"Karl Marx: "Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen." .

miércoles, 27 de mayo de 2009

¿Libertad de prensa? ¡Libertad de Imprenta!


Denny Ortuño

La polémica que hoy día se está gestando en Venezuela en torno a la “libertad de expresión”, presenta buena oportunidad para iniciar una verdadera discusión que nos permita contextualizar los elementos que rodean al concepto, el manejo de clase que se hace de él, durante las distintas fases del desarrollo social y el verdadero destino que debe tener la mencionada libertad.
La “libertad de expresión” y la “libertad de prensa” como derivados Gutenbergianos, no existían ni como concepto ni como derecho, porque de hecho estaban secuestrados por la religión cristiana de manera inhumana durante todo su tenebroso dominio político, económico y religioso en la Edad Media u Oscurantista, y aquellos que intentaban ejercerlo acababan con sus huesos hechos cenizas, previa tortura, humillación y escarnio de la persona. Durante los siglos XV y XVI y XVII, se inicia la ruptura de ese dominio absoluto y cruel del cristianismo bajo la forma del feudalismo, con el Iluminismo, Humanismo o más acertadamente denominado El Renacimiento, periodo en el cual el ser humano se reconoce como creador de conocimiento e inicia el proceso de investigación, descubrimiento, formulación de hipótesis y aplicación practica de las investigaciones acerca de los procesos espirituales, sociales y naturales, criminalizados en siglos pasados por la iglesia cristiana.
La “libertad de prensa” y/o la “libertad de expresión” se incorporan como nociones nuevas en la lucha que se estaba librando contra del régimen feudal del rey, el terrateniente y el clero.

La imprenta se instala como ariete de opinión, de una nueva clase que emergía, en donde los libres pensadores, prestamistas y comerciantes, hacían mella constante del poder, utilizando el ataque a la tradición, los dogmas, las leyes y de todo el proceso ideológico que sustentaba el modelo de producción económica y social del terrateniente civil y clerical.
En ese momento la opinión de esa clase emergente, que no es otra que la burguesía, se abría paso en los medios impresos, imponiéndose como la opinión de toda la sociedad que se manifestaba a favor de los cambios y de otorgar más beneficios jurídicos, políticos y económicos al comerciante, al prestamista.
La noción “libertad de prensa y de opinión”, se forjó como una herramienta de carácter reivindicativo, pero de uso preponderante de la burguesía emergente y mercantil, de hecho, estos fueron quienes se apoderaron de los medios y herramientas de imprenta, que en principio pertenecían al artesano, y que luego devendría en obrero asalariado, despojado de sus medios de producción.
Como corolario tenemos en primer lugar, que por el férreo control de la iglesia cristiana en todos los ámbitos de la sociedad, la opinión y su expresión, no eran de libre ejercicio ni eran considerados manifestaciones ineludibles del ser humano, ni imprescindibles para su desarrollo físico y sicológico, por el contrario eran fuertemente condenados y reprimidos y de uso exclusivo del poder feudal civil y religioso.
En segundo lugar, una vez que se ejerce el criterio en su forma de “libertad de opinión” y “libertad de prensa” se hace siguiendo unos intereses determinados, como instrumento de una clase para enfrentarse a otra, en el caso mencionado, de la burguesía emergente contra el modelo feudal.
En tercer término, esta “libertad de prensa” y “libertad de opinión” se convierten en rehenes de la burguesía, y solo bajo su mando se manifiestan, pero siempre atados a los grilletes que le robó al artesano (imprenta, papel, tintas, tipos, etc.); por último, el antiguo artesano que se inició como discípulo de Gutenberg, es convertido a la fuerza en asalariado, sin herramientas ni medios de producción y sin mas recursos para su pervivencia que su fuerza de trabajo.
Una vez que la burguesía se convierte en clase dominante, que tiene a su disposición todos los recursos de la sociedad para generar ganancias debe, por necesidad, mantener su predominio no solo ejerciendo el control y la represión por los medios materiales convencionales, sino también utilizando los medios de producción ideológica, como por ejemplo los medios impresos y audiovisuales.
Es pertinente señalar que la “libertad de expresión” es una actividad que actualmente esta consagrada como derecho humano, y siendo que es el ejercicio verbal o práctico del pensamiento, este se realiza cotidianamente desde la escuela, el trabajo, la comunidad, las artes, etc., pero que de forma similar a la Edad Media con el cristianismo, “la libertad de expresión” y “la libertad de prensa” en el capitalismo, es monopolizada su difusión por la clase que posee la propiedad de los medios de producción material y espiritual de la sociedad: los capitalistas, la burguesía.
La peculiaridad que presenta este dominio de la expresión del pensamiento, es que no solo es presa del monopolio, sino que es convertida en mercancía, y por eso susceptible de ser intercambiada por dinero. Como mercancía, es un producto hecho dentro de los parámetros de la empresa privada capitalista y simultáneamente, mercadeada para su consumo por el resto de la población.
Recordemos que una vez que los medios y herramientas pasan de manos del artesano a manos del burgués, este se hace dueño también de lo producido, en forma de opinión, de noticias, de ideas que recrean y gobiernan el mundo, a través de la prensa, los libros, el panfleto y que con el devenir del tiempo su dominio opinático, hegemónico y mundial se irá consolidando con el desarrollo delos medios radio eléctricos, a través de la tv, la radio y los satélites.
La burguesía fiel a su proceder de presentar como general sus intereses particulares, levanta como bandera sus ideas, las cuales son expuestas por diferentes actores, a los que se les ha comprado la voz y la pluma, para que siembren en la población ideas que por su origen e intereses son propias de la burguesía.
La “libertad de expresión” como difusión de las ideas, es un derecho para la burguesía pero un mito para el resto de la población. La imprenta supuso la masificación de las ideas, en periódicos, libros, proclamas, propaganda; la burguesía naciente al apropiarse de los mecanismos de impresión, de lo publicado en ellos y al mismo tiempo de quienes escribían, construye su “libertad de expresión”, relegando a un plano muy insignificante, ideas y opiniones que no reflejen los intereses de esa clase. Actualmente, los dueños del conjunto conformado por los medios impresos, los radioeléctricos y los empleados, siguen siendo los capitalistas; “la opinión” emitida por esos medios, tiene, evidentemente, su sello de clase.
Una segunda conclusión que se desprende de esta reflexión es que mientras “la libertad de expresión” y la “libertad de prensa” estén supeditadas a la propiedad de los medios y de los empleados, van a estar marcadas a sangre y fuego por el interés de clase de los capitalistas, cualquier otro actor social, lejos de manifestar su propia concepción del mundo, se convertirá obligatoriamente, en portavoz de la opinión del burgués.
Se puede aducir, que existen medios alternativos como pequeños grupos organizados o como información alternativa del Estado a los consorcios de la prensa, para presentar la “otra cara” de la opinión, pero estos medios se encuentran en desventaja, por la prevalencia de la opinión privada dentro del ámbito local y mundial; ya que los empresarios opinaticos, mantienen vínculos internacionales con sus iguales o hacen “rodar la información” a través de los propios conglomerados que tienen radicados en distintos países. La información, bajo este panorama es alternativa, por lo cual su elección no siempre es de obligatoria consulta, quedando relegada la decisión a la perspicacia de quienes buscan la verdadera opinión e información de los hechos.
Hablar de “libertad de expresión” como condición necesaria para permitir a la población el difundir y conocer sus opiniones e ideas, es tan lógico como proclamar a los cuatro vientos la libertad de los esclavos, sin acabar con el sistema que sustenta la esclavitud, sin acabar con el modo de producción esclavista, sin acabar con los terratenientes, la propiedad privada esclavista, el comercio de seres humanos, las leyes esclavistas y la sujeción del individuo. Necesario es erradicar las causas que confinan la “libertad de expresión”, “la libertad de prensa” al ámbito burgués; no hay otro modo que proclamar para toda la población la “libertad de imprenta” entendiéndose esta, como la propiedad que debe ejercer el conjunto de la sociedad, sobre los medios impresos y radioeléctricos; liberar la opinión, la prensa de la parcela privada en que la tiene encerrada el burgués, para su uso exclusivo.
Para terminar debemos afirmar contundentemente, que el ejercicio pleno de la “libertad de expresión”, de la “libertad de prensa” solo se desarrollaría al poner al servicio del conjunto del pueblo, la propiedad de los medios de comunicación, proclamar como derecho más que la “libertad de prensa” la “Libertad de imprenta”.


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viernes, 22 de mayo de 2009

Conozco a Carlos Marx, pero no se quien es Gloria Cuenca

Denny Ortuño
Desconozco quien es esta hija anónima de las vallas mediáticas, no sé qué actividad desempeña para ganarse la vida, ni cuales son su meritos en el orden terrenal. Según dicen las voces mediáticas es profesora, por lo que me encuentro en las nebulosas para definir a cual actividad investigativa o docente entrega el producto de sus neuronas; confieso que no he oído hablar siquiera de algún discípulo que emergiera del plano orbital de su tutela, o se colocara, producto de las enseñanzas de dicha profesora, en las cumbres terrenales de la investigación o aportación científica del país.
Confieso que no he oído hablar de esta señora mas allá de lo que se ha mencionado en Aporrea, por lo que me declaro desierto de opinión en torno a esta señora.
Pero cosa muy distinta es hablar acerca del Prometeo del movimiento comunista internacional, CARLOS MARX, precursor de las ideas revolucionarias más importantes de los siglos XIX, XX y XXI, así como de la aplicación práctica de dichas ideas.

Este gigante del proletariado mundial, apuntaló para la humanidad, los principios sobre los cuales se fundamenta el sistema capitalista de producción y distribución: la propiedad privada de los medios de producción y el trabajo asalariado; elementos que debe tomar en cuenta el movimiento proletario en sus luchas contra el capital.
Demostró científicamente, que los males de la sociedad actual no son eternos, ni inmutables y que pueden y deben ser revolucionados para alcanzar el camino de la comunidad social e internacional.
Planteó de forma científica y política que los trabajadores junto a todos los sectores de explotados de la sociedad, son los encargados de la transformación del mundo y que sobre sus hombros descansa un mundo de justicia, solidaridad y equidad; que el único movimiento que hace frente a la explotación capitalista, es el movimiento comunista internacional, el cual se opone absolutamente, a la destrucción que somete el capitalismo a la naturaleza y al ser humano.
Marx, nos legó el método dialectico como forma de abordar el estudio científico y dialectico de la historia de la humanidad y la manera de superar las limitaciones que impone las relaciones basadas en la propiedad privada capitalista de producción y distribución.
El comunista Marx, orientó y alentó al movimiento proletario mundial, al indicarle cuáles eran sus objetivos a corto y largo plazo, dentro de la lucha reivindicativa sindical y política.
A Carlos Marx si lo conozco, y es mucho más productivo su conocimiento y discusión. Ya que gracias a él entendimos cual es el motor de los procesos sociales y cuáles son las clases sociales que son revolucionarias y cuales reaccionarias a los cambios sociales.
A Carlos Marx hay que estudiarlo, para poder entender que el movimiento revolucionario es liderado por los trabajadores en beneficio de toda la población y del mundo, en contra, de la burguesía, de la propiedad privada de los medios de producción y del trabajo asalariado.


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martes, 19 de mayo de 2009

PRINCIPIOS DEL COMUNISMO

F. ENGELS

El trabajo "Principios del comunismo" es un proyecto de programa de la Liga de los Comunistas. Lo escribió Engels en París por encargo del Comité Comarcal de la Liga. Sin embargo, luego de que como resultado de su II Congreso (29 de noviembre-8 de diciembre de 1847), la Liga les encargara a Marx y Engels la redacción de un programa para la Liga, los autores abandonaron la forma de catequismo que marcó la obra aquí reproducida y optaron por escribir el programa en forma de minifiesto. El resultado se conoce como el Manifiesto del Partido Comunista. Al escribirlo, los autores utilizaron las tesis expuestas por Engels en los "Principios del comunismo".
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I. ¿Qué es el comunismo?

