"Karl Marx: "Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen." .

viernes, 15 de junio de 2007

EL PRÓXIMO CAPÍTULO DE ESTA TELENOVELA.



Por: Wilmer Ortuño

Realmente uno no puede perder la capacidad de asombro, en este país, con la oposición que debemos sufrir.

Resulta que estos jóvenes que se dedican a las marchas semanales, protestan por la libertad de manifestar.. y ya van 27 marchitas sin un solo muerto o herido, a no ser por los efectivos policiales que han caido (11 en Caracas, 20 en Táchira por citar sólo algunos) debido a las "protestas pácificas de los niños".

Resulta que éstos jóvenes que salen por radio, prensa y televisión, que se les facilita la Asamblea Nacional para que digan lo que les venga en gana; que a cuanta reunioncita tenga en la UCAB, Metropolitana o la mismísima UCV, tiene ya pre-inataladas las cámaras de televisión de los canales privados informando el desarrolo de las mismas, protestan por la libertad de expresión... ¿a cuál se refieren en verdad?

Resulta que ahora llaman por la libertad de los presos ¿a cuáles se refieren? ¿serán los que incendiaron autos, destruyeron obras públicas o asaltaron bancos? ¿o todos aquellos que se encuentran en las cárceles por delitos comunes?

Resulta que los jóvenes que estudian en Universidades Privadas, salen a manifestar por la AUTONOMIA cuando en esos recintos no existe tal cosa, ni cosa que se le parezca, Ugalde tiene como 10 años siendo rector, verbigracia los otros rectores de esAs universidades-empresas. ¿a cuál autonomía se refieren?

Resulta que hay carencia de ESTADO DE DERECHO y hay que salir a protestar ahora por eso, además por la defensa de un presunto violador que tiene como 10 años estudiando en la ULA-Mérida, bajo el amparo del rector.

Resulta que salen a protestar por la conciliación nacional, pero posiblemente existan algunos focos de violencia en dicha marcha... ¿cuál conciliación y con quién? ¿Con los policias heridos o con el que ha quedado paraplégico por el sólo motivo de protegerlos cuando salen a caminar las calles del este? ¿con los estudiantes bolivarianos que han sido agredidos por ellos? ¿conciliación con los estudiantes que los periodistas de los canales privados ofenden? ¿con aquellos que han sido objeto de escarnio público, ofensas y amenazas?

Hay diversos intelectuales (?) y políticos (?) que se han dado a la tarea de defenderlos a capa y espada, olvidando que la mayoría de los estudiantes no se encuentran en esas manifestaciones, pero lo que verdaderamente importa es el efecto mediático que pueda producir tales imágenes apocalipticas...! una Venezuela que arde por los cuatro costados (al menos por esos canales de televisión, especificamente Globoterror).

Habrá que esperar cuál será el motivo de las próximas marchitas, se me figuran que la falta de telenovelas basura, produce algo así como un efecto de desintoxicacion tan necesaria para éstos jovencitos.

Tendremos que esperar el capítulo que viene...

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Bolívar y los EE.UU.

Los hombres pequeños pagan con lo que hacen;
los grandes con lo que son.
Goethe.

