Rachel nació el 10 de abril de 1979, en Olympia,
Washington. Era la menor de tres hermanos. Creció en una casa pequeña,
enclavada en un lugar idílico rodeado de bosques y montañas. En los dos
acres familiares podían verse moras, gallinas, árboles frutales y una
huerta.
Lo que sería para Rachel uno de sus medios de
expresión mas amados, la escritura, la albergó también desde muy
pequeña, al igual que su hermoso paisaje natal. Recuerda Craig Corrie,
su padre:
"Desde su primera infancia Rachel estuvo inmersa en palabras: rimas, cuentos, canciones. Recuerdo estar escuchando cada noche cómo Cindy la sostenía cantando un torrente de nanas mientras la mecía para que se durmiera. Rachel era nuestro tercer hijo, nuestro bebé; y a poco que ella entró en nuestras vidas, entendimos la necesidad de amar cada momento. ¡…! Los días invernales encontrarían a Rachel y a su madre abrazadas juntas debajo de la manta, delante del fuego, leyendo durante horas.”
Otro de los canales de expresión que Rachel
transitaba con igual pasión era el dibujo. Podía pasarse largos ratos
dibujando en el piso, pero esto no le impedía unirse a la conversación
familiar.
Su educación preescolar la llevaría a una escuela
rural llamada Westside Cooperative Preeschool, rodeada por los
maravillosos paisajes de la zona, con el belleza agregada que suponía su
cercanía al mar. Sin embargo, de su escuela preescolar, lo que Rachel
más amaba era el cuarto de lectura. Agrupada con sus compañeros,
escuchaban los cuentos que les leían los maestros o algunos padres.
Rachel se disfrazaba con cuanto elemento estuviera a su alcance (quizás
un vestido ondulante y un gran sombrero) y dramatizaba los cuentos que
acababa de oír.
Con 15 años de edad, así reflexiono Rachel sobre sus dos pasiones:
“He estado escribiendo desde que tengo memoria.
Alimentada por los libros que mis padres me leían en voz alta cuando
era pequeña, mi imaginación fantaseaba que yo era un pájaro, o una
princesa en apuros, o un hada, y escribía narraciones sobre lo que
hacía. Ese comienzo se desarrolló en historias dictadas a mi familia y
mis maestros hasta que aprendía a escribir bien por mí misma. Por otra
parte, siempre tuve amor por el dibujo. Nunca estuve segura sobre qué
hobby me apasionaba más. Ahora, mientras escribo, me doy cuenta de que
no amo mis dibujos si no me imagino una historia sobre lo que estoy
dibujando. Ambas pasiones vienen de mi necesidad de capturar lo que veo
sin destruirlo, de clarificar las imágenes y hacerlas mías, y de
expresar al mundo el amor que siento por las cosas que percibo.”
Rachel tuvo el inmenso privilegio de asistir a una
escuela primaria muy poco tradicional: el Olympic School. En esa escuela
existía un programa educativo opcional que convertía los métodos
educativos en experiencias activas, superando la concepción tradicional
que entiende a los alumnos como meros receptores de conocimientos y
normas. El Option Program procuraba inclusive sacar a los niños de las
aulas y llevarlos hacia los lugares donde sucedía aquello que se estaba
analizando. De esta manera, Rachel junto a sus compañeros de 5to grado
pasaron una semana recorriendo la península de Olympia. En esos 5 días,
Rachel durmió en el piso de un gimnasio, aprendió sobre el Bosque
Nacional de Olympia con un empleado del Departamento de Recursos
Naturales, caminó entre árboles gigantes en el Bosque Hoh Rain, e
investigó por su cuenta cada pulgada cuadrada de tierra, en procura de
descubrir toda la vida que había dentro de ella. El resultado fue un
encendido interés por la historia de su comunidad, comenzando por los
antiguos ocupantes de esas tierras, la tribu Squiaitl.
También en ese 5to grado, y a raíz de que el
programa de estudios incluía el análisis de la problemática del hambre
en el mundo, participó en la organización de una conferencia de prensa
en la capital del estado en apoyo del Reporte del Estado de los Niños en
el Mundo 1989 de UNICEF. Existe un video donde se ve a una Rachel de 10
años recitar un bello y elocuente poema que llama la atención sobre los
niños que mueren cada año por problemas perfectamente evitables. Su
espíritu activista despertó con fuerza, llegando hasta dirigir una
huelga de estudiantes durante el almuerzo, con la simpatía de los
maestros, pidiendo clases más cortas, al tiempo que contactaba al
periódico local atendiendo para que cubriera la noticia. La conciencia
sobre la importancia del rol de los medios de comunicación también fue
rápidamente entendida por Rachel.