El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado.
II. ¿Qué es el proletariado?
El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XIX.
III. ¿Quiere decir que los proletarios no han existido siempre?
No. Las clases pobres y trabajadoras han existido siempre, siendo pobres en la mayoría de los casos. Ahora bien, los pobres, los obreros que viviesen en las condiciones que acabamos de señalar, o sea los proletarios, no han existido siempre, del mismo modo que la competencia no ha sido siempre libre y desenfrenada.
IV. ¿Cómo apareció el proletariado?
El proletariado nació a raíz de la revolución industrial, que se produjo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo pasado y se repitió luego en todos los países civilizados del mundo. Dicha revolución se debió al invento de la máquina de vapor, de las diversas máquinas de hilar, del telar mecánico y de toda una serie de otros dispositivos mecánicos. Estas máquinas, que costaban muy caras y, por eso, sólo estaban al alcance de los grandes capitalistas, transformaron completamente el antiguo modo de producción y desplazaron a los obreros anteriores, puesto que las máquinas producían mercancías más baratas y mejores que las que podían hacer éstos con ayuda de sus ruecas y telares imperfectos. Las máquinas pusieron la industria enteramente en manos de los grandes capitalistas y redujeron a la nada el valor de la pequeña propiedad de los obreros (instrumentos, telares, etc.), de modo que los capitalistas pronto se apoderaron de todo, y los obreros se quedaron con nada. Así se instauró en la producción de tejidos el sistema fabril. En cuanto se dio el primer impulso a la introducción de máquinas y al sistema fabril; este último se propagó rápidamente en las demás ramas de la industria, sobre todo en el estampado de tejidos, la impresión de libros, la alfarería y la metalurgia. El trabajo comenzó a dividirse más y más entre los obreros individuales de tal manera que el que antes efectuaba todo el trabajo pasó a realizar nada más que una parte del mismo. Esta división del trabajo permitió fabricar los productos más rápidamente y, por consecuencia, de modo más barato. Ello redujo la actividad de cada obrero a un procedimiento mecánico, muy sencillo, constantemente repetido, que la máquina podía realizar con el mismo éxito o incluso mucho mejor. Por tanto, todas estas ramas de la producción cayeron, una tras otra, bajo la dominación del vapor, de las máquinas y del sistema fabril, exactamente del mismo modo que la producción de hilados y de tejidos. En consecuencia, ellas se vieron enteramente en manos de los grandes capitalistas, y los obreros quedaron privados de los úItimos restos de su independencia. Poco a poco, el sistema fabril extendió su dominación no ya sólo a la manufactura, en el sentido estricto de la palabra, sino que comenzó a apoderarse más y más de las actividades artesanas, ya que también en esta esfera los grandes capitalistas desplazaban cada vez más a los pequeños maestros, montando grandes talleres, en los que era posible ahorrar muchos gastos e implantar una detallada división del trabajo. Así llegamos a que, en los países civilizados, casi en todas las ramas del trabajo se afianza la producción fabril y, casi en todas estas ramas, la gran industria desplaza a la artesanía y la manufactura. Como resultado de ello, se arruina más y más la antigua clase media, sobre todo los pequeños artesanos, cambia completamente la anterior situación de los trabajadores y surgen dos clases nuevas, que absorben paulatinamente a todas las demás, a saber:
I. La clase de los grandes capitalistas, que son ya en todos los países civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios de existencia, como igualmente de las materias primas y de los instrumentos (máquinas, fábricas, etc.) necesarios para la producción de los medios de existencia. Es la clase de los burgueses, o sea, burguesía.
II. La clase de los completamente desposeídos, de los que en virtud de ello se ven forzados a vender su trabajo a los burgueses, al fin de recibir en cambio los medios de subsistencia necesarios para vivir. Esta clase se denomina la clase de los proletarios, o sea, proletariado.
V. ¿En qué condiciones se realiza esta venta del trabajo de los proletarios a los burgueses?
El trabajo es una mercancía como otra cualquiera, y su precio depende, por consiguiente, de las mismas leyes que el de cualquier otra mercancía. Pero, el precio de una mercancía, bajo el dominio de la gran industria o de la libre competencia, que es lo mismo, como lo veremos más adelante, es, por término medio, siempre igual a los gastos de producción de dicha mercancía. Por tanto, el precio del trabajo es también igual al costo de producción del trabajo. Ahora bien, el costo de producción del trabajo consta precisamente de la cantidad de medios de subsistencia indispensables para que el obrero esté en condiciones de mantener su capacidad de trabajo y para que la clase obrera no se extinga. El obrero no percibirá por su trabajo más que lo indispensable para ese fin; el precio del trabajo o el salario será, por consiguiente, el más bajo, constituirá el mínimo de lo indispensable para mantener la vida. Pero, por cuanto en los negocios existen períodos mejores y peores, el obrero percibirá unas veces más, otras menos, exactamente de la misma manera que el fabricante cobra unas veces más, otras menos, por sus mercancías. Y, al igual que el fabricante, que, por término medio, contando los tiempos buenos y los malos, no percibe por sus mercancías ni más ni menos que su costo de producción, el obrero percibirá, por término medio, ni más ni menos que ese mínimo. Esta ley económica del salario se aplicará más rigurosamente en la medida en que la gran industria vaya penetrando en todas las ramas de la producción.
VI. ¿Qué clases trabajadores existían antes de la revolución industrial?
Las clases trabajadoras han vivido en distintas condiciones, según las diferentes fases de desarrollo de la sociedad, y han ocupado posiciones distintas respecto de las clases poseedoras y dominantes. En la antigüedad, los trabajadores eran esclavos de sus amos, como lo son todavía en un gran número de países atrasados e incluso en la parte meridional de los Estados Unidos. En la Edad Media eran siervos de los nobles propietarios de tierras, como lo son todavía en Hungría, Polonia y Rusia. Además, en la Edad Media, hasta la revolución industrial, existían en las ciudades oficiales artesanos que trabajaban al servicio de la pequeña burguesía y, poco a poco, en la medida del progreso de la manufactura, comenzaron a aparecer obreros de manufactura que iban a trabajar contratados por grandes capitalistas.
VII. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el esclavo?
El esclavo está vendido de una vez y para siempre, en cambio, el proletario tiene que venderse él mismo cada día y cada hora. Todo esclavo individual, propiedad de un señor determinado, tiene ya asegurada su existencia por miserable que sea, por interés de éste. En cambio el proletario individual es, valga la expresión, propiedad de toda la clase de la burguesía. Su trabajo no se compra más que cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la existencia asegurada. Esta existencia está asegurada únicamente a toda la clase de los proletarios. El esclavo está fuera de la competencia. El proletario se halla sometido a ello y siente todas sus fluctuaciones. El esclavo es considerado como una cosa, y no miembro de la sociedad civil. El proletario es reconocido como persona, como miembro de la sociedad civil. Por consiguiente, el esclavo puede tener una existencia mejor que el proletario, pero este último pertenece a una etapa superior de desarrollo de la sociedad y se encuentra a un nivel más alto que el esclavo. Este se libera cuando de todas las relaciones de la propiedad privada no suprime más que una, la relación de esclavitud, gracias a lo cual sólo entonces se convierte en proletario; en cambio, el proletario sólo puede liberarse suprimiendo toda la propiedad privada en general.
VIII. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el siervo?
El siervo posee en propiedad y usufructo un instrumento de producción y una porción de tierra, a cambio de lo cual entrega una parte de su producto o cumple ciertos trabajos. El proletario trabaja con instrumentos de producción pertenecientes a otra persona, por cuenta de ésta, a cambio de una parte del producto. El siervo da, al proletario le dan. El siervo tiene la existencia asegurada, el proletario no. El siervo está fuera de la competencia, el proletario se halla sujeto a ella. El siervo se libera ya refugiándose en la ciudad y haciéndose artesano, ya dando a su amo dinero en lugar de trabajo o productos, transformandose en libre arrendatario, ya expulsando a su señor feudal y haciéndose él mismo propietario. Dicho en breves palabras, se libera entrando de una manera u otra en la clase poseedora y en la esfera de la competencia. El proletario se libera suprimiendo la competencia, la propiedad privada y todas las diferencias de clase.
IX. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el artesano? 1
X. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el obrero de manufactura?
El obrero de manufactura de los siglos XVI-XVIII poseía casi en todas partes instrumentos de producción: su telar, su rueca para la familia y un pequeño terreno que cultivaba en las horas libres. El proletario no tiene nada de eso. El obrero de manufactura vive casi siempre en el campo y se halla en relaciones más o menos patriarcales con su señor o su patrono. El proletario suele vivir en grandes ciudades y no lo unen a su patrono más que relaciones de dinero. La gran industria arranca al obrero de manufactura de sus condiciones patriarcales; éste pierde la propiedad que todavía poseía y sólo entonces se convierte en proletario.
XI. ¿Cuáles fueron las consecuencias directas de la revolución industrial y de la división de la sociedad en burgueses y proletarios?
En primer lugar, en virtud de que el trabajo de las máquinas reducía más y más los precios de los artículos industriales, en casi todos los países del mundo el viejo sistema de la manufactura o de la industria basada en el trabajo manual fue destruido enteramente. Todos los países semibárbaros que todavía quedaban más o menos al margen del desarrollo histórico y cuya industria se basaba todavía en la manufactura, fueron arrancados violentamente de su aislamiento. Comenzaron a comprar mercancías más baratas a los ingleses, dejando que se muriesen de hambre sus propios obreros de manufactura. Así, países que durante milenios no conocieron el menor progreso, como, por ejemplo, la India, pasaron por una completa revolución, e incluso la China marcha ahora de cara a la revolución. Las cosas han llegado a tal punto que una nueva máquina que se invente ahora en Inglaterra podrá, en el espacio de un año, condenar al hambre a millones de obreros de China. De este modo, la gran industria ha ligado los unos a los otros a todos los pueblos de la tierra, ha unido en un solo mercado mundial todos los pequeños mercados locales, ha preparado por doquier el terreno para la civilización y el progreso y ha hecho las cosas de tal manera que todo lo que se realiza en los países civilizados debe necesariamente repercutir en todos los demás, por tanto, si los obreros de Inglaterra o de Francia se liberan ahora, ello debe suscitar revoluciones en todos los demás países, revoluciones que tarde o temprano culminarán también allí en la liberación de los obreros.
En segundo lugar, en todas las partes en que la gran industria ocupó el lugar de la manufactura, la burguesía aumentó extraordinariamente su riqueza y poder y se erigió en primera clase del país. En consecuencia, en todas las partes en las que se produjo ese proceso, la burguesía tomó en sus manos el poder político y desalojó las clases que dominaban antes: la aristocracia, los maestros de gremio y la monarquía absoluta, que representaba a la una y a los otros. La burguesía acabó con el poderío de la aristocracia y de la nobleza, suprimiendo el mayorazgo o la inalienabilidad de la posesión de tierras, como también todos los privilegios de la nobleza. Destruyó el poderío de los maestros de gremio, eliminando todos los gremios y los privilegios gremiales. En el lugar de unos y otros puso la libre competencia, es decir, un estado de la sociedad en la que cada cual tenía derecho a dedicarse a la rama de la industria que le gustase y nadie podía impedírselo a no ser la falta de capital necesario para tal actividad. Por consiguiente, la implantación de la libre competencia es la proclamación pública de que, de ahora en adelante, los miembros de la sociedad no son iguales entre sí únicamente en la medida en que no lo son sus capitales, que el capital se convierte en la fuerza decisiva y que los capitalistas, o sea, los burgueses, se erigen así en la primera clase de la sociedad. Ahora bien, la libre competencia es indispensable en el período inicial del desarrollo de la gran industria, porque es el único régimen social con el que la gran industria puede progresar. Tras de aniquilar de este modo el poderío social de la nobleza y de los maestros de gremio, puso fin también al poder político de la una y los otros. Llegada a ser la primera clase de la sociedad, la burguesía se proclamó también la primera clase en la esfera política. Lo hizo implantando el sistema representativo, basado en la igualdad burguesa ante la ley y en el reconocimiento legislativo de la libre competencia. Este sistema fue instaurado en los países europeos bajo la forma de la monarquía constitucional. En dicha monarquía sálo tienen derecho de voto los poseedores de cierto capital, es decir, únicamente los burgueses. Estos electores burgueses eligen a los diputados, y estos diputados burgueses, valiéndose del derecho a negar los impuestos, eligen un gobierno burgués.
En tercer lugar, la revolución indistrial ha creado en todas partes el proletariado en la misma medida que la burguesía. Cuanto más ricos se hacían los burgueses, más numerosos eran los proletarios. Visto que sólo el capital puede dar ocupación a los proletarios y que el capital sólo aumenta cuando emplea trabajo, el crecimiento del proletariado se produce en exacta correspondencia con el del capital. Al propio tiempo, la revolución industrial agrupa a los burgueses y a los proletarios en grandes ciudades, en las que es más ventajoso fomentar la industria, y can esa concentración de grandes masas en un mismo lugar le inculca a los proletarios la conciencia de su fuerza. Luego, en la medida del progreso de la revolución industrial, en la medida en que se inventan nuevas máquinas, que eliminan el trabajo manual, la gran industria ejerce una presión creciente sobre los salarios y los reduce, como hemos dicho, al mínimo, haciendo la situación del proletariado cada vez más insoportable. Así, por una parte, como consecuencia del descontento creciente del proletariado y, por la otra, del crecimiento del poderío de éste, la revolución industrial prepara la revolución social que ha de realizar el proletariado.
XII. ¿Cuáles han sido las consecuencias siguientes de la revolución industrial?
La gran industria creó, con la máquina de vapor y otras máquinas, los medios de aumentar la producción industrial rápidamente, a bajo costo y hasta el infinito. Merced a esta facilidad de ampliar la producción, la libre competencia, consecuencia necesaria de esta gran industria, adquirió pronto un carácter extraordinariamente violento; un gran número de capitalistas se lanzó a la industria, en breve plazo se produjo más de lo que se podía consumir. Como consecuencia, no se podían vender las mercancías fabricadas y sobrevino la llamada crisis comercial; las fábricas tuvieron que parar, los fabricantes quebraron y los obreros se quedaron sin pan. Y en todas partes se extendió la mayor miseria. Al cabo de cierto tiempo se vendieron los productos sobrantes, las fábricas volvieron a funcionar, los salarios subieron y, poco a poco, los negocios marcharon mejor que nunca. Pero no por mucho tiempo, ya que pronto volvieron a producirse demasiadas mercancías y sobrevino una nueva crisis que transcurrió exactamente de la misma manera que la anterior. Así, desde comienzos del presente siglo, en la situación de la industria se han producido continuamente oscilaciones entre períodos de prosperidad y períodos de crisis, y casi regularmente, cada cinco o siete años se ha producido tal crisis, con la particularidad de que cada vez acarreaba las mayores calamidades para los obreros, una agitación revolucionaria general y un peligro colosal para todo el régimen existente.
XIII. ¿Cuáles son las consecuencias de estas crisis comerciales que se repiten regularmente?
En primer lugar, la de que la gran industria, que en el primer período de su desarrollo creó la libre competencia, la ha rebasado ya; que la competencia y, hablando en términos generales, la producción industrial en manos de unos u otros particulares se ha convertido para ella en una traba a la que debe y ha de romper; que la gran industria, mientras siga sobre la base actual, no puede existir sin conducir cada siete años a un caos general que supone cada vez un peligro para toda la civilización y no sólo sume en la miseria a los proletarios, sino que arruina a muchos burgueses; que, por consiguiente, la gran industria debe destruirse ella misma, lo que es absolutamente imposible, o reconocer que hace imprescindible una organización completamente nueva de la sociedad, en la que la producción industrial no será más dirigida por unos u otros fabricantes en competencia entre sí, sino por toda la sociedad con arreglo a un plan determinado y de conformidad con las necesidades de todos los miembros de la sociedad.
En segundo lugar, que la gran industria y la posibilidad, condicionada por ésta, de ampliar hasta el infinito la producción permiten crear un régimen social en el que se producirán tantos medios de subsistencia que cada miembro de la sociedad estará en condiciones de desarrollar y emplear libremente todas sus fuerzas y facultades; de modo que, precisamente la peculiaridad de la gran industria que en la sociedad moderna engendra toda la miseria y todas las crisis comerciales será en la otra organización social justamente la que ha de acabar con esa miseria y esas fluctuaciones preñadas de tantas desgracias.