Vamos ahora a definir esa línea que opone caracteres tan distantes como son los del sajón del Norte y los del latinoamericano; pero antes de entrar en ciertos detalles de la nefasta actitud de EE.UU. hacia nosotros, queremos advertir que no pretendemos justificar nuestras miserias, nuestra indecible irresponsabilidad para con nosotros mismos diciendo que EE.UU. es la causa de todos los males. No puede ser EE.UU. completamente culpable de la corrupción que acogota a nuestros países, de la hediondez y suciedad de nuestras ciudades, de la desidia, del desorden, del caos, de la maldita viveza conciudadana, de la desunión, flojera, indignidad, descuido, etc. No puede degradarse a un pueblo que está compenetrado de su deber, de su destino, de su valor y capacidad de sacrificio. De lo que sí acusaremos a los EE.UU. es de aprovecharse de pueblos inválidos, indefensos, mutilados, ignorantes, estupidizados y trastornados por toda clase de desgracias tanto políticas como morales. Es que no hay papel más bajo y denigrante que utilizar a conciencia a seres envilecidos, con fines de provocar una corrupción generalizada en el continente latinoamericano.
Había dicho que cuando se cumplieron 150 años de la muerte de Bolívar leí ese artículo que se titulaba: Simón Bolívar was a despot at heart. Título ofensivo para cualquier latinoamericano, si recordamos los amargos dolores que padeció Bolívar en busca de unión, decoro y la libertad de América. Uno cree encontrar ciertas razones para ese encono solapado que todavía se siente contra el Libertador en EE.UU. El carácter mercantilista del sajón del Norte y la imaginación del Libertador, forjada en todo instante en los linderos de la muerte y de la poesía trágica, tenían por fuerza que repelerse.
Empecemos por recordar que España y Francia prestaron grandes servicios a la causa de la independencia de los EE.UU. Venezuela, en los inicios de su revolución, esperaba contar con la ayuda de países amigos de la libertad. No hay duda de que tenía fe en la ayuda del vecino del Norte, que hacía poco se había liberado de la dominación de Gran Bretaña. Es decir, consideraba a los norteamericanos hermanos por sufrir los efectos funestos de la colonización y por ser, después de todo, hijos del Nuevo Mundo; que además conocían los tremendos sacrificios que representaba enfrentarse a un país poderoso por tradición guerrera, como lo eran los viejos imperios de Europa; que sabían que nuestra lucha era más terrible, por cuanto iba a ser afrontada por un pueblo en su mayoría analfabeto, sin recursos militares, sin ninguna experiencia en la administración de gobiernos, sin ejércitos y sin la fuerza de cohesión moral de lo que se llamaría pueblo, los ciudadanos, ya que éstos estaban divididos en clases infeccionadas de odios y recelos.
Aunque al principio se buscó ayuda en el Norte, la gran esperanza se concentraba en Inglaterra, donde Miranda desde hacía muchos años realizaba una ardua labor revolucionaria. Estas esperanzas se desvanecieron cuando Inglaterra, dirigida, como siempre, por intereses meramente mercantilistas, decidió dar apoyo a España en su lucha contra Napoleón. Para entonces ya Venezuela había quemado las naves y se encontraba en pleno hervidero revolucionario. Nunca pueblo alguno se lanzaba a una lucha tan peligrosa en medio de recursos deplorables y rodeado por el sombrío silencio de las naciones poderosas. Parecía que Bolívar desafiaba los mil demonios de la guerra contando sólo con su valor y el valor de unos cuantos harapientos soldados. El terror y la tragedia no tardó en llegar, y aunque Bolívar -como veremos- estaba dispuesto a luchar contra el mundo entero, si el mundo entero se oponía a la causa de la libertad americana, el grueso de los políticos no podía dejar de considerar la posibilidad de un tratado con alguna nación poderosa. En este sentido, encontrándose casi todos los caminos cerrados, se pensó seriamente en conferenciar con Rusia. A tales extremos habían llegado la angustia y la desesperación, que se pensaba en un país tan extraño y desconocido para nosotros, tan distante en todos los sentidos y que además era gobernado por una aristocracia despótica y que tenía -como lo demostró más tarde- grandes intereses en común con los imperios monárquicos de Europa. Esto podía catalogarse de locura o síntoma de desorientación, de la más desastrosa agonía moral.