Así, en contacto con el pulso vital de las cosas y
la gente, Rachel maduró rápido. En los primeros años de la década del
90, la Operación Tormenta del Desierto le disparó sus primeras
reflexiones sobre la guerra y la muerte. Era la primera vez que veía a
su país en una guerra que librada muy lejos, y no seria la ultima. No
obstante, la lejanía no la insensibilizaba, porque ya había comenzado a
ver el mundo:
Hay una tormenta que se levanta negra sobre las
colinas. Los cuerpos carbonizados de los soldados enterrados allí se
levantan y marchan contra la luz del sol que retrocede. Rojo
incandescente el horizonte, como sangre de un hombre joven. Orgullosos
hombres, ojos que no parpadean. Reflejos del fuego que ilumina la
oscuridad sobre otro horizonte. Rodillas altas, cabezas altas. Aire
vacío entre las manos donde debería haber armas robadas. Ecos de
disparos. Ellos ignoran las brillantes cruces blancas, banderas de la
muerte. Ellos enarbolan sus propias banderas altas en el cielo, para
flamear y agitarse contra las oscuras nubes de tormenta.
Por supuesto, también se dedicaba analizar las
complejidades y las perdidas de ese difícil estado de transición entre
la niñez y la vida adulta llamado adolescencia, desarrollando una veta
novedosa en su escritura: el humor y la ironía.
Primavera 1997Mi nombre es Rachel y estoy aquí para enseñarte a hablar a los adolescentes. Estoy aquí para enseñarle a dejar su lenguaje adulto y a hablar el de los teens, así podrás engañarnos haciéndonos creer que nos entiendes y luego, curar nuestras pobres penas.La única manera de hablarle a un adolescente. Una guía paso a paso.1. un adolescente usa montones de palabras hip, beat, y cool… como “jive” y cheese funk.2. tenga en cuenta que los adolescentes son mucho, mucho más jóvenes que usted, y no tienen experiencia en la vida como para entender nada de o que usted les dice.3. siempre que parezcan irritados, alborozados o confundidos, pregúnteles si están usando drogas, que casi siempre es la causa de las emociones extremas de los adolescentes.4. Asegúrese de que sepan que Jesús es la respuesta.5. cuídese de la violenta, predatoria naturaleza que siempre está influenciando a todos los adolescentes… siempre esté con su guardaespaldas.6. y cuando, por su inmadurez y corrupción, ninguna de las primeras cinco respuestas lo ayude, tome su bastón, golpéelos en la cabeza y arrástrelos de vuelta a la cueva donde pertenecen.La única manera de hablarle a un adulto. Una guía paso a paso.1. siempre es mejor que los adultos griten blasfemias a que no hablen en absoluto.2. si han pasado los 45, están casi muertos de todas maneras, por lo tanto, no hay punto de inicio de conversación ni conexión.3. de vez en cuando, sólo para molestar, sal del baño y aspira dos veces tambaleándote un poco, y limpia tu nariz. Así, ellos se volverán locos y creerán que estás tomando cocaína.4. si tu disco de los Beastie Boys suena lo suficientemente alto, no necesitas escucharlos.5. nunca olvides que todos los adultos de todos los lugares, caen en alguna de estas tres categorías: los Delatores, los Mercenarios, o los Jueces, y siempre te reportarán a tu mamá.6. y cuando ellos continúen allí, balbuceándote, analizándote y conteniéndote, toma tu bastón, golpéalos en la cabeza, y correrán como el infierno.(Rachel escribió esto para presentarlo en la Crisis Clinic Resouce Network para las sesiones de entrenamientos de adultos sobre cómo hablarle a los adolescentes).
El profundo sentido humanista de Rachel y su
infatigable curiosidad fueron forjados también por otro factor que se
inscribía en la línea de aprendizaje inaugurada desde su primera
infancia, aquella que la compelía a estudiar y comprender en contacto
con todo lo viviente. Así, la familia Corrie recibe en su hogar a
estudiantes de intercambio provenientes de países muy diferentes. El
primero fue Kazuyo, que llego desde Japón cuando Rachel contaba apenas 7
años y, con él, aprendió a hacer origami y a jugar oha-jiki. Ya durante
su secundaria llego Gustavo, desde Brasil, e introdujo a Rachel en los
secretos de la feijoada, el carnaval, el samba y ese extraño líder
sindical que esperanzaba a los pobres a pesar de que siempre perdía las
elecciones.