Por tanto, está probado claramente:
1) que en la actualidad todos estos males se deben únicamente al régimen social, el cual ya no responde más a las condiciones existentes;
2) que ya existen los medios de supresión definitiva de estas calamidades por vía de la construcción de un nuevo orden social.
XIV. ¿Cómo debe ser ese nuevo orden social?
Ante todo, la administración de la industria y de todas las ramas de la producción en general dejará de pertenecer a unos u otros individuos en competencia. En lugar de esto, las ramas de la producción pasarán a manos de toda la sociedad, es decir, serán administradas en beneficio de toda la sociedad, con arreglo a un plan general y con la participación de todos los miembros de la sociedad. Por tanto, el nuevo orden social suprimirá la competencia y la sustituirá con la asociación. En vista de que la dirección de la industria, al hallarse en manos de particulares, implica necesariamente la existencia de la propiedad privada y por cuanto la competencia no es otra cosa que ese modo de dirigir la industria, en el que la gobiernan propietarios privados, la propiedad privada va unida inseparablemente a la dirección individual de la industria y a la competencia. Así, la propiedad privada debe también ser suprimida y ocuparán su lugar el usufructo colectivo de todos los instrumentos de producción y el reparto de los productos de común acuerdo, lo que se llama la comunidad de bienes.
La supresión de la propiedad privada es incluso la expresión más breve y mas característica de esta transformación de todo el régimen social, que se ha hecho posible merced al progreso de la industria. Por eso los comunistas la planteen can razón como su principal reivindicación.
XV. ¿Eso quiere decir que la supresión de la propiedad privada no era posible antes?
No, no era posible. Toda transformación del orden social, todo cambio de las relaciones de propiedad es consecuencia necesaria de la aparición de nuevas fuerzas productivas que han dejado de corresponder a las viejas relaciones de propiedad. Así ha surgido la misma propiedad privada. La propiedad privada no ha existido siempre; cuando a fines de la Edad Media surgió el nuevo modo de producción bajo la forma de la manufactura, que no encuadraba en el marco de la propiedad feudal y gremial, esta manufactura, que no correspondía ya a las viejas relaciones de propiedad, dio vida a una nueva forma de propiedad: la propiedad privada. En efecto, para la manufactura y para el primer período de desarrollo de la gran industria no era posible ninguna otra forma de propiedad además de la propiedad privada, no era posible ningún orden social además del basado en esta propiedad. Mientras no se pueda conseguir una cantidad de productos que no sólo baste para todos, sino que se quede cierto excedente para aumentar el capital social y seguir fomentando las fuerzas productivas, deben existir necesariamente una clase dominante que disponga de las fuerzas productivas de la sociedad y una clase pobre y oprimida. La constitución y el carácter de estas clases dependen del grado de desarrollo de la producción. La sociedad de la Edad Media, que tiene por base el cultivo de la tierra, nos da el señor feudal y el siervo; las ciudades de las postrimerías de la Edad Media nos dan el maestro artesano, el oficial y el jornalero; en el siglo XVII, el propietario de manufactura y el obrero de ésta; en el siglo XIX, el gran fabricante y el proletario. Es claro que, hasta el presente, las fuerzas productivas no se han desarrollado aún al punto de proporcionar una cantidad de bienes suficiente para todos y para que la propiedad privada sea ya una traba, un obstáculo para su progreso. Pero hoy, cuando, merced al desarrollo de la gran industria, en primer lugar, se han constituido capitales y fuerzas productivas en proporciones sin precedentes y existen medios para aumentar en breve plazo hasta el infinito estas fuerzas productivas; cuando, en segundo lugar, estas fuerzas productivas se concentran en manos de un reducido número de burgueses, mientras la gran masa del pueblo se va convirtiendo cada vez más en proletarios, con la particularidad de que su situación se hace más precaria e insoportable en la medida en que aumenta la riqueza de los burgueses; cuando, en tercer lugar, estas poderosas fuerzas productivas, que se multiplican con tanta facilidad hasta rebasar el marco de la propiedad privada y del burgués, provocan continuamente las mayores conmociones del orden social, sólo ahora la supresión de la propiedad privada se ha hecho posible e incluso absolutamente necesaria.
XVI. ¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada?
Sería de desear que fuese así, y los comunistas, como es lógico, serían los últimos en oponerse a ello. Los comunistas saben muy bien que todas las conspiraciones, además de inútiles, son incluso perjudiciales. Están perfectamente al corriente de que no se pueden hacer las revoluciones premeditada y arbitrariamente y que éstas han sido siempre y en todas partes una consecuencia necesaria de circunstancias que no dependían en absoluto de la voluntad y la dirección de unos u otros partidos o clases enteras. Pero, al propio tiempo, ven que se viene aplastando por la violencia el desarrollo del proletariado en casi todos los países civilizados y que, con ello, los enemigos mismos de los comunistas trabajan con todas sus energías para la revolución. Si todo ello termina, en fin de cuentas, empujando al proletariado subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con hechos, no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la causa del proletariado.
XVII. ¿Será posible suprimir de golpe la propiedad privada?
No, no será posible, del mismo modo que no se puede aumentar de golpe las fuerzas productivas existentes en la medida necesaria para crear una economía colectiva. Por eso, la revolución del proletariado, que se avecina según todos los indicios, sólo podrá transformar paulatinamente la sociedad actual, y acabará con la propiedad privada únicamente cuando haya creado la necesaria cantidad de medios de producción.
XVIII. ¿Qué vía de desarrollo tomará esa revolución?
Establecerá, ante todo, un régimen democrático y, por tanto, directa o indirectamente, la dominación política del proletariado. Directamente en Inglaterra, donde los proletarios constituyen ya la mayoría del pueblo. Indirectamente en Francia y en Alemania, donde la mayoría del pueblo no consta únicamente de proletarios, sino, además, de pequeños campesinos y pequeños burgueses de la ciudad, que se encuentran sólo en la fase de transformación en proletariado y que, en lo tocante a la satisfacción de sus intereses políticos, dependen cada vez más del proletariado, por cuya razón han de adherirse pronto a las reivindicaciones de éste. Para ello, quizá, se necesite una nueva lucha que, sin embargo, no puede tener otro desenlace que la victoria del proletariado.
La democracia sería absolutamente inútil para el proletariado si no la utilizara inmediatamente como medio para llevar a cabo amplias medidas que atentasen directamente contra la propiedad privada y asegurasen la existencia del proletariado. Las medidas más importantes, que dimanan necesariamente de las condiciones actuales, son:
1) Restricción de la propiedad privada mediante el impuesto progresivo, el alto impuesto sobre las herencias, la abolición del derecho de herencia en las líneas laterales (hermanos, sobrinos, etc.), préstamos forzosos, etc.
2) Expropiación gradual de los propietarios agrarios, fabricantes, propietarios de ferrocarriles y buques, parcialmente con ayuda de la competencia por parte de la industria estatal y, parcialmente de modo directo, con indemnización en asignados.
3) Confiscación de los bienes de todos los emigrados y de los rebeldes contra la mayoría del pueblo.
4) Organización del trabajo y ocupación de los proletarios en fincas, fábricas y talleres nacionales, con lo cual se eliminará la competencia entre los obreros, y los fabricantes que queden, tendrán que pagar salarios tan altos como el Estado.
5) Igual deber obligatorio de trabajo para todos los miembros de la sociedad hasta la supresión completa de la propiedad privada. Formación de ejércitos industriales, sobre todo para la agricultura.
6) Centralización de los créditos y la banca en las manos del Estado a través del Banco Nacional, con capital del Estado. Cierre de todos los bancos privados.
7) Aumento del número de fábricas, talleres, ferrocarriles y buques nacionales, cultivo de todas las tierras que están sin labrar y mejoramiento del cultivo de las demás tierras en consonancia con el aumento de los capitales y del número de obreros de que dispone la nación.
8) Educación de todos los niños en establecimientos estatales y a cargo del Estado, desde el momento en que puedan prescindir del cuidado de la madre. Conjugar la educación con el trabajo fabril.
9) Construcción de grandes palacios en las fincas del Estado para que sirvan de vivienda a las comunas de ciudadanos que trabajen en la industria y la agricultura y unan las ventajas de la vida en la ciudad y en el campo, evitando así el carácter unilateral y los defectos de la una y la otra.
10) Destrucción de todas las casas y barrios insalubres y mal construidos.
11) Igualdad de derecho de herencia para los hijos legítimos y los naturales.
12) Concentración de todos los medios de transporte en manos de la nación.
Por supuesto, todas estas medidas no podrán ser llevadas a la práctica de golpe. Pero cada una entraña necesariamente la siguiente. Una vez emprendido el primer ataque radical contra la propiedad privada, el proletariado se verá obligado a seguir siempre adelante y a concentrar más y más en las manos del Estado todo el capital, toda la agricultura, toda la industria, todo el transporte y todo el cambio. Este es el objetivo a que conducen las medidas mencionadas. Ellas serán aplicables y surtirán su efecto centralizador exactamente en el mismo grado en que el trabajo del proletariado multiplique las fuerzas productivas del país. Finalmente, cuando todo el capital, toda la producción y todo el cambio estén concentrados en las manos de la nación, la propiedad privada dejará de existir de por sí, el dinero se hará superfluo, la producción aumentará y los hombres cambiarán tanto que se podrán suprimir también las últimas formas de relaciones de la vieja sociedad.
XIX. ¿Es posible esta revolución en un solo país?
No. La gran industria, al crear el mercado mundial, ha unido ya tan estrechamente todos los pueblos del globo terrestre, sobre todo los pueblos civilizados, que cada uno depende de lo que ocurre en la tierra del otro. Además, ha nivelado en todos los países civilizados el desarrollo social a tal punto que en todos estos países la burguesía y el proletariado se han erigido en las dos clases decisivas de la sociedad, y la lucha entre ellas se ha convertido en la principal lucha de nuestros días. Por consecuencia, la revolución comunista no será una revolución puramente nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los países civilizados, es decir, al menos en Inglaterra, en América, en Francia y en Alemania. Ella se desarrollará en cada uno de estos países más rápidamente o más lentamente, dependiendo del grado en que esté en cada uno de ellos más desarrollada la industria, en que se hayan acumulado más riquezas y se disponga de mayores fuerzas productivas. Por eso será más lenta y difícil en Alemania y más rápida y fácil en Inglaterra. Ejercerá igualmente una influencia considerable en los demás países del mundo, modificará de raíz y acelerará extraordinariamente su anterior marcha del desarrollo. Es una revolución universal y tendrá, por eso, un ámbito universal.
XX. ¿Cuáles serán las consecuencias de la supresión definitiva de la propiedad privada?
Al quitar a los capitalistas privados el usufructo de todas las fuerzas productivas y medios de comunicación, así como el cambio y el reparto de los productos, al administrar todo eso con arreglo a un plan basado en los recursos disponibles y las necesidades de toda la sociedad, ésta suprimirá, primeramente, todas las consecuencias nefastas ligadas al actual sistema de dirección de la gran industria. Las crisis desaparecerán; la producción ampliada, que es, en la sociedad actual, una superproducción y una causa tan poderosa de la miseria, será entonces muy insuficiente y deberá adquirir proporciones mucho mayores. En lugar de engendrar la miseria, la producción superior a las necesidades perentorias de la sociedad permitirá satisfacer las demandas de todos los miembros de ésta, engendrará nuevas demandas y creará, a la vez, los medios de satisfacerlas. Será la condición y la causa de un mayor progreso y lo llevará a cabo, sin suscitar, como antes, el trastorno periódico de todo el orden social. La gran industria, liberada de las trabas de la propiedad privada, se desarrollará en tales proporciones que, comparado con ellas, su estado actual parecerá tan mezquino como la manufactura al lado de la gran industria moderna. Este avance de la industria brindara a la sociedad suficiente cantidad de productos para satisfacer las necesidades de todos. Del mismo modo, la agricultura, en la que, debido al yugo de la propiedad privada y al fraccionamiento de las parcelas, resulta difícil el empleo de los perfeccionamientos ya existentes y de los adelantos de la ciencia experimentará un nuevo auge y ofrecerá a disposición de la sociedad una cantidad suficiente de productos. Así, la sociedad producirá lo bastante para organizar la distribución con vistas a cubrir las necesidades de todos sus miembros. Con ello quedará superflua la división de la sociedad en clases distintas y antagónicas. Dicha división, además de superflua, será incluso incompatible con el nuevo régimen social. La existencia de clases se debe a la división del trabajo, y esta última, bajo su forma actual desaparecerá enteramente, ya que, para elevar la producción industrial y agrícola al mencionado nivel no bastan sólo los medios auxiliares mecánicos y químicos. Es preciso desarrollar correlativamente las aptitudes de los hombres que emplean estos medios. Al igual que en el siglo pasado, cuando los campesinos y los obreros de las manufacturas, tras de ser incorporados a la gran industria, modificaron todo su régimen de vida y se volvieron completamente otros, la dirección colectiva de la producción por toda la sociedad y el nuevo progreso de dicha producción que resultara de ello necesitarán hombres nuevos y los formarán. La gestión colectiva de la producción no puede correr a cargo de los hombres tales como lo son hoy, hombres que dependen cada cual de una rama determinada de la producción, están aferrados a ella, son explotados por ella, desarrollan nada más que un aspecto de sus aptitudes a cuenta de todos los otros y sólo conocen una rama o parte de alguna rama de toda la producción. La industria de nuestros días está ya cada vez menos en condiciones de emplear tales hombres. La industria que funciona de modo planificado merced al esfuerzo común de toda la sociedad presupone con más motivo hombres con aptitudes desarrolladas universalmente, hombres capaces de orientarse en todo el sistema de la producción. Por consiguiente, desaparecerá del todo la división del trabajo, minada ya en la actualidad por la máquina, la división que hace que uno sea campesino, otro, zapatero, un tercero, obrero fabril, y un cuarto, especulador de la bolsa. La educación dará a los jóvenes la posibilidad de asimilar rápidamente en la práctica todo el sistema de producción y les permitirá pasar sucesivamente de una rama de la producción a otra, según sean las necesidades de la sociedad o sus propias inclinaciones. Por consiguiente, la educación los liberará de ese carácter unilateral que la división actual del trabajo impone a cada individuo. Así, la sociedad organizada sobre bases comunistas dará a sus miembros la posibilidad de emplear en todos los aspectos sus facultades desarrolladas universalmente. Pero, con ello desaparecerán inevitablemente las diversas clases. Por tanto, de una parte, la sociedad organizada sobre bases comunistas es incompatible con la existencia de clases y, de la otra, la propia construcción de esa sociedad brinda los medios para suprimir las diferencias de clase.
De ahí se desprende que ha de desaparecer igualmente la oposición entre la ciudad y el campo. Unos mismos hombres se dedicarán al trabajo agrícola y al industrial, en lugar de dejar que lo hagan dos clases diferentes. Esto es una condición necesaria de la asociación comunista y por razones muy materiales. La dispersión de la población rural dedicada a la agricultura, a la par con la concentración de la población industrial en las grandes ciudades, corresponde sólo a una etapa todavía inferior de desarrollo de la agricultura y la industria y es un obstáculo para el progreso, cosa que se hace ya sentir con mucha fuerza.
La asociación general de todos los miembros de la sociedad al objeto de utilizar colectiva y racionalmente las fuerzas productivas; el fomento de la producción en proporciones suficientes para cubrir las necesidades de todos; la liquidación del estado de cosas en el que las necesidades de unos se satisfacen a costa de otros; la supresión completa de las clases y del antagonismo entre ellas; el desarrollo universal de las facultades de todos los miembros de la sociedad merced a la eliminación de la anterior división del trabajo, mediante la educación industrial, merced al cambio de actividad, a la participación de todos en el usufructo de los bienes creados por todos y, finalmente, mediante la fusión de la ciudad con el campo serán los principales resultados de la supresión de la propiedad privada.
XXI. ¿Qué influencia ejercerá el régimen social comunista en la familia?
Las relaciones entre los sexos tendrán un carácter puramente privado, perteneciente sólo a las personas que toman parte en ellas, sin el menor motivo para la ingerencia de la sociedad. Eso es posible merced a la supresión de la propiedad privada y a la educación de los niños por la sociedad, con lo cual se destruyen las dos bases del matrimonio actual ligadas a la propiedad privada: la dependencia de la mujer respecto del hombre y la dependencia de los hijos respecto de los padres. En ello reside, precisamente, la respuesta a los alaridos altamente moralistas de los burguesotes con motivo de la comunidad de las mujeres, que, según éstos, quieren implantar los comunistas. La comunidad de las mujeres es un fenómeno que pertenece enteramente a la sociedad burguesa y existe hoy plenamente bajo la forma de prostitución. Pero, la prostitución descansa en la propiedad privada y desaparecerá junto con ella. Por consiguiente, la organización comunista, en lugar de implantar la comunidad de las mujeres, la suprimirá.
XXII. ¿Cuál será la actitud de la organización comunista hacia las nacionalidades existentes?
- Queda 2.
XXIII. ¿Cuál será su actitud hacia las religiones existentes?
- Queda.
XXIV. ¿Cuál es la diferencia entre los comunistas y los socialistas?
Los llamados socialistas se dividen en tres categorías.
La primera consta de partidarios de la sociedad feudal y patriarcal, que ha sido destruida y sigue siéndolo a diario por la gran industria, el comercio mundial y la sociedad burguesa creada por ambos. Esta categoría saca de los males de la sociedad moderna la conclusión de que hay que restablecer la sociedad feudal y patriarcal, ya que estaba libre de estos males. Todas sus propuestas persiguen, directa o indirectamente, este objetivo. Los comunistas lucharán siempre enérgicamente contra esa categoría de socialistas reaccionarios, pese a su fingida compasión de la miseria del proletariado y las amargas lágrimas que vierten con tal motivo, puesto que estos socialistas:
1) se proponen un objetivo absolutamente imposible;
2) se esfuerzan por restablecer la dominación de la aristocracia, los maestros de gremio y los propietarios de manufacturas, con su séquito de monarcas absolutos o feudales, funcionarios, soldados y curas, una sociedad que, cierto, estaría libre de los vicios de la sociedad actual, pero, en cambio, acarrearía, cuando menos, otros tantos males y, además, no ofrecería la menor perspectiva de liberación, con ayuda de la organización comunista, de los obreros oprimidos;
3) muestran sus verdaderos sentimientos cada vez que el proletariado se hace revolucionario y comunista: se alían inmediatamente a la burguesía contra los proletarios.
La segunda categoría consta de partidarios de la sociedad actual, a los que los males necesariamente provocados por ésta inspiran temores en cuanto a la existencia de la misma. Ellos quieren, por consiguiente, conservar la sociedad actual, pero suprimir los males ligados a ella. A tal objeto, unos proponen medidas de simple beneficencia; otros, grandiosos planes de reformas que, so pretexto de reorganización de la sociedad, se plantean el mantenimiento de las bases de la sociedad actual y, con ello, la propia sociedad actual. Los comunistas deberán igualmente combatir con energía contra estos socialistas burgueses, puesto que éstos trabajan para los enemigos de los comunistas y defienden la sociedad que los comunistas quieren destruir.
Finalmente, la tercera categoría consta de socialistas democráticos. Al seguir el mismo camino que los comunistas, se proponen llevar a cabo una parte de las medidas señaladas en la pregunta... 3, pero no como medidas de transición al comunismo, sino como un medio suficiente para acabar con la miseria y los males de la sociedad actual. Estos socialistas democráticos son proletarios que no ven todavía con bastante claridad las condiciones de su liberación, o representantes de la pequeña burguesía, es decir, de la clase que, hasta la conquista de la democracia y la aplicación de las medidas socialistas dimanantes de ésta, tiene en muchos aspectos los mismos intereses que los proletarios. Por eso, los comunistas se entenderán con esos socialistas democráticos en los momentos de acción y deben, en general, atenerse en esas ocasiones y en lo posible a una política común con ellos, siempre que estos socialistas no se pongan al servicio de la burguesía dominante y no ataquen a los comunistas. Por supuesto, estas acciones comunes no excluyen la discusión de las divergencias que existen entre ellos y los comunistas.
XXV. ¿Cuál es la actitud de los comunistas hacia los demás partidos políticos de nuestra época?
Esta actitud es distinta en los diferentes países. En Inglaterra, Francia y Bélgica, en las que domina la burguesía, los comunistas todavía tienen intereses comunes con diversos partidos democráticos, con la particularidad de que esta comunidad de intereses es tanto mayor cuanto más los demócratas se acercan a los objetivos de los comunistas en las medidas socialistas que los demócratas defienden ahora en todas partes, es decir, cuanto más clara y explícitamente defienden los intereses del proletariado y cuanto más se apoyan en el proletariado. En Inglaterra, por ejemplo, los cartistas 4, que constan de obreros, se aproximan inconmensurablemente más a los comunistas que los pequeñoburgueses democráticos o los llamados radicales.
En Norteamérica, donde ha sido proclamada la Constitución democrática, los comunistas deberán apoyar al partido que quiere encaminar esta Constitución contra la burguesía y utilizarla en beneficio del proletariado, es decir, al partido de la reforma agraria nacional.
En Suiza, los radicales, aunque constituyen todavía un partido de composición muy heterogénea, son, no obstante, los únicos con los que los comunistas pueden concertar acuerdos, y entre estos radicales los más progresistas son los de Vand y los de Ginebra.
Finalmente, en Alemania está todavía por delante la lucha decisiva entre la burguesía y la monarquía absoluta. Pero, como los comunistas no pueden contar con una lucha decisiva con la burguesía antes de que ésta llegue al poder, les conviene a los comunistas ayudarle a que conquiste lo más pronto posible la dominación, a fin de derrocarla, a su vez, lo más pronto posible. Por tanto, en la lucha de la burguesía liberal contra los gobiernos, los comunistas deben estar siempre del lado de la primera, precaviéndose, no obstante, contra el autoengaño en que incurre la burguesía y sin fiarse en las aseveraciones seductoras de ésta acerca de las benéficas consecuencias que, según ella, traerá al proletariado la victoria de la burguesía. Las únicas ventajas que la victoria de la burguesía brindará a los comunistas serán: 1) diversas concesiones que aliviarán a los comunistas la defensa, la discusión y la propagación de sus principios y, por tanto, aliviarán la cohesión del proletariado en una clase organizada, estrechamente unida y dispuesta a la lucha, y 2) la seguridad de que el día en que caigan los gobiernos absolutistas, llegará la hora de la lucha entre los burgueses y los proletarios. A partir de ese día, la política del partido de los comunistas será aquí la misma que en los países donde domina ya la burguesía.
Escrito en alemán por F. Engels a fines de octubre y en noviembre de 1847. Se publica de acuerdo con el manuscrito. Publicado por vez primera como edición aparte en 1914.
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NOTAS
[1] Aquí Engels deja en blanco el manuscrito para redactar luego la respuesta a la pregunta IX.
[2] En el manuscrito, en lugar de respuesta a la pregunta 22, así como a la siguiente, la 23, figura la palabra «queda». Por lo visto, estima que la respuesta debía quedar en la forma que estaba expuesta en uno de los proyectos previos, que no nos han llegado, del programa de la Liga de los Comunistas.
[3] En el manuscrito está en blanco ese lugar; trátase de la pregunta XVIII.
[4] Se les llamó Chartists o cartistas los participantes en el movimiento obrero de Gran Bretaña entre los años 1830s y 1850s que se libró con la reivindicación de la aprobación de una "Carta del Pueblo" que garantize, entre otras cosas, el sufragio universal.