La pregunta que se nos viene a cualquiera de nosotros es: ¿Qué hacía con respecto a la independencia suramericana el poderoso del Norte, nuestro vecino? La rica, fresca, impasible, extensa y vigorosa América del Norte contaba 35 años de haberse declarado independiente cuando nosotros firmábamos la declaración, por allá en el año de 1811. Así, pues, que no debía ser por falta de madurez y poder por lo que EE.UU. se mostraba reacio a dar una contundente ayuda a nuestra lucha. A diferencia de los gobernadores del Norte, Simón Bolívar libertó el extenso territorio de la Nueva Granada, hoy el país de Colombia; cruzó los Andes e independizó también al Ecuador, al Perú, y fundó la República de Bolivia. No sólo eso, sino que Bolívar quería inmediatamente hacer planes para libertar Cuba y Puerto Rico. Es de advertir que la libertad de Cuba se vio estropeada durante dos generaciones, porque EE.UU. en connivencia con Inglaterra hizo saber a nuestros patriotas que no estaban de acuerdo con la inmediata independencia de aquella isla. Es decir, que si EE.UU. permitía que nos debatiéramos en la más horrorosa escasez de recursos era sencillamente porque poco le interesaba el que fuéramos esclavos o independientes. Fue así como durante más de diez años mantuvo una inexcusable imparcialidad a pesar de los innumerables pedidos de ayuda de nuestros pueblos. A veces su imparcialidad se traducía en burla, en desprecio e incluso en una sórdida alianza con los enemigos de la revolución. Los patriotas, fatigados de recibir negativas y excusas de neutralidad con el invasor español, decidieron cancelar sus ansiosos pedidos a EE.UU. Mientras así nos trataba EE.UU., Haití, uno de los países más pobres del mundo, trastornado por toda clase de calamidades sociales, en condiciones económicas deplorables, tuvo la infinita nobleza y generosidad de ofrecer hombres, armas y dinero para nuestra libertad. Compárese el pasado con el presente y véase la funesta actitud del país del Norte ante los débiles de Latinoamérica. Hoy envían armas a El Salvador, no por la libertad de ese país, por supuesto, sino porque, como ellos mismos dicen, se está peleando en su backyard, en la parte trasera de su patio, en su corral.
Pero detengámonos un momento y veamos en qué consistía la imparcialidad de Norteamérica en nuestro conflicto. Primero, el gobierno del Norte hizo presos a numerosos ingleses que venían a servir bajo las órdenes del Libertador. Además, promulgó una serie de leyes para impedir toda clase de auxilios a los patriotas. Una de ellas decretaba diez años de presidio y diez mil pesos de multa a todo ciudadano en Norteamérica que quisiera proteger la causa de los independientes suramericanos. Según palabras del propio Bolívar, estas leyes inexorables equivalían a declarar la muerte a los que simpatizaran con nuestra revolución. Estas leyes estaban aún vigentes para el año 1819, ocho años después de haberse firmado nuestra declaración de independencia.
En 1818 se presentó un suceso en extremo interesante porque dilucida la doble cara, propia de Tartufo, con que los norteamericanos tratan a nuestros desgraciados pueblos. Dos goletas, la Tigre y la Libertad, provenientes de EE.UU., entraron por el Orinoco. Bajaban por la región de Angostura para abastecer de armas y alimentos a los realistas (1). En esa zona se preparaban serios combates y el Libertador había decretado un bloqueo, el cual hizo público a todas las naciones del mundo. Las dos goletas haciéndose las inocentes pretendieron burlar nuestras fuerzas; pero fueron apresadas y se les confiscó todo lo que llevaban. Debemos recordar que Bolívar era invariable y severo en todo lo que concernía a nuestra soberanía y a nuestra dignidad como hombres. Incluso hubo momentos en que desafió al propio cielo, porque algunos creían ver en los fenómenos naturales la causa de alguna oposición a sus ideales de libertad. El honor era esencial para su sentido de la vida. La precaria condición de nuestros pueblos al respecto lo mató prematuramente. En sus últimos años, viendo al país destrozado por las miserias y las estridencias de los partidos, exclamó: En América no hay dignidad y tengo vergüenza de llamarme americano.
Pero volvamos al tema de las goletas norteamericanas. Al saber los yanquis que habían sido detenidos los buques, pidieron a través de su agente en Venezuela una inmediata indemnización. Se consideraban heridos en lo más profundo de su dignidad, porque no hay nada que martirice tanto a los sajones del norte como aquello que tenga que ver con los negocios, con el dólar. La justicia de esos países puede perdonar a un criminal, pero jamás a un mal negociante. Así pues, interviene el agente norteamericano cuyo nombre era Bautista Irvine; su lenguaje es quejoso y acusa de ilegal y abusivo el apresamiento de los buques. Exige explicaciones. Se desata entonces un intercambio de correspondencia donde Bolívar asume el caso con todas las de un jurista experto en asuntos internacionales.
El argumento principal que esgrime Irvine es que se le ha hecho daño a los neutrales. En este caso al gobierno norteamericano, quien ha declarado al mundo que no tiene interés alguno en participar en nuestra contienda con España. Bolívar no deja esperar su contundente respuesta: ¡Neutrales! quienes han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para dar armas a unos verdugos y para alimentar a unos tigres, que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana. ¡Sangre de sus propios hermanos!
En esto último debemos reconocer que Bolívar utiliza un argumento ineficaz a la sensibilidad del norteamericano. Los yanquis jamás se han considerado nuestros hermanos. Mover estos resortes era del todo inútil, como veremos más tarde(2).