También estuvieron en la casa de los Corrie una
pareja de estudiantes rusos, Ayunta y Saiko. Quizás por la imagen que la
idiosincrasia norteamericana construyo de los rusos, estos chicos
despertaron en Rachel un interés especial. Después de que Ayunta pasara
tres meses con ellos, Rachel viajo con ella hacia Yuzhno-Sakhalinsk,
ciudad del este ruso, y vivió seis semanas con la familia de Ayunta,
como parte de un intercambio coordinado por la Secretaría de Estado de
Washington. Ese viaje cambiaría su vida. El contraste de la imagen
construida en el inconciente colectivo de los norteamericanos sobre su
enemigo de la Guerra Fria , con la calidad humana, la generosidad, y la
bondad de los rusos la impacto profundamente. Además, Rachel ya era lo
bastante conciente como para comprender el estado de postración
económica de ese país, y el estado de cataclismo en el que esta sociedad
emergía hacia el capitalismo . Conocer a esta gente, que aún viviendo
en una situación extremadamente difícil era capaz de reunir tan altas
cualidades humanas, que sentía a la vez tantas ansias por compartir sus
vidas y brindarse a una recién llegada, la marcó profundamente. Como
explica su padre:
El contraste entre la histórica mirada norteamericana de nuestro enemigo de la Guerra Fría , y la realidad de su experiencia con la gente rusa, fue impactante. Ella procesó ese viaje una y otra vez en su escritura posterior. Su mirada del mundo y su vida nunca volvieron a ser las mismas.
Numerosos textos de los diarios de Rachel,
recopilados y editados amorosamente por sus padres Cindy y Craig tras su
muerte, dan cabal testimonio de ello.
Afortunadamente, afortunadamente, me sucedió conseguir un viaje gratis a Rusia y vi otro país por primera vez. Miré hacia atrás, a través del Océano Pacífico y, desde la distancia, algunas cosas volvieron aquí, a Olympia, Washington, Estados Unidos. Pareció un poco raro, desconcertante, pero yo estaba despierta en Rusia, en el polvo de carbón, en la nieve. Estaba despierta por primera vez y para siempre con ojos curiosos, sonriente, lagrimeando de alegría. Y allí estaba mi fuego saliendo de mí, fluyendo alrededor. Y luego volví y estaba despierta. Finalmente despierta, por siempre jamás.
Tiempo después, así recordaría Rachel su llegada a Olympia tras su temporada en Rusia:
Recuerdo el vuelo de Anchorage a Seattle en el camino de vuelta a casa desde Rusia. Volando al sur, sobre la costa canadiense, todo estaba oscuro. Volando al sur en ese avión me comenzó a doler el estómago. No dolor por el movimiento enfermante o una indigestión. Un profunda espina rompiendo de dolor, difícil en sí, rodeando mi vientre, dentro del intestino y subiendo hasta mi garganta. Y en medio de ese dolor, los colores del alba. Debajo mío, el sol comenzaba a subir. Una arruga púrpura apareció en la negrura del cielo nocturno y una luz violeta comenzó a sangrar hacia nosotros hasta que no pudimos ver las llameantes siluetas de las nubes. Luego, el agua comenzó a brillar y me di cuenta que estábamos volando sobre Puget Sound. El agua debajo de nosotros comenzó a reflejar líneas rosadas, y pronto pudimos ver islas en esa agua y, gradualmente, notamos la forma de los árboles siempre verdes en ellas. Todo bañado con la luz rosa del alba. Incluso las montañas se tornaron rosadas con el sol naciente reflejado en la nieve.
Y comencé a sollozar. El cielo se tornó azul y la redondez completa del sol trepó fuera de las montañas. Sollocé en ese resplandor, en medio del más glorioso amanecer que había visto nunca, porque no era suficiente .Mi madre me recogió en el aeropuerto y ella también lloraba. Lloraba abrazándome y sonriendo. No le dije que había estado llorando con esa especie de rabia confusa que nuestro jerbo sintió después de una semana de libertad, cuando lo encontramos detrás de un calentador de agua, sujetándolo por la cola y metiéndolo en su jaula.Odié a Olympia. Quise irme. Quise nadar de vuelta a Rusia atravesando el Pacífico. Olympia olía a podredumbre. Olympia olía a cuerpos blancos saturados de muerte cálida en una charca fangosa. Olympia olía como una jaula de madera astillada y un jerbo arrojado en ella. Y en el rincón, en su rueda metálica, el opaco pelaje y la asfixiante y retorcida garra de una cosa muerta.