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lunes, 18 de mayo de 2009

Mario Benedetti 14/9/1940 - 17/5/2009

MARIO
Eduardo Galeano
2009-05-18
El dolor se dice callando.
Pero me pregunto:
¿qué será de nuestra ciudad, sola de él?
¿qué será de Montevideo, mutilada de él?
Y me pregunto:
¿qué será de nosotros, sin su bondad inexplicable?

MARIO
Juan Gelman
2009-05-18Es indecible el dolor de su pérdida. Fue poeta, fue novelista, fue ensayista y, sobre todas las cosas, fue un hombre bueno. Nunca se doblegó ante el Poder. Su muerte deja el vacío grande que dejan los grandes. De su obra nacerán otros poetas, como él siempre quiso, y seguirá vivo en el tiempo. El ya no sufre, descansa ya

Mi querido Mario
Willie Schavelzon*
Hace 44 años que nos conocimos, jugando al pin-pon en un hotel en La Habana. Durante este largo tiempo anduvimos juntos, como tu editor en Argentina, en México y en España, luego como tu agente, y siempre como lector y como tu amigo. ¡Cómo extrañaré los 14 de septiembre de cada año, el día en que jugábamos a ver quién era el primero en llamar al otro para desearle feliz cumpleaños!. Tu vida ha sido una enseñanza de amistad y de ética; tu invariable posición frente a la vida y a la política ha sido un modelo para mí y para cientos de miles de lectores, que te seguimos queriendo, te seguimos leyendo y para quienes seguirás siendo siempre un ejemplo de humildad y coherencia intelectual. Me siento tan orgulloso de la amistad y la confianza que me otorgaste... Mario, ¡cómo te echaré de menos! El mundo, hoy más que nunca, necesita de gente como ti. Desde ahora, todos estaremos mucho más huérfanos. Con todo mi cariño y mucha tristeza, te despido con un gran abrazo.
*Willie Schavelzon es agente literario

Miraflores, 18 de mayo de 2009
Comunicado
El Gobierno Bolivariano de Venezuela, se une al dolor que embarga hoy al mundo entero, ante la desaparición física de nuestro compatriota, poeta, camarada y amigo Mario Benedetti.
En esta hora de tristeza, queremos expresar nuestra más profunda palabra de solidaridad al hermano Pueblo uruguayo y al mundo, por la sensible partida del escritor y poeta que fuera en vida un hombre comprometido con la causa de la humanidad. Su pluma, sus ideas, su mérito como militante de la palabra quedarán impresos para siempre en la memoria de nuestro Pueblo Suramericano.
Los hombres no trascienden más que por sus obras y por el bien que dejan a su tierra; en este sentido, son infinitas las enseñanzas del compañero Benedetti, aprendimos con él, -entre muchas otras cosas-, a no dejar caer los párpados, pesados como juicios; una frase que sintetiza su hacer, pues vivió siempre vigilante de su entorno y profundamente comprometido con la realidad de todos los Pueblos de Nuestra América.
Con palabras proféticas, dijo desdichas y miedos, señaló lo terrible, pero también defendió a tiempo las alegrías y esperanzas de los suyos, respondiendo a esa aguda conciencia que fue plasmada en su obra como fina comprensión de la realidad del hombre y mujer común, de nuestros Pueblos, es ése el legado que trasciende y a la vez, el consuelo que nos deja.
Alí Primera, otro cantor del Pueblo lo dijo con certeza: los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos, por eso, no decimos adiós, sólo hasta siempre a un compañero, camarada y amigo del mundo entero, que alzó su palabra como arma de combate, y convirtió sus versos en cantos a la vida y la esperanza. De esa manera será recordado en el porvenir.
Vaya para su familia, sus amigos y seres queridos, toda nuestra solidaridad junto el sentimiento fraterno de quien siempre llevará en su corazón a un ser tan amado como el camarada Mario Benedetti, a quien honraremos leyéndolo con pasión revolucionaria y dejándole saber al mundo, que el Sur también existe.
Ahora más que nunca, Maestro, nuestra misión es y será Defender la Alegría: defenderla del pasmo y las pesadillas / de los neutrales y de los neutrones / de las dulces infamias / y los graves diagnósticos.
¡Ni un solo minuto de silencio por Benedetti! ¡Todos los millones de aplausos y cantos en honor a su ejemplo y obra!
Hugo Chávez Frías


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domingo, 17 de mayo de 2009

Globoterror y Ravel: Tristes semejanzas con terroristas.
Ravel el Posadas Carriles de Venezuela.

Al igual que el sanguinario Posada Carriles, protegido de EEUU, quien ha dedicado toda su vida a ejecutar acciones terroristas contra el pueblo cubano y venezolano y siempre comandado por los servicios de inteligencia usamericanos, Ravel actúa como aquel conspirando, azuzando, e iniciando atentados, los cuales realiza con su medio privado cual cañón, disparando a diestra y siniestra contra todo el mundo, buscando causar el mayor número de bajas y al igual que aquel con tono altanero grita: ¡soy terrorista¡¿y qué?

Globoterror el cañón que lesiona de por vida al ciudadano.

