Lo logró Cervantes con el Quijote, en donde hay constantemente un laberinto de espejos en que se hace no solo la novela en la novela, sino la novela que critica como real una versión apócrifa, la de Alonso Fernández de Avellaneda, seudónimo de un aprovechador hasta hoy desconocido que se lucró con la tardanza de Cervantes en publicar la Segunda Parte para presentar una Segunda Parte apócrifa. En el capítulo LIX de la Segunda Parte Don Quijote lee este apócrifo y decide no ir a Zaragoza, a donde planificaba acudir, solo para desmentir el viaje que aparece en la versión apócrifa. Una ficción que dice ser real declara irreal una ficción de la ficción.

La locura, pero no más locura que irrumpir con un tiroteo real en un cine que proyecta un tiroteo ficticio, hasta el punto de que quienes estaban presentes, mejor facultados que nosotros para distinguir lo real de lo ficticio, pasaron varios segundos sin saber qué era lo real y qué lo ficticio. Mucho menos nosotros los que no estuvimos allí. Cervantes hizo esto tres siglos antes de Seis personajes en busca de autor de Luigi Pirandello; de la novela Niebla, en que su autor Miguel de Unamuno tiene un altercado con su personaje principal Augusto Pérez. Y así muchos otros escritores de obras que hablan de sí mismas y de sus autores. Ver capítulo LIX, Segunda Parte, en http://j.mp/NFcW7R. Ver Literatura y periodismo. Buenas noticias para la gente inteligente http://j.mp/QpZ44S.

Lo soñó Jorge Luis Borges en más de un relato, particularmente Tlön, Uqbar y Orbis Tertius, que recomiendo leer en http://j.mp/O63uvl para mayor y mejor inteligencia de este artículo.

Lo está logrando el cine. La película Taxi Driver, por ejemplo. John F. Hinckley, Jr., un demente de una familia burguesa de Texas, acosaba por correo en plena realidad a una de las actrices el filme, Jodie Foster, diciéndole que mataría al presidente Ronald Reagan si no accedía a sus requiebros y, en efecto, atentó contra Reagan y por poco no lo mata, todo imitando al asesino ficticio de la película. De nuevo la realidad imitando el arte. Hinckley vio Taxi Driver no menos de 50 veces y oía obsesivamente la banda sonora. Su saturación fue tal que, como Don Quijote, terminó creyendo ser el taxista de la película, Travis Bickle, el típico automarginado, separado del mundo, pero atento a él, excombatiente de la Guerra del Vietnam, violento, tímido, de escasa inteligencia, conspirador solitario que quiere asesinar a un candidato presidencial, con delirios de grandeza quijotescos, que termina haciendo el bien involuntariamente y queda para la sociedad como un héroe, ironía genial de la película de Martin Scorsese, de 1976. Por cierto, Paul Schrader, el guionista, vivió un episodio de su vida como un solitario automarginado, etc., que luego inspiró el personaje de Bickle, el taxista de la película.

Las cosas no terminan ahí, Bickle se enamora de la asistente del candidato, Betsy, quien no le corresponde. Asimismo Hinckley, ¿en la realidad?, se inventa a una tal Lynn Collins, chica rica y bella, y convence a su madre de la realidad de este personaje, con viajes, rupturas, reencuentros, etc. La madre, JoAn, llega a creer la patraña de su hijo, hasta el punto de que confiesa que sintió un vacío cuando el FBI le informó que Lynn Collins no existía. JoAn contaba que su hijo no tuvo ninguna otra relación amorosa que Lynn, o sea, Dulcinea del Toboso. Míralo en http://j.mp/SNeA9r, in English, sorry.

A finales de los años 70 Eliseo Verón analizó un fenómeno desconcertante. En una telenovela los protagonistas se casaban, pero el actor y la actriz que los personificaban también se casaban. La emisora venezolana Venevisión decidió entonces que fuese una sola ceremonia, de modo que nunca sabremos quién se casó. Y poco importa, que es lo más revelador de todo esto y hacia donde va nuestra sociedad contemporánea.

¿No fueron reales las famosas «armas de destrucción masiva» si causaron una guerra bien real? Tal como Gustavo Martin sostiene que Dios es una realidad en la medida en que causa efectos bien verdaderos en la sociedad que Lo profesa. Si existe o no es irrelevante ante esta contundencia paradójica. Navaja de Ockham ligeramente agnóstica.

Y así podríamos seguir multiplicando los ejemplos, como Disney, que ha invadido la realidad con toda clase de ambientaciones y muñecos. Pero ¿debemos sorprendernos? ¿No ha inventado una ficción la dirigencia opositora venezolana, hasta el punto de que su gente no quiere creer otra cosa y a partir de esa ficción montaron un Golpe, un Paro, el reality show de la toma militar de la Plaza Altamira durante tres meses y medio y unas Guarimbas, focos de violencia urbana, bien reales? Recuérdese que el Paro no ha sido suspendido sino «flexibilizado»… No hay paro, pero está allí «flexibilizado» para retomarlo en cualquier momento. Ver «Don Quijote en paro» http://j.mp/NMAFo5.

Una vez más la ficción irrumpiendo en la realidad y la vida imitando el arte. O las malas artes.

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