Irvine replica diciendo que ellos desconocían el bloqueo. Aquí Bolívar lo sorprende en flagrante mentira. Le aclara que en la Gaceta de Norfolk (en EE.UU.), del 6 de enero de 1817, había sido publicado el estado de bloqueo a dicha zona. Que el buque Tigre no zarpó hasta el 17 del mismo mes y que este argumento -ratifica el Libertador- es por sí bastante para declarar a la Tigre como buena presa. Desde el momento en que este buque -le escribe el Libertador- introdujo elementos militares a nuestros enemigos para hacernos la guerra. violó la neutralidad, y pasó de este estado al beligerante: tomó parte en nuestra contienda a favor de nuestros enemigos, y del mismo modo que, si algunos ciudadanos de los EE.UU. tomasen servicio como españoles, estarían sujetos a las leyes que practicamos contra éstos; los buques que protegen, auxilian o sirven su causa deben estarlo y lo están. Casi al final de este documento -del 6 de agosto-, que consta de unas seis densas páginas, Bolívar arremete: ¿No sería muy sensible que las leyes las practicase el débil y los abusos los practicase el fuerte? Tal sería nuestro destino si nosotros sólo respetásemos los principios y nuestros enemigos nos destruyesen violándolos. Aquí Bolívar nos revela una fuerza de predicción tremenda con respecto a la política del Norte. Nada más cierto eso de que EE.UU. siempre exige cuando le conviene el cumplimiento de las leyes, pero se ríe en las mismísimas barbas del débil el día que las viola Todavía está fresco en Latinoamérica su inaudito apoyo al Imperio Británico en el caso de las Malvinas. Sin duda que bajo las órdenes de Bolívar se podía confiar; era Bolívar de esa clase de hombres que jamás dejaba a sus compatriotas en la estacada; que llevaba hasta las últimas consecuencias la defensa de su dignidad, la integridad de su hombría, que entonces era representación de la virilidad de todo un continente.
El agente Irvine no cesa en sus contrarréplicas. A mediados de agosto responde al Libertador. Dice que los comerciantes neutrales no deben abandonar su profesión por hacerse partidarios políticos. La mente de Bolívar, siempre en ebullición estalla: Si es el libre comercio de los neutros para suministrar a ambas partes los medios de hacer la guerra, ¿por qué se prohíbe en el Norte que se nos ayude? ¿Por qué a la prohibición se le añade la severidad de la pena, sin ejemplo en los anales de la República del Norte? ¿ No es declararse contra los independientes negarles lo que el derecho de neutralidad les permite exigir?
El agente Irvine calla por unos días. Por el modo que responde se ve que no lee cuidadosamente los argumentos de Bolívar. Tal vez está convencido que para triunfar nada más fácil que insistir una y mil veces en los planteamientos primeros de la discusión: declarar ilegal el apresamiento de los buques y exigir una inmediata indemnización. Pero estos trucos no van con Bolívar. A cada lamentación el Libertador lo pone en su lugar, ya sea con argumentaciones que muestran un profundo dominio de las leyes internacionales, como con el valor y el derecho natural de los pueblos a defender su libertad. Poco a poco el agente va perdiendo fe en sus reclamaciones; pero su terquedad y el verse humillado por la razón del jefe venezolano le hacen tomar un camino lo más extraño. De pronto cae en un terreno vulgar, de burlas y despechos. Dice que los independientes no tienen poder suficiente para imponer un bloqueo, que nuestras fuerzas militares son insignificantes, sombras de sombra. Sombras de sombra son palabras textuales del agente yanqui. En resumen, que nuestro ejército es incompetente, exiguo y hasta risible. Bolívar lo detiene diciéndole que no va a caer en ese terreno de bajos insultos; que no habiendo acuerdo entre los dos era preferible someter el caso a unos árbitros y que ellos decidieran. Que ha decidido suspender la correspondencia con él para que no degenere en farsa. No me atrevo a creer -le dice Bolívar- que sea el objeto de Ud. convertir en ridículo una conferencia seria por sí misma y por las personas que la tratan (3).
Entre las burlas del agente Irvine que más nos llaman la atención está la expresión caballería nadadora. Asegura el Libertador que en su ejército existe una división con ese nombre. El yanqui no sabe si le habla en serio o le toma el pelo. Esa caballería nadadora, según el propio Bolívar, había realizado proezas inauditas. Se lanzaban a caballo a ríos caudalosos como el Caura, el Caroní y el Apure para abordar y abatir buques enemigos. A Irvine le parece que esto es lo más ridículo que ha oído en toda su vida. El hecho es en sí mismo muy interesante porque revela la extraordinaria imaginación del Libertador, siempre lindando con lo poético, a la vez que pone de manifiesto la árida mente del yanqui restringida a menesteres habilidosos y prácticos.