La empresa Globoterror, sirve de bomba o de cañón (para seguir con el símil de Chávez), que disparando o detonando en barrios o ciudades, causa el mayor número de víctimas con su accionar explosivo. Pero con el agravante que las victimas lo son una y otra vez, hora a hora, día a día victimas inconscientes y cuyas heridas van dejando en los sectores donde detona, seres inválidos, disociados que son incapaces de integrarse a la vida social productiva y solidaria.
Los empleados: la milicia que se cuela entre los ciudadanos como personas inofensivas.
Cada uno de los empleados que aparecen en las pantallas de globoterror, son los jurados reclutas que solo tienen como fin último ser los portadores del mensaje de muerte que su jefe les da para hacernos victimas de sus cruentos ataques. Aquí también hay un agravante: esos reclutas se cuelan como aparentes huéspedes amables y fieles, e incesantemente lanzan su carga destructiva, haciendo victimas a los que ya son víctimas por brindarle acogida a tan maléfico escuadrón de muerte.
Las redes terroristas de Ravel-Posadas y Globoterror
Como cualquier organización terrorista, han establecido sus redes con otras organizaciones terroristas, para extender y causar más daño al pueblo venezolano.
Esta organización terrorista, cuya cabeza visible es Ravel-Posadas, no actúa sola, recibe asesoría, financiamiento y lineamiento de su protector-financista EEUU, pero además sus redes se extienden por medio de otras que practican el terrorismo internacional como la SIP, CNN, Radio Caracol, ONG’s fachadas usamericanas y otras que tiene como finalidad potenciar las cargas explosivas que deja el Ravel-Posadas y sus viles reclutas dentro de la población desprevenida.
¿Cuáles son las acciones que pueden aplicarse para desactivar a este grupo terrorista y a su líder Ravel-Posadas? ¿Es legítima la defensa que en este sentido pueda hacerse para salvaguardar a la población y neutralizar las cargas explosivas que lanza este grupo terrorista? ¿Debe prevalecer la integridad ciudadana o la libertad de agredir con impunidad a esta ciudadanía?
dortu@cantv.net


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miércoles, 13 de mayo de 2009

la conferencia espiscopal sepulcros Blanqueados y nido de viboraS

Denny Ortuño
La conferencia episcopal venezolana iniciando el año 2009, tomó bando por los opresores y aniquiladores de siempre. Los argumentos son los mismos que esgrimen los lacayos del imperio usamericano. No es extraño, ya que los fundamentos del sistema de creencias ideológico-religiosas, la hacen afín a la destrucción del mundo y la humanidad.
Veamos:
En el transcurso de la historia, las religiones se han comportado como exterminadoras y piedras de tranca al progreso social y espiritual de los pueblos.
No hay más que revisar a lo largo y ancho del devenir humano y encontraremos como la religión aniquila, corrompe y como por diferentes actores - llámense sacerdotes, iluminados, obispos, patriarcas, pontífices, etc.- impide la investigación, el progreso y el desarrollo espiritual..

Conocidos son los hechos en donde el martirio, la sujeción, la dominación, el comercio fungen como sostenedores de la religión. Sacrificios humanos, en nombre de dioses, privilegios y tradiciones, hasta el empleo de mujeres como sacerdotisas dedicadas al engaño con dioses y al placer carnal para la manutención de templos, ministros y/o representantes divinos.
El accionar religioso en su totalidad conlleva al mantenimiento del orden instituido en beneficio de los poderosos y de la misma religión, muy lejos tiene como norte el desarrollo espiritual y material de los individuos, ya que lo prevalente es el sistema de dominación espiritual y encadenamiento material en beneficio del mismo sistema.
Se puede alegar que siglos atrás quedaron las hecatombes, depravaciones y comercios que sostenían iglesias y alimentaban dioses, reyes y representantes divinos. Solo revisar los textos en que se fundamentan las normas religiosas, las fundaciones y sostenimiento eclesiástico- al menos de las tres grandes religiones dominantes: Judía, Musulmana y Cristiana, y nos encontraremos que no solo no han cambiado sino que siguen siendo los motores por las que se rigen hasta nuestros días.
Basta recordar los emblemáticos sucesos en los albores del Cristianismo con la Inquisición, que volcó tanto sangre por toda Europa, como riquezas de los sacrificados hacia la Iglesia; las incontables voces y descubrimientos que silenció y quemó; Los millones de inocentes americanos, sacrificados en los altares, sacramentos y teologías adormecedoras y dominadoras. Pero más recientemente no es distinto, las matanzas que llevan años los integristas musulmanes de Sudán en guerra con los cristianos y animistas negros del sur. Las guerras de diversas facciones chiítas y sunitas en las tierras de Irán e Irak en nombre de Alá produciendo millones de muertos, de heridos y de desplazados. El enfrentamiento entre tutsi y hutus en África. Ghandi vio el fracaso de su misión al ver como se destrozaban, en una espantosa guerra de religión, hindúes y musulmanes cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días en el enfrentamiento entre Pakistán e India.
Hemos asistido a guerras de exterminio en nombre de la religión en Bosnia, en Croacia, en Eslovenia, en Serbia y el resto de los Balcanes. El exterminio de Palestina por Israel lleva el sello de la muerte religiosa. Se mata en nombre de Cristo, de Alá, de Yahvé.
La religión es una institución que somete conciencias y sostiene mecanismos de atraso, los cuales le son inherentes, porque lo suyo es prevalecer sobre todo, incluso sobre los seres humanos.
Toda religión exige fe en sus dogmas y ritos, no se debe razonar, ni escudriñar en el dogma o misterio de la religión en que milita. Esta reclama fe ciega.
Examínese con ojo crítico cada uno de los dogmas y ritos de cualquier religión, y se encontrará que sostienen e invocan hechos fantásticos que a cada instante repiten con los ritos. La repetición constante obliga a la fidelidad y sumisión necesaria para que el individuo se mantenga dentro de sus filas. La repetición obliga a no pensar, anula conciencia y somete voluntades. Inmensas masas humanas repiten los ritos religiosos como escape a las disyuntivas que la interacción humana presenta día a día.
Súmese a esto las penalidades de índole moral y hasta material, que conlleva el no cumplimiento de los mismos, para garantizar que el que hace práctica religiosa no desee salir por los mecanismos de miedo que se ponen en marcha.
Si la religión, en lo individual, somete voluntades en lo colectivo aniquila y complota con el capitalismo para obtener beneficios a costa del sufrimiento de toda la humanidad.
Basta ver la opulencia con que viven dentro del Vaticano, el caudal de inversiones financieras, arrendatarias, bursátiles, y de toda índole – bienes adquiridos sin el esfuerzo corporal de algún religioso, pero que redunda en exclusivo beneficio del conclave –, que solo tienen como finalidad el acrecentamiento de capital y de la explotación física y espiritual de los pueblos.
Visto los métodos y usos generalizados de las religiones todas, su objetivo no es otro que el mantenimiento de un estado de cosas que sea favorable a su pervivencia como orden supra estructural de dominación y sometimiento del ser humano. La estructura en la que se fundamenta, siguiendo a Marx, debe ser una sociedad dividida, de privilegios, odios, miseria y explotación, no otra cosa es el capitalismo en cualquiera de sus presentaciones.
No es extraño, que los sostenedores de las religiones (léase: obispos, cardenales, conferencias episcopales, reyes, sínodos, concilios, pontífices, papas), se declaren enemigos jurados de todo lo que sea equidad, justicia, libertad y desarrollo humano y de todo lo que signifique que el pueblo emerja nuevo, producto de su trabajo y del cumplimiento de su deber histórico.
En Venezuela, la religión cristiana tiene campo amigo: el capitalismo, y ambos se colocan en contra del socialismo, en contra del pueblo y de las tareas que se plantea para rescatar a la humanidad de la destrucción y la muerte.
La iglesia cristiana lo ha dicho muchas veces: es enemiga del socialismo, del progreso y para muestra un botón: El SYLLABUS ERRORUM del Pío IX del 8 de diciembre de 1864: “Sea excomulgado el que diga: De derecho natural, el vinculo del matrimonio no es indisoluble y en diferentes casos el divorcio propiamente dicho, puede ser sancionado por la autoridad civil”. “Sea excomulgado el que diga: En nuestra época no es útil que la religión católica sea considerada como la única religión del estado, con exclusión de todos los demás cultos”. Sigue el Syllabus: “El socialismo, Comunismo, Sociedades Secretas, Sociedades Bíblicas, Sociedades Clericoliberales están excomulgadas en los términos mas graves en la Encíclica “Qui pluribus” de 9 de Noviembre de 1849, en la alocución , Quibus Cuantisque” de 20 de Abril de 1849; en la Encíclica “Nosceitis et nobiscum”, de 8 de Diciembre del mismo año; en la alocución “Singulari Cuadam”, de 9 de Diciembre de 1854 y en la encíclica “Quanto Conficiamus Maerore”, de 10 de Agosto de 1862”.
No es extraña la actitud de enfrenamiento y hasta de complot que mantiene la iglesia cristiana en nuestro país, en contra del proceso bolivariano; la Conferencia Episcopal venezolana no apoya los cambios, porque su esencia es el sometimiento y los privilegios.
La historia de la religión la obliga a tomar partido por los poderosos, la ignorancia y la sujeción; no hay camino honorable junto a estos sepulcros blanqueados; lejos de ellos tenemos todo el mundo por delante.
Solo el socialismo humano y laico, nos conduce al desarrollo humano espiritual y material necesario para lograr una sociedad justa, equitativa y libre.


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lunes, 11 de mayo de 2009

La lucha apenas comienza

Fidel Castro
Los gobiernos pueden cambiar, pero los instrumentos con que nos convirtieron en colonia siguen siendo iguales.

Por un Presidente con sentido ético en Estados Unidos, tuvimos durante los 28 años siguientes, tres que cometieron genocidios, y un cuarto que internacionalizó el bloqueo.

La OEA fue instrumento de esos crímenes. Únicamente su costoso aparato burocrático toma en serio los acuerdos de su CIDH. Nuestra nación fue la última de las colonias españolas después de cuatro siglos de ocupación y la primera en liberarse del dominio de Estados Unidos después de más de seis décadas.

“La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”, nos enseñó el Apóstol de Nuestra Independencia.


Cuba respeta los criterios de los gobiernos de los hermanos países de América Latina y el Caribe que piensen de otra forma, pero no desea formar parte de esa institución.

Daniel Ortega, que pronunció un valiente e histórico discurso en Puerto España, explicó al pueblo de Cuba que los países independientes de África no invitaron a las antiguas potencias coloniales de Europa a formar parte de la Unidad Africana. Es una posición digna de ser tomada en cuenta.

La OEA no pudo impedir que Reagan desatara la guerra sucia contra su pueblo, minara sus puertos, acudiera al tráfico de drogas para adquirir armas de guerra, con las que financió la muerte, la invalidez, o lesiones graves a decenas de miles de jóvenes en un país tan pequeño como Nicaragua.

¿Qué hizo la OEA para protegerlo? ¿Qué hizo para impedir la invasión en Santo Domingo, los cientos de miles de personas asesinadas o desaparecidas en Guatemala, los ataques de la aviación, los asesinatos de prominentes figuras eclesiásticas, las represiones masivas contra el pueblo, las invasiones de Granada y Panamá, el golpe de Estado en Chile, los torturados y desaparecidos allí, en Argentina, Uruguay, Paraguay y otros sitios? ¿Acusó alguna vez a Estados Unidos? ¿Cuál es su valoración histórica de estos hechos?

Ayer sábado, Granma publicó lo que escribí sobre el acuerdo contra Cuba de la CIDH. Sentí después curiosidad por conocer el que adoptó contra Venezuela. Era más o menos la misma basura.

El acceso al poder de la Revolución Bolivariana fue diferente al de Cuba. En nuestro país el proceso político había sido abruptamente interrumpido por un artero golpe militar que promovió el gobierno de Estados Unidos el 10 de marzo de 1952, a pocas semanas de las elecciones generales que debían celebrarse el 1ro. de junio de ese año. En Cuba, una vez más, al pueblo no le quedaría otra alternativa que resignarse. De nuevo lucharon los cubanos, en esta ocasión el desenlace fue muy diferente. Casi siete años más tarde la Revolución emergió victoriosa por primera vez en la historia.

Los combatientes revolucionarios con un mínimo de recursos bélicos, más del 90% de los cuales fueron arrebatados al enemigo tras 25 meses de guerra apoyados por el pueblo, y en la ofensiva final una huelga general revolucionaria, barrieron la tiranía y controlaron todas sus armas y centros de poder. La Revolución victoriosa se convirtió en fuente de derecho como en cualquier otra época de la historia.

No fue igual en Venezuela. Chávez, un militar revolucionario como lo fueron otros en nuestro hemisferio, llegó a la Presidencia a través de las normas de la Constitución burguesa establecida, como líder del Movimiento V República, aliado a otras fuerzas de izquierda. La Revolución y sus instrumentos estaban por crear. De haber triunfado el levantamiento militar dirigido por él, la Revolución en Venezuela posiblemente habría seguido otro curso. Fue fiel, sin embargo, a las normas legales establecidas, que estaban ya a su alcance como vía principal de lucha. Desarrolló el hábito de la consulta popular cuantas veces fuera necesario.

Llevó a plebiscito popular la nueva Constitución. No tardó en conocer los métodos del imperialismo y sus aliados de la oligarquía para recuperar y conservar el poder.

El golpe de Estado del 11 abril de 2002 fue la respuesta contrarrevolucionaria.

El pueblo reacciona y lo lleva de nuevo al poder cuando, aislado e incomunicado, estaba a punto de ser eliminado por la derecha, que lo compulsaba para que firmara su renuncia.

No se plegó, resistió hasta que los propios marinos venezolanos lo liberaron y helicópteros de la Fuerza Aérea lo llevaron de nuevo al Palacio de Miraflores, que ya había sido ocupado por el pueblo y los soldados del ejército en Fuerte Tiuna, que se sublevaron contra los altos oficiales golpistas.

Pensé por aquellos días que su política se radicalizaría; sin embargo, preocupado por la unidad y la paz, en el momento de mayor fuerza y apoyo fue generoso y conversó con sus adversarios buscando la cooperación.

La réplica del imperialismo y sus cómplices a esa actitud fue el golpe petrolero. Tal vez una de las más brillantes batallas que libró en ese período fue la que llevó a cabo para suministrar combustible al pueblo de Venezuela.

Habíamos conversado muchas veces desde que visitó Cuba en 1994 y habló en la Universidad de La Habana.

Era un hombre verdaderamente revolucionario, pero a medida que tomaba conciencia de la injusticia que reinaba en la sociedad venezolana se fue profundizando su pensamiento, hasta llegar a la convicción de que para Venezuela no había otra alternativa que un cambio radical y total.

Conoce hasta en sus más mínimos detalles las ideas del Libertador, a quien admira profundamente.

Sus adversarios comprenden que no es fácil vencer frente a la tenacidad de un luchador que no descansa un minuto. Pueden optar por privarlo de la vida física, pero los enemigos internos y externos saben lo que eso significaría para sus intereses. Pueden existir locos y fanáticos irracionales, pero de tales peligros no están exentos los líderes, los pueblos, ni la propia humanidad.

Pensándolo fríamente, Chávez es hoy un adversario formidable del sistema capitalista de producción y del imperialismo. Se ha convertido en un verdadero experto sobre muchos problemas fundamentales de la sociedad humana. Le he visto en estos días, mientras inauguraba decenas de servicios de salud. Es impresionante. Critica con fuerza lo que ocurría con servicios vitales como los de hemodiálisis que estaban en manos de centros privados y eran pagados por el Estado. Los pobres estaban condenados a la muerte si no disponían de dinero. Así ocurría con otros muchos servicios con los que hoy las nuevas instalaciones cuentan en centros intrahospitalarios, apoyados por los equipos más modernos.

Maneja con maestría hasta los detalles más mínimos de la producción nacional y los servicios sociales. Domina la teoría y la práctica del socialismo que su país requiere, y se esfuerza por sus más profundas convicciones. Define al capitalismo tal como es; no pinta caricaturas, muestra radiografías e imágenes del sistema.

Se trata de un peculiar y odioso conjunto de formas de explotación del trabajo humano, injusto, desigual, arbitrario. No habla simplemente del trabajador, lo muestra por televisión produciendo con sus manos, mostrando su energía, sus conocimientos, su inteligencia, creando bienes o servicios imprescindibles para los seres humanos; les pregunta por sus hijos, su familia, esposa o esposo, familiares allegados, dónde viven, qué estudian, qué hacen para elevar sus conocimientos, la edad, el salario, la futura jubilación, las grotescas mentiras sobre la propiedad que difunden los imperialistas y capitalistas. Muestra hospitales, escuelas, fábricas, niños y niñas, ofrece datos sobre las fábricas que se edifican en Venezuela, maquinarias, cifras de crecimiento del empleo, recursos naturales, diseños, mapas y ofrece noticias sobre el último hallazgo de gas. La más reciente medida que adoptó el Congreso: la Ley de nacionalización de las 60 principales empresas que prestan servicios cada año a PDVSA, la empresa estatal de petróleo, por valor de más de 8 mil millones de dólares. No eran de propiedad privada, las crearon los gobiernos neoliberales de Venezuela con recursos que pertenecían a PDVSA.

No había visto una idea tan claramente transformada en imágenes y transmitida por la televisión. Chávez no solo posee especial talento para captar y transmitir la esencia de los procesos; lo acompaña una memoria privilegiada; es difícil que se le olvide una palabra, una frase, un verso, una entonación musical, combina palabras que expresan conceptos nuevos. Habla de un socialismo que busca la justicia e igualdad; “mientras el colonialismo cultural siga vivo en las mentes, lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer”. Combina versos y frases elocuentes en artículos y cartas. Sobre todo ha demostrado ser el líder político en Venezuela capaz de crear un partido, transmitir incesantemente ideas revolucionarias a sus militantes y educarlos políticamente.

Observé sobre todo los rostros de los capitanes y demás tripulantes de los barcos de las empresas nacionalizadas; en sus palabras se refleja el orgullo interior, la gratitud por el reconocimiento, la seguridad en el futuro; los rostros de jubilosos jóvenes estudiantes de economía que lo nombran padrino de la promoción a punto de concluir la carrera cuando les dice que se necesitan más de 400 de ellos para trasladarse a la Argentina, los cuales deben estar listos para trabajar en el manejo de las 200 nuevas fábricas del programa acordado con ese país, adonde serían enviados cuando finalice el curso para prepararse en los procesos de producción.

Con él estaba Ramonet, asombrado con el trabajo de Chávez. Cuando hace alrededor de ocho años iniciamos nuestra cooperación revolucionaria con Venezuela él estaba en el Palacio de la Revolución haciéndome infinitas preguntas. El escritor conoce sobre el tema y se devana los sesos tratando de adivinar qué será lo que sustituya el sistema capitalista de producción. La experiencia venezolana, con seguridad lo llena de asombro. He sido testigo de un singular esfuerzo en esa dirección.

Es una batalla de ideas perdida de antemano por el adversario, que no tiene nada que ofrecer a la humanidad.

No en balde la OEA trata hipócritamente de presentarlo como un enemigo de la libertad de expresión y la democracia. Ha transcurrido ya casi medio siglo de que esas melladas e hipócritas armas se estrellaron contra la firmeza del pueblo cubano. Hoy Venezuela no está sola, y cuenta con la experiencia de 200 años de excepcional historia patriótica.

Es una lucha que apenas comienza en nuestro hemisferio.


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jueves, 7 de mayo de 2009

Una pregunta que no tiene respuesta

Fidel Castro
Cubadebate

A nuestro mundo no solo lo amenazan las crisis económicas cíclicas cada vez más graves y frecuentes. El desempleo, la ruina y las pérdidas fabulosas de bienes y riquezas, son inseparables compañeras de las ciegas leyes del mercado que rigen hoy la economía mundial. El neoliberalismo proscribe toda injerencia del Estado como elemento perturbador de la economía, cual si pudiese existir orden interior, ejército, salud, educación, cultura, ciencia, tribunales, jueces, y otras muchas actividades sin el Estado y sus leyes.

Este, desde luego, con su rigor y fuerza coercitiva, estorbaba a los que como Marx, Lenin y otros teóricos veían en él un instrumento de los explotadores para imponer el odioso sistema capitalista, y concibieron la idea de convertirlo en instrumento de la Revolución en la etapa de transición hacia una sociedad enteramente nueva.

Colonialistas, capitalistas e imperialistas han creado sus códigos de conducta e impuesto sus valores. Hablan de libertad, democracia, derechos humanos, etcétera. En Estados Unidos, después de su fundación, millones de seres humanos continuaron trabajando como esclavos, a los cuales el creador no había concedido ningún derecho como estipulaba la Declaración de Philadelphia. Durante casi 100 años eran mercancías que se compraban y vendían en el mercado, y durante otros 100 años después de la guerra civil, sufrieron atroz discriminación y marginación. Hoy constituyen todavía junto a los indios, y los latinoamericanos, los ciudadanos más pobres que pueblan las cárceles estadounidenses y realizan los trabajos más duros y peor remunerados.

No se subraya que miles de millones de personas en el mundo sufren ignorancia, desempleo, subdesarrollo, enfermedades que reducen sus vidas a dos tercios o a la mitad, y a veces menos, que la que disfrutan los países ricos.

A los viejos problemas se añaden otros como el tráfico de drogas, el crimen organizado, el robo de cerebros y la emigración ilegal. Hasta las mentes de los seres humanos tratan de someterlas a través de los medios de comunicación masiva y las técnicas más modernas de la llamada industria de la recreación.

¿Sobre qué base se sostiene ese orden? Sobre la riqueza y la fuerza. Disponen para ello de todo el dinero del mundo y de los medios más sofisticados de fuerza militar. Son además los grandes productores y exportadores de armas que no implican amenaza alguna para su hegemonía mundial, pero alimentan las guerras locales, las ganancias de las multinacionales y la dependencia de sus aliados.

Imprimen las divisas requeridas por el comercio internacional en cantidades que no conocen límites, adquieren con ellas propiedades para sus multinacionales, recursos naturales, y los frutos del sudor de los pueblos, para sostener las sociedades de consumo y despilfarro que han creado.

Estados Unidos, además, mantiene un control monopólico sobre los organismos internacionales de crédito e inversión.

Cuando estas inquietudes rondan las mentes de muchos millones de personas en el mundo, que no se dejan envolver por las mentiras proclamadas, llegan constantemente noticias sobre otras realidades.

Por ejemplo: las multinacionales norteamericanas en el 2004, último año que consta en las estadísticas, obtuvieron en el exterior ganancias por 700 mil millones de dólares, por las que pagaron al fisco norteamericano solamente 16 mil millones por descuentos, los cuales otorgan privilegios especiales a las empresas norteamericanas que inviertan en otro país, que son lesivas para las que lo hacen en los propios Estados Unidos creando allí empleos. La mera idea de la actual administración de reducir ese privilegio suscitó la protesta de importantes organizaciones empresariales de Estados Unidos, cuyo poder económico y político nadie discute.

Podría constituir incluso un entretenimiento válido reunir un sinnúmero de noticias nacionales e internacionales que reflejan los privilegios nacionales que ese país ha impuesto al mundo. Hay políticos dentro y fuera de Estados Unidos que se ofenden si alguien se atreve a calificarlo como imperio, cual si existiera otra palabra que lo defina mejor.

La otra cara de la moneda es todavía peor. En ocasiones se habló de las siete flotas con que Estados Unidos impone al mundo su potencia militar, apoyados en más de 800 bases militares distribuidas por el planeta. Guantánamo, cuyas prisiones y torturas impactaron a la opinión pública mundial, es solo una de las cientos de bases con que cuentan.

Quizás pueda tenerse una idea del poder militar con que la superpotencia apoya el sistema económico y social impuesto a la humanidad, mencionando algunos datos recientemente publicados en la prensa especializada.

El poder militar estadounidense se apoya en su arsenal nuclear.

Posee 534 misiles balísticos intercontinentales (ICBM) Minuteman III y Peacekeeper; 432 de lanzamiento submarino (SLBM) Trident C-4 y D-5 instalados en 17 submarinos del tipo Ohio, y alrededor de 200 bombarderos nucleares de largo alcance que pueden ser abastecidos en el aire, entre ellos 16 invisibles B-2. Los misiles son portadores de varias ojivas. El número de cabezas nucleares desplegadas oscila entre 5 mil y 10 mil. Sus Fuerzas Armadas disponen de más de 2 millones de hombres. A esto se añaden cientos de satélites de uso militar y comunicaciones, que componen el escudo espacial y los medios para la guerra electromagnética.

Rusia, la otra gran potencia nuclear, ha sido rodeada por armas nucleares ofensivas.

Casi no habría que añadir una palabra más, excepto tal vez para recordar que gracias al monopolio del dinero y los recursos naturales, Estados Unidos anunciaba ayer por boca del principal comandante de la ciberguerra para el Pentágono, que ese país “está determinado a encabezar el esfuerzo global para usar tecnología de computadoras para disuadir o derrotar a enemigos, al tiempo que protege los derechos constitucionales de la población”. La noticia fue transmitida por la principal agencia norteamericana de noticias AP.

¿Cuánta seguridad se puede buscar en el mundo de hoy? ¡Es una pregunta que no tiene respuesta!


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martes, 5 de mayo de 2009

CARLOS MARX: 191 Años de su Natalicio




F. Engels

Escrito: A mediados de junio de 1877.
Primera edición: En Brunswick, Alemania, en el almanaque Volks-Kalender, 1878.
Edición electrónica: Marxists Internet Archive, marzo de 2000.

Carlos Marx, el hombre que dio por vez primera una base científica al socialismo, y por tanto a todo el movimiento obrero de nuestros días, nació en Tréveris, en 1818. Comenzó a estudiar jurisprudencia en Bonn y en Berlín, pero pronto se entregó exclusivamente al estudio de la historia y de la filosofía, y se disponía, en 1842, a habilitarse como profesor de filosofía, cuando el movimiento político producido después de la muerte de Federico Guillermo III orientó su vida por otro camino. Los caudillos de la burguesía liberal renana, los Camphausen, Hansemann, etc., habían fundado en Colonia, con su cooperación, la "Reinische Zeitung" (1); y en el otoño de 1842, Marx, cuya crítica de los debates de la Dieta provincial renana había producido enorme sensación, fue colocado a la cabeza del periódico. La "Rheinische Zeitung" publicábase, naturalmente, bajo la censura, pero ésta no podía con ella (2). El periódico sacaba adelante casi siempre los artículos que le interesaba publicar: se empezaba echándole al censor cebo sin importancia para que lo tachase, hasta que, o cedía por sí mismo, o se veía obligado a ceder bajo la amenaza de que al día siguiente no saldría el periódico. Con diez periódicos que hubieran tenido la misma valentía que la "Rheinische Zeitung" y cuyos editores se hubiesen gastado unos cientos de táleros más en composición se habría hecho imposible la censura en Alemania ya en 1843. Pero los propietarios de los periódicos alemanes eran filisteos mezquinos y miedosos, y la "Rheinische Zeitung" batallaba sola. Gastaba a un censor tras otro, hasta que, por último, se la sometió a doble censura, debiendo pasar, después de la primera, por otra nueva y definitiva revisión del Regierungspräsident. Más tampoco esto bastaba. A comienzos de 1843, el gobierno declaró que no se podía con este periódico, y lo prohibió sin más explicaciones.

Marx, que entretanto se había casado con la hermana de von Westphalen, el que más tarde había de ser ministro de la reacción, se trasladó a París, donde editó con A. Ruge los "Deutsch-Französische Jahrbücher" (3), en los que inauguró la serie de sus escritos socialistas, con una "Crítica de la filosofía hegeliana del Derecho". Después, en colaboración con F. Engels, publicó "La Sagrada Familia. Contra Bruno Bauer y consortes", crítica satírica de una de las últimas formas en las que se había extraviado el idealismo filosófico alemán de la época.

El estudio de la Economía política y de la historia de la gran Revolución francesa todavía le dejaba a Marx tiempo para atacar de vez en cuando al Gobierno prusiano; éste se vengó, consiguiendo del ministerio Guizot, en la primavera de 1845 -y parece que el mediador fue el señor Alejandro de Humboldt-, que se le expulsase de Francia (4). Marx trasladó su residencia a Bruselas, donde, en 1847, publicó en lengua francesa la "Miseria de la Filosofía", crítica de la "Filosofía de la Miseria", de Proudhon, y, en 1848, su "Discurso sobre el libre cambio". Al mismo tiempo encontró ocasión de fundar en Bruselas una Asociación de obreros alemanes (5), con lo que entró en el terreno de la agitación práctica. Esta adquirió todavía mayor importancia para él al ingresar en 1847, en unión de sus amigos políticos, en la Liga de los Comunistas, liga secreta, que llevaba ya largos años de existencia. Toda la estructura de esta organización se transformó radicalmente; la que hasta entonces había sido una sociedad más o menos conspirativa, se convirtió en una simple organización de propaganda comunista -secreta tan sólo porque las circunstancias lo exigían-, y fue la primera organización del Partido Socialdemócrata Alemán. La Liga existía dondequiera que hubiese asociaciones de obreros alemanes; en casi todas estas asociaciones, en Inglaterra, en Bélgica, en Francia y en Suiza, y en muchas asociaciones de Alemania, los miembros dirigentes eran afiliados a la Liga, y la participación de ésta en el naciente movimiento obrero alemán era muy considerable. Además, nuestra Liga fue la primera que destacó, y lo demostró en la práctica, el carácter internacional de todo el movimiento obrero; contaba entre sus miembros a ingleses, belgas, húngaros, polacos, etc., y organizaba, principalmente en Londres, asambleas obreras internacionales.