En efecto, esas imposibles caballerías de río existieron e incluso fueron las que dieron una fama tremenda a nuestro caudillo José Antonio Páez. No era la primera vez que un extranjero pretendía burlarse de hazañas extraordinarias realizadas por nuestros patriotas durante la guerra de independencia. Por ejemplo, el biógrafo de Bolívar, Loraine Petrie, nos dice que en la emigración de toda Caracas, el año 14, el Libertador, a pesar de la desesperada situación de su empresa, consideró el envío de un agente para inaugurar las relaciones de Venezuela con Gran Bretaña. ¡Esto -dice Petrie- en un tiempo en que la República estaba en las últimas! Hay algo -añade-, mezcla de ópera cómica, que parece inseparable de muchas cosas suramericanas. No sabemos en qué ve este señor lo grotesco. Harán ópera cómica los que no están poseídos de una verdad total y absoluta como la de Bolívar, los que divagan y no hacen nada, los que amenazan sin fuerza moral, los que carecen de coraje y babean en las plazas públicas un lenguaje rancio de peleas miserables y locales.
Queremos aclarar un poco más el asunto de las caballerías nadadoras, ésas que movían a risa a Irvine. Lo haremos en expresiones de un escritor inglés que quedó profundamente maravillado por sus relatos. Refiriéndose Cunninghame Graham a las proezas de estos llaneros "que con lanzas en 'Os dientes desafiaban caimanes y abordaban buques y flecheras" dice: probablemente es la primera vez en la historia que una caballería diese una escaramuza en el agua. Solamente hombres como los llaneros de aquellos días montados en caballos acostumbrados a las exigencias de seis meses de inundaciones de la región, podían echarse al agua como perros de Terranova para realizar semejante hazaña.
Finalmente Bolívar concluye el asunto con Irvine advirtiéndole que con el gobierno de Venezuela no se juega. Que si no somos tan poderosos en cantidad de armamentos y soldados, la habilidad y el valor suple con creces esas deficiencias. Que se ha visto con frecuencia un puñado de hombres libres vencer imperios poderosos. Que es lo mismo para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende (4).
Van implícitas en estos argumentos de Bolívar las ideas morales de Tolstoi y de Gandhi sobre los conflictos bélicos. Aunque estos dos humanistas eran severos pacifistas, aseguraban que la guerra la ganaba quien contase con más fuerza moral, con más seguridad en sus derechos y principios.
Concluimos este análisis diciendo que fue para el Libertador tan enojoso este asunto de los yanquis que jamás lo pudo olvidar. A finales de 1825 llamaba a los yanquis regatones americanos. Regatón, como se sabe, significa vendedor al por menor, persona que regatea mucho. Esto es el mejor título que le queda al país de los best sellers , al que vende el amor, que vende sus presidentes, que negocia con la mafia y con tiranos y que trafica hasta con Dios en mil sectas o compañías diferentes. Aborrezco a esa canalla de tal modo -dirá el Libertador de los yanquis- que no quisiera que Se dijera que un colombiano hacía nada como ellos.
Recuérdese que cuando dice colombiano se refería a los habitantes de la Gran Colombia, país que comprendía a Venezuela, Ecuador, Colombia y lo que hoy es Panamá.
Recordar a Bolívar y nuestra historia aviva en nosotros el sentimiento anti-norteamericano...
Citas
1.- También EE.UU. practicaba desvergonzadamente el contrabando de armas a favor de los realistas, y el comodoro, Stewart de la marina de guerra de EE.UU. espiaba para ayudar a España.
2.- Fue el 8 de marzo de 1822 cuando EE.UU. reconoció la independencia de Colombia.
3.- En 1820 escribía Bolívar a José Tomás Revenga: jamás conducta ha sido más infame que La de los norteamericanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quién sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses.
4.- El 3 de febrero de 1827 el cónsul de EE.UU. en Lima, Mr. William Tudor, envió al Departamento de Estado una muy significativa casta -a raíz del trastornado congreso de Panamá- donde decía: La esperanza de que los proyectos de Bolívar están ahora efectivamente destruidos es una de las más consoladoras Esto no sólo es motivo de felicitación en lo relativo a ¡a América del Sur, liberada de un despotismo militar y de proyectos de insaciable ambición que habrían consumido todos sus recursos, sino que también Estados Unidos se ve aliviado de un enemigo peligroso en e1 futuro... Si hubiera triunfado estoy persuadido de que hubiéramos sufrido su animosidad...
( Del libro Bolívar: Pensamiento precursor del antiimperialismo, de Francisco Pividal.)

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La vigencia sangrienta del himno norteamericano


Jimi Hendrix The Star Spangled Banner Woodstock... por vb24> En woodstock 1969,Jimi Hendrix interpretó el himno estadounidense mezclándolo con simulaciones sonoras de bombardeos y ametrallamientos sobre los barrios de Vietnam, sirenas anti-aéreas y otros ruidos de batalla, solo utilizando su guitarra.
¡¡¡Aun su terrorifico sonido espanta al mundo!!!

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