La transformación de la Liga se efectuó en dos congresos celebrados en 1847, el segundo de los cuales acordó la redacción y publicación de los principios del partido, en un manifiesto que habían de redactar Marx y Engels. Así surgió el Manifiesto del Partido Comunista que apareció por vez primera en 1848, poco antes de la revolución de Febrero, y que después ha sido traducido a casi todos los idiomas europeos.

La "Deutsche-Brüsseler-Zeitung" (6), en la que Marx colaboraba y en la que se ponían al desnudo implacablemente las bienaventuranzas policíacas de la patria, movió nuevamente al Gobierno prusiano a maquinar para conseguir la expulsión de Marx, pero en vano. Mas, cuando la revolución de Febrero provocó también en Bruselas movimientos populares y parecía ser inminente en Bélgica una revolución, el Gobierno belga detuvo a Marx sin contemplaciones y lo expulsó. Entretanto, el gobierno provisional de Francia, por mediación de Flocon, le había invitado a reintegrarse a París, invitación que aceptó.

En París, se enfrentó ante todo con el barullo creado entre los alemanes allí residentes, por el plan de organizar a los obreros alemanes de Francia en legiones armadas, para introducir con ellas en Alemania la revolución y la república. De una parte, era Alemania la que tenía que hacer por sí misma la revolución, y de otra parte, toda legión revolucionaria extranjera que se formase en Francia nacía delatada, por los Lamartines del gobierno provisional, al gobierno que se quería derribar, como ocurrió en Bélgica y en Baden.

Después de la revolución de marzo, Marx se trasladó a Colonia y fundó allí la "Neue Rheinische Zeitung", que vivió desde el 1 de junio de 1848 hasta el 19 de mayo de 1849. Fue el único periódico que defendió, dentro del movimiento democrático de la época, la posición del proletariado, cosa que hizo ya, en efecto, al apoyar sin reservas a los insurrectos de junio de 1848 en París (7), lo que le valió la deserción de casi todos los accionistas. En vano la "Kreuz-Zeitung" (8) señalaba el "Chimborazo de insolencia" con que la "Neue Rheinische Zeitung" atacaba todo lo sagrado, desde el rey y el regente del imperio hasta los gendarmes, y esto en una fortaleza prusiana, que tenía entonces 8.000 hombres de guarnición: en vano clamaba el coro de filisteos liberales renanos, vuelto de pronto reaccionario, en vano se suspendió el estado de sitio decretado en Colonia, en el otoño de 1848; en vano el Ministerio de Justicia del imperio denunciaba desde Francfort al fiscal de Colonia artículo tras artículo, para que se abriese proceso judicial; el periódico seguía redactándose e imprimiéndose tranquilamente, a la vista de la Dirección General de Seguridad, y su difusión y su fama crecían con la violencia de los ataques contra el gobierno y la burguesía. Al producirse, en noviembre de 1848, el golpe de Estado de Prusia, la "Neue Rheinische Zeitung" incitaba al pueblo, en la cabecera de cada número, para que se negase a pagar los impuestos y contestase a la violencia con la violencia. Llevado ante el Jurado, en la primavera de 1849, por esto y por otro artículo, el periódico salió absuelto las dos veces. Por fin, al ser aplastadas las insurrecciones de mayo de 1849, en Dresde y la provincia del Rin (9), y al iniciarse la campaña prusiana contra la insurrección de Baden-Palatinado, mediante la concentración y movilización de grandes contingentes de tropas, el gobierno se creyó lo bastante fuerte para suprimir por la violencia la "Neue Rheinische Zeitung". El último número -impreso en rojo- apareció el 19 de mayo.

Marx se trasladó nuevamente a París, pero pocas semanas después de la manifestación del 13 de junio de 1849 (10) el Gobierno francés lo colocó ante la alternativa de trasladar su residencia a la Bretaña o salir de Francia. Optó por esto último y se fue a Londres, donde ha vivido desde entonces sin interrupción.

La tentativa de seguir publicando la "Neue Rheinische Zeitung" en forma de revista (en Hamburgo, en 1850) (11), hubo de ser abandonada algún tiempo después, ante la violencia creciente de la reacción. Inmediatamente después del golpe de Estado de diciembre de 1851 en Francia, Marx publicó "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" (Boston, 1852; segunda edición, Hamburgo, 1869, poco antes de la guerra). En 1853, escribió las "Revelaciones sobre el proceso de los comunistas en Colonia" (obra impresa primeramente en Basilea, más tarde en Boston y reeditada recientemente en Leipzig).

Después de la condena de los miembros de la Liga de los Comunistas en Colonia (12), Marx se retiró de la agitación política y se consagró, de una parte, por espacio de diez años, a estudiar a fondo los ricos tesoros que encerraba la biblioteca del Museo Británico en materia de Economía política, y de otra parte, a colaborar en "New-York Tribune" (13), periódico que, hasta que estalló la guerra norteamericana de Secesión (14), no sólo publicó las correspondencias firmadas por él, sino también numerosos artículos editoriales sobre temas europeos y asiáticos salidos de su pluma. Sus ataques contra lord Palmerston, basados en minuciosos estudios de documentos oficiales ingleses, fueron editados en Londres como folletos de agitación.

Como primer fruto de sus largos años de estudios económicos apareció en 1859 la "Contribución a la crítica de la Economía política. Primer cuaderno" (Berlín, Duncker.) Esta obra contiene la primera exposición sistemática de la teoría del valor de Marx, incluyendo la teoría del dinero. Durante la guerra italiana (15), Marx combatió desde las columnas de "Das Volk" (16), periódico alemán que se publicaba en Londres, el bonapartismo, que por entonces se teñía de liberal y se las daba de libertador de las nacionalidades oprimidas, y la política prusiana de la época, que, bajo la manto de la neutralidad, procuraba pescar en río revuelto. A propósito de esto, hubo de atacar también al señor Karl Vogt, que por entonces hacía agitación en pro de la neutralidad de Alemania, más aún, de la simpatía de Alemania, por encargo del príncipe Napoleón (Plon-Plon) y a sueldo de Luis Napoleón. Como Vogt acumulase contra él las calumnias más infames, infundadas a sabiendas, Marx le contestó en "El señor Vogt" (Londres, 1860), donde se desenmascara a Vogt y a los demás señores de la banda bonapartista de seudo-demócratas, demostrando con pruebas de carácter externo e interno que Vogt estaba sobornado por el imperio decembrino. A los diez años justos, se tuvo la confirmación de esto; en la lista de las gentes a sueldo del bonapartismo, descubierta en las Tullerías en 1870 (17) y publicada por el gobierno de septiembre /(18), aparecía en la letra "V" esta partida: "Vogt: le fueron entregados, en agosto de 1859... 40.000 francos".

Por fin, en 1867, vio la luz en Hamburgo el tomo primero de "El Capital, Crítica de la Economía política", la obra principal de Marx, en la que se exponen las bases de sus ideas económico-socialistas y los rasgos fundamentales de su crítica de la sociedad existente, del modo de producción capitalista y de sus consecuencias. La segunda edición de esta obra que hace época se publicó en 1872; el autor se ocupa actualmente de la preparación del segundo tomo.

Entretanto, el movimiento obrero de diversos países de Europa había vuelto a fortalecerse en tal medida, que Marx pudo pensar en poner en práctica un deseo acariciado desde hacía largo tiempo: fundar una asociación obrera que abarcase los países más adelantados de Europa y América y que había de personificar, por decirlo así, el carácter internacional del movimiento socialista tanto ante los propios obreros como ante los burgueses y los gobiernos, para animar y fortalecer al proletariado y para atemorizar a sus enemigos. Dio ocasión para exponer la idea, que fue acogida con entusiasmo, un mitin popular celebrado en el Saint Martin's Hall de Londres, el 28 de septiembre de 1864, a favor de Polonia, que volvía a ser aplastada por Rusia. Quedó fundada así la Asociación Internacional de los Trabajadores. En la Asamblea se eligió un Consejo General provisional, con residencia en Londres. El alma de este Consejo General, como de los que le siguieron hasta el Congreso de La Haya (19), fue Marx. El redactó casi todos los documentos lanzados por el Consejo General de la Internacional, desde el Manifiesto Inaugural de 1864, hasta el manifiesto sobre la guerra civil de Francia en 1871. Exponer la actuación de Marx en la Internacional, equivaldría a escribir la historia de esta misma Asociación que, por lo demás, vive todavía en el recuerdo de los obreros de Europa.

La caída de la Comuna de París colocó a la Internacional en una situación imposible. Viose empujada al primer plano de la historia europea, en un momento en que por todas partes tenía cortada la posibilidad de una acción práctica y eficaz. Los acontecimientos que la erigían en séptima gran potencia le impedían, al mismo tiempo, movilizar y poner en acción sus fuerzas combativas, so pena de llevar a una derrota infalible al movimiento obrero y de contenerlo por varios decenios. Además, por todas partes pugnaban por colocarse en primera fila elementos que intentaban explotar, para fines de vanidad o de ambición personal, la fama, que tan súbitamente había crecido, de la Asociación, sin comprender la verdadera situación de la Internacional o sin preocuparse de ella. Había que tomar una decisión heroica, y fue, como siempre, Marx quien la tomó y la hizo prosperar en el Congreso de La Haya. En un acuerdo solemne, la Internacional se desentendió de toda responsabilidad por los manejos de los bakuninistas, que eran el eje de aquellos elementos insensatos y poco limpios; luego, ante la imposibilidad de cumplir también, frente a la reacción general, las exigencias redobladas que a ella se le planteaban y de mantener en pie su plena actividad, más que por medio de una serie de sacrificios, que necesariamente habrían desangrado el movimiento obrero, la Internacional se retiró provisionalmente de la escena, trasladando a Norteamérica el Consejo General. Los acontecimientos posteriores han venido a demostrar cuán acertado fue este acuerdo, tantas veces criticado por entonces y después. De una parte, quedaron cortadas de raíz, y siguieron cortadas en adelante, las posibilidades de organizar en nombre de la Internacional vanas intentonas, y de otra parte, las constantes y estrechas relaciones entre los partidos obreros socialistas de los distintos países demostraban que la conciencia de la identidad de intereses y de la solidaridad del proletariado de todos los países, despertada por la Internacional, llega a imponerse aun sin el enlace de una asociación internacional formal que, por el momento, se había convertido en traba.

Después del Congreso de La Haya, Marx volvió a encontrar, por fin, tiempo y sosiego para reanudar sus trabajos teóricos, y es de esperar que en un período de tiempo no muy largo pueda dar a la imprenta el segundo tomo de "El Capital".

De los muchos e importantes descubrimientos con que Marx ha inscrito su nombre en la historia de la ciencia, sólo dos podemos destacar aquí.

El primero es la revolución que ha llevado a cabo en toda la concepción de la historia universal. Hasta aquí, toda la concepción de la historia descansaba en el supuesto de que las últimas causas de todas las transformaciones históricas habían de buscarse en los cambios que se operan en las ideas de los hombres, y de que de todos los cambios, los más importantes, los que regían toda la historia, eran los políticos. No se preguntaban de dónde les vienen a los hombres las ideas ni cuáles son las causas motrices de los cambios políticos. Sólo en la escuela moderna de los historiadores franceses, y en parte también de los ingleses, se había impuesto la convicción de que, por lo menos desde la Edad Media, la causa motriz de la historia europea era la lucha de la burguesía en desarrollo contra la nobleza feudal por el Poder social y político. Pues bien, Marx demostró que toda la historia de la humanidad, hasta hoy, es una historia de luchas de clases, que todas las luchas políticas, tan variadas y complejas, sólo giran en torno al Poder social y político de unas u otras clases sociales; por parte de las clases viejas, para conservar el poder, y por parte de las ascendentes clases nuevas, para conquistarlo. Ahora bien, ¿qué es lo que hace nacer y existir a estas clases? Las condiciones materiales, tangibles, en que la sociedad de una época dada produce y cambia lo necesario para su sustento. La dominación feudal de la Edad Media descansaba en la economía cerrada de las pequeñas comunidades campesinas, que cubrían por sí mismas casi todas sus necesidades, sin acudir apenas al cambio, a las que la nobleza belicosa defendía contra el exterior y daba cohesión nacional o, por lo menos, política. Al surgir las ciudades y con ellas una industria artesana independiente y un tráfico comercial, primero interior y luego internacional, se desarrolló la burguesía urbana, y conquistó, luchando contra la nobleza, todavía en la Edad Media, una incorporación al orden feudal, como estamento también privilegiado. Pero, con el descubrimiento de los territorios no europeos, desde mediados del siglo XV, la burguesía obtuvo una zona comercial mucho más extensa, y, por tanto, un nuevo acicate para su industria. La industria artesana fue desplazada en las ramas más importantes por la manufactura de tipo ya fabril, y ésta, a su vez, por la gran industria, que habían hecho posible los inventos del siglo pasado, principalmente la máquina de vapor, y que a su vez repercutió sobre el comercio, desalojando, en los países atrasados, al antiguo trabajo manual y creando, en los más adelantados, los modernos medios de comunicación, los barcos de vapor, los ferrocarriles, el telégrafo eléctrico. De este modo, la burguesía iba concentrando en sus manos, cada vez más, la riqueza social y el poder social, aunque tardó bastante en conquistar el poder político, que estaba en manos de la nobleza y de la monarquía, apoyada en aquélla. Pero al llegar a cierta fase -en Francia, desde la gran Revolución-, conquistó también éste y se convirtió, a su vez, en clase dominante frente al proletariado y a los pequeños campesinos. Situándose en este punto de vista -siempre y cuando que se conozca suficientemente la situación económica de la sociedad en cada época; conocimientos de que, ciertamente, carecen en absoluto nuestros historiadores profesionales-, se explican del modo más sencillo todos los fenómenos históricos, y asimismo se explican con la mayor sencillez los conceptos y las ideas de cada período histórico, partiendo de las condiciones económicas de vida y de las relaciones sociales y políticas de ese período, condicionadas a su vez por aquéllas. Por primera vez se erigía la historia sobre su verdadera base; el hecho palpable, pero totalmente desapercibido hasta entonces, de que el hombre necesita en primer término comer, beber, tener un techo y vestirse, y por tanto, trabajar, antes de poder luchar por el mando, hacer política, religión, filosofía, etc.; este hecho palpable, pasaba a ocupar, por fin, el lugar histórico que por derecho le correspondía.

Para la idea socialista, esta nueva concepción de la historia tenía una importancia culminante. Demostraba que toda la historia, hasta hoy, se ha movido en antagonismos y luchas de clases, que ha habido siempre clases dominantes y dominadas, explotadoras y explotadas, y que la gran mayoría de los hombres ha estado siempre condenada a trabajar mucho y disfrutar poco. ¿Por qué? Sencillamente, porque en todas las fases anteriores del desenvolvimiento de la humanidad, la producción se hallaba todavía en un estado tan incipiente, que el desarrollo histórico sólo podía discurrir de esta forma antagónica y el progreso histórico estaba, en líneas generales, en manos de una pequeña minoría privilegiada, mientras la gran masa se hallaba condenada a producir, trabajando, su mísero sustento y a acrecentar cada vez más la riqueza de los privilegiados. Pero, esta misma concepción de la historia, que explica de un modo tan natural y racional el régimen de dominación de clase vigente hasta nuestros días, que de otro modo sólo podía explicarse por la maldad de los hombres, lleva también a la convicción de que con las fuerzas productivas, tan gigantescamente acrecentadas, de los tiempos modernos, desaparece, por lo menos en los países más adelantados, hasta el último pretexto para la división de los hombres en dominantes y dominados, explotadores y explotados; de que la gran burguesía dominante ha cumplido ya su misión histórica, de que ya no es capaz de dirigir la sociedad y se ha convertido incluso en un obstáculo para el desarrollo de la producción, como lo demuestran las crisis comerciales, y sobre todo el último gran crac (20) y la depresión de la industria en todos los países; de que la dirección histórica ha pasado a manos del proletariado, una clase que, por toda su situación dentro de la sociedad, sólo puede emanciparse acabando en absoluto con toda dominación de clase, todo avasallamiento y toda explotación; y de que las fuerzas productivas de la sociedad, que crecen hasta escapársele de las manos a la burguesía, sólo están esperando a que tome posesión de ellas el proletariado asociado, para crear un estado de cosas que permita a caba miembro de la sociedad participar no sólo en la producción, sino también en la distribución y en la administración de las riquezas sociales, y que, mediante la dirección planificada de toda la producción, acreciente de tal modo las fuerzas productivas de la sociedad y su rendimiento, que se asegure a cada cual, en proporciones cada vez mayores, la satisfacción de todas sus necesidades razonables.

El segundo descubrimiento importante de Marx consiste en haber puesto definitivamente en claro la relación entre el capital y el trabajo; en otros términos, en haber demostrado cómo se opera, dentro de la sociedad actual, con el modo de producción capialista, la explotación del obrero por el capitalista. Desde que la Economía política sentó la tesis de que el trabajo es la fuente de toda riqueza y de todo valor, era inevitable esta pregunta: ¿cómo se concilia esto con el hecho de que el obrero no perciba la suma total de valor creada por su trabajo, sino que tenga que ceder una parte de ella al capitalista? Tanto los economistas burgueses como los socialistas se esforzaban por dar a esta pregunta una contestación científica sólida; pero en vano, hasta que por fin apareció Marx con la solución. Esta solución es la siguiente: El actual modo de producción capitalista tiene como premisa la existencia de dos clases sociales: de una parte, los capitalistas, que se hallan en posesión de los medios de producción y de sustento, y de otra parte, los proletarios, que, excluidos de esta posesión, sólo tienen una mercancía que vender: su fuerza de trabajo, mercancía que, por tanto, no tienen más remedio que vender, para entrar en posesión de los medios de sustento más indispensables. Pero el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario invertido en su producción, y también, por tanto en su reproducción; por consiguiente, el valor de la fuerza de trabajo de un hombre medio durante un día, un mes, un año, se determina por la cantidad de trabajo plasmada en la cantidad de medios de vida necesarios para el sustento de esta fuerza de trabajo durante un día, un mes o un año. Supongamos que los medios de vida para un día exigen seis horas de trabajo para su producción o, lo que es lo mismo, que el trabajo contenido en ellos representa una cantidad de trabajo de seis horas; en este caso, el valor de la fuerza de trabajo durante un día se expresará en una suma de dinero en la que se plasmen también seis horas de trabajo. Supongamos, además, que el capitalista para quien trabaja nuestro obrero le paga esta suma, es decir, el valor íntegro de su fuerza de trabajo. Ahora bien; si el obrero trabaja seis horas del día para el capitalista, habrá reembolsado a éste íntegramente su desembolso: seis horas de trabajo por seis horas de trabajo. Claro está que de este modo no quedaría nada para el capitalista; por eso éste concibe la cosa de un modo completamente distinto. Yo, dice él, no he comprado la fuerza de trabajo de este obrero por seis horas, sino por un día completo. Consiguientemente, hace que el obrero trabaje, según las circunstancias, 8, 10, 12, 14 y más horas, de tal modo que el producto de la séptima, de la octava y siguientes horas es el producto de un trabajo no retribuido, que, por el momento, se embolsa el capitalista. Por donde el obrero al servicio del capitalista no se limita a reponer el valor de su fuerza de trabajo, que se le paga, sino que, además crea una plusvalía que, por el momento, se apropia el capitalista y que luego se reparte con arreglo a determinadas leyes económicas entre toda la clase capitalista. Esta plusvalía forma el fondo básico del que emanan la renta del suelo, la ganancia, la acumulación de capital; en una palabra, todas las riquezas consumidas o acumuladas por las clases que no trabajan. De este modo, se comprobó que el enriquecimiento de los actuales capitalistas consiste en la apropiación del trabajo ajeno no retribuido, ni más ni menos que el de los esclavistas o de los señores feudales, que explotaban el trabajo de los esclavos o de los siervos, y que todas estas formas de explotación sólo se diferencian por el distinto modo de apropiarse el trabajo no pagado. Y con esto, se quitaba la base de todas esas retóricas hipócritas de las clases poseedoras de que bajo el orden social vigente reinan el derecho y la justicia, la igualdad de derechos y deberes y la armonía general de intereses. Y la sociedad burguesa actual se desenmascaraba, no menos que las que la antecedieron, como un establecimiento grandioso montado para la explotación de la inmensa mayoría del pueblo por una minoría insignificante y cada vez más reducida.

Estos dos importantes hechos sirven de base al socialismo moderno, al socialismo científico. En el segundo tomo de "El Capital" se desarrollan estos y otros descubrimientos científicos no menos importantes relativos al sistema social capitalista, con lo cual se revolucionan también los aspectos de la Economía política que no se habían tocado todavía en el primer tomo. Lo que hay que desear es que Marx pueda entregarlo pronto a la imprenta.







NOTAS
1 Rheinisehe Zeitung fiir Politik, Handel und Gewerbe («Periódico del Rin para cuestiones de política, comercio e industria»): diario que se publicó en Colonia del I de enero de 1842 al 31 de marzo de 1843. En abril de 1842, Marx comenzó a colaborar en él, y en octubre del mismo año pasó a ser uno de sus redactores; Engels colaboraba también en el periódico
2 "Kölnische Zeitung" («Periódico de Colonia»): diario alemán que se publicó con ese nombre desde 1802 en Colonia; en el período de la revolución de 1848-1849 y la reacción que le sucedió reflejaba la política de traición y cobardía de la burguesía liberal prusiana; en el último tercio del siglo XIX estuvo ligado al partido nacional-liberal.
3 "Deutsch-Französische Jahrbücher" («Anales franco-alemanes»): se publicaba en París, en alemán, bajo la redacción de C. Marx y A. Ruge. No salió más que el primer fascículo (doble) en febrero de 1844. En él se publicaron las obras de Carlos Marx: "Contribución al problema hebreo" y "Contribución a la critica de la filosofía del Derecho de Hegel. Introducción", así como las de Federico Engels: "Esbozos para la crítica de la Economía Política" y "Situación de Inglaterra. Tomás Carlyle, El pasado y el presente". Estas obras marcaban el paso definitivo de Marx y de Engels del democratismo revolucionario al materialismo y al comunismo. La causa principal del cese de la publicación del anuario residía en las divergencias en cuestiones de principio entre Marx y el radical burgués Ruge.
4 El Gobierno francés dispuso la expulsión de Marx de Francia el 16 de enero de 1845 bajo la presión del Gobierno de Prusia.
5 La "Asociación de Obreros Alemanes en Bruselas" fue fundada por Marx y Engels a fines de agosto de 1847, con el fin de educar políticamente a los obreros alemanes residentes en Bélgica. Bajo la dirección de Marx, Engels y sus compañeros, la Asociación se convirtió en un centro legal de unión de los proletarios revolucionarios alemanes en Bélgica. Los mejores elementos de la Asociación integraban la Organización de Bruselas de la Liga de los Comunistas. Las actividades de la Asociación de Obreros Alemanes en Bruselas se suspendieron poco después de la revolución de febrero de 1848 en Francia, debido a las detenciones y la expulsión de sus componentes por la policía belga.
6 "Deutsche-Brüsseler-Zeitung" («Periódico Alemán de Bruselas»): periódico fundado por los emigrados políticos alemanes en Bruselas; se publicó desde enero de 1847 hasta febrero de 1848. A partir de septiembre de 1847, Marx y Engels colaboraban permanentemente en él y ejercían una influencia directa en su orientación. Bajo la dirección de Marx y Engels, se hizo órgano de la Liga de los Comunistas.
7 Insurrección de junio: heroica insurrección de los obreros de París el 23-26 de junio de 1848, aplastada con excepcional crueldad por la burguesía francesa. Fue la primera gran guerra civil entre el proletariado y la burguesía.
8 "Kreuz-Zeitung" («Periódico de la Cruz»): nombre con que se conocía (por llevar en el título una cruz, emblema de las milicias, el landwehr) el diario alemán "Neue Preussische Zeitung" («Nuevo Periódico Prusiano»); se publicó en Berlín desde junio de 1848 hasta 1939, fue órgano de la camarilla contrarrevolucionaria de la corte y de los junkers prusianos.
9 Se trata de la insurrección armada en Dresde del 3 al 8 de mayo y de las insurrecciones en Alemania del Sur y del Oeste de mayo a julio de 1849 en defensa de la Constitución imperial aprobada por la Asamblea Nacional de Francfort el 28 de marzo de 1849, pero rechazada por varios Estados alemanes. Las insurrecciones tenían carácter aislado y espontáneo y fueron aplastadas hacia mediados de julio de 1849.
10 El 13 de junio de 1849, en París, el partido pequeñoburgués La Montaña organizó una manifestación pacífica de protesta contra el envío de tropas francesas para aplastar la revolución en Italia. La manifestación fue disuelta por las tropas. Muchos líderes de La Montaña fueron arrestados y deportados o tuvieron que emigrar de Francia.
11 "Neue Rheinische Zeitung. Politisch-ökonomische Revue" («Nuevo Periódico del Rin. Revista político-económica»): revista, órgano teórico de la Liga de los Comunistas, fundada por Marx y Engels. Se publicó desde diciembre de 1849 hasta noviembre de 1850; salieron seis números.
12 Se trata del proceso organizado en Colonia (del 4 de octubre al 12 de noviembre de 1852) con fines provocativos por el Gobierno de Prusia contra 11 miembros de la Liga de los Comunistas. Acusados de crimen de alta traición sobre la base de documentos falsos y perjurios, siete fueron condenados a reclusión en la fortaleza por plazos de 3 a 6 años.
13 "New-York Daily Tribune" («Tribuna diaria de Nueva York»): diario progresista burgués que se publicó de 1841 a 1924. Marx y Engels colaboraron en él desde agosto de 1851 hasta marzo de 1862.
14 La guerra civil de Norteamérica (1861-1865) se llevó a cabo entre los Estados industriales del Norte de los EE.UU. y los sublevados Estados esclavistas del Sur, que querían conservar la esclavitud y resolvieron en 1861 separarse de los Estados del Norte. La guerra fue resultado de la lucha de dos sistemas: el de la esclavitud y el del trabajo asalariado.
15 La guerra italiana: guerra de Francia y Piamonte contra Austria, desencadenada por Napoleón III so falso pretexto de liberación de Italia. Lo que quería Napoleón III, en realidad, era conquistar nuevos territorios y consolidar el régimen bonapartista en Francia. Sin embargo, asustado por la gran envergadura del movimiento de liberación nacional en Italia y empeñado en mantener el fraccionamiento político de ésta, Napoleón III concertó una paz separada con Austria. Francia se quedó con Saboya y Niza. Lombardía pasó a pertenecer a Cerdeña, y Venecia siguió bajo la dominación de Austria.
16 "Das Volk" («El pueblo»): semanario que se publicó en alemán en Londres desde el 7 de mayo hasta el 20 de agosto de 1859, con la más activa participación de Marx, el cual fue, en realidad, su redactor a partir de principios de julio.
17 Trátase del Palacio de las Tullerías, de París, residencia de Napoleón III durante el Segundo Imperio.
18 El 4 de septiembre de 1870 se produjo un alzamiento revolucionario de las masas populares que condujo al derrocamiento del régimen del Segundo Imperio, a la proclamación de la República y a la formación del Gobierno Provisional, en el que entraron monárquicos, además de republicanos moderados. Este Gobierno, encabezado por Trochu, gobernador militar de París, y Thiers, su auténtico inspirador, tomó el camino de la traición nacional y la componenda alevosa con el enemigo exterior.
19 El Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores de La Haya se celebró del 2 al 7 de septiembre de 1872, con la asistencia de 65 delegados de 15 organizaciones nacionales. Dirigían las labores del Congreso Marx y Engels. En él se dio cima a la lucha de largos años de Marx y Engels y sus compañeros contra toda clase de sectarismo pequeñoburgués en el movimiento obrero. La actuación escisionista de los anarquistas fue condenada, y sus líderes expulsados de la Internacional. Los acuerdos del Congreso de La Haya colocaron los cimientos para la futura fundación de partidos políticos de la clase obrera con existencia propia en los distintos países.
20 Trátase de la crisis económica mundial de 1873. En Alemania, la crisis comenzó con una «grandiosa bancarrota» en mayo de 1873, preludio de la crisis que duró hasta fines de los años 70.


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