Siendo aún una joven estudiante de secundaria,
Rachel recolectó comida para el Banco de Comida de Olympia alentando a
los transeúntes a hacer donaciones. Dedicada a esto pasaba horas en
frías y lluviosas noches “¡No olvide una lata para los necesitados!”
decía a los comerciantes entraban en las tiendas. Y luego, cuando salían
“¿Se acordó de una lata para los necesitados?”. Sobre esto, su padre
recuerda esta anécdota:
Un hombre pasó caminando y silenciosamente ignoró la pregunta de Rachel, pero luego retornó y la saludó con una sonrisa y un dólar. Después ella le dijo a su espalda “¡Bueno, usted tiene suerte porque los necesitados también aceptan efectivo!”.
En la primavera de 1997, Rachel completó sus estudios secundarios e ingresó en la universidad estatal Evergreen, una
pequeña y liberal escuela de artes de Olympia cuyas clases abarcaban
desde escritura y arte, hasta historia local, labores, estudios
ambientales y ciencias políticas , según cuenta su padre.
La necesidad de trascender el mundo académico y
tomar contacto con las cosas “reales”, como manera de encontrar un norte
y un sentido para su vida, se profundizó en esta etapa. En principio,
buscó su propio sustento económico para solventar sus estudios
universitarios, pero no se quedó ahí. Pasó un año en el Cuerpo de
Conservación de Washington, dedicó horas cada semana a tomar llamados en
la Líneas de Crisis de una clínica local destinada a adolescentes y
adultos, continuando la tarea que ya había comenzado durante sus
estudios secundarios. Con este antecedente, consiguió trabajo en la
atención de salud mental provisto por la Behavioral Health Resources-
BHR, la vieja agencia de servicios de salud mental y droga-dependencia
de la comunidad de Olympia.
Por esos años, Rachel defendió el Centro Laboral de
Evergreen cuando fue amenazado por un recorte de presupuesto y pasó una
noche durmiendo en una carpa en respuesta a sus preocupaciones por los
sin techo. Sobre esta problemática, Rachel dejó entre sus escritos este
sentido poema, mezcla de llamado de atención y advertencia hacia los
privilegiados, y profunda condolencia con los que sufren.
“Los pobres, los sin techo:
Son reliquias de almas,
Cortezas de figuras sin amparo,
Migajas que lanzamos a las gaviotas.
Pieles y ojos llorosos que rondan.
Horriblemente abiertos, lucidez y sabiduría.
¿Cómo pueden los ojos de los ignorantes
ser tan sabios?
Son los olvidados.
nuestros feos hermanos,
están parados detrás de nosotros y sonríen con hambre.
Jamás los miramos.
Los batallamos con monedas irresponsables,
Los amamos cuando están lejos.
Pero cuando están cerca de nosotros,
Y podemos oler su aliento a pobreza y mugre
Y miramos dentro de sus mentes arremolinadas,
los empujamos fuera.
Aquí están los sin techo, y también los sin nombre.
Aquí está la gente que ignoramos educadamente.
buen comportamiento brutal.
Son nuestros hermanos y hermanas.
Ellos somos nosotros. Y podríamos fácilmente ser ellos.
Y por eso nos aterrorizan.”
El 11 de septiembre del 2001 marcó un punto de
inflexión, y Rachel comenzó a advertir las consecuencias de la llamada
“guerra contra el terrorismo”: aumento del fundamentalismo militar, y
las lógicas militaristas dominando la política exterior e interior de su
país. El ataque a Afganistán, la invasión a Irak y la represión
doméstica mediante Acción Patriótica de EEUU (U.S. Patriot Act). Como
respuesta, Rachel trabajó con muchísimos grupos de paz locales,
incluyendo el Movimiento por Justicia y Paz de Olympia ; Olympia por la Paz en Medio Oriente ; Estudiantes Educando Estudiantes sobre el Medio Oriente ; y el Olympia, Compañerismo y Reconciliación .
Realizó representaciones teatrales donde vecinos de Olympia actuaban
como palestinos e israelíes, reclutando a una mujer cuya familia
sobrevivió al Holocausto, que se convertiría en una poderosa voz en
contra de la ocupación israelí de las tierras palestinas.
Fue en esa vorágine de actividad que Rachel trabó
contacto con el Movimiento de Solidaridad Internacional (MSI), a través
de un grupo de activistas que habían viajado a la Franja de Gaza en el
verano del 2002 para unirse a la resistencia no violenta y a la acción
directa de los palestinos contra la ocupación. El MSI es un grupo
palestino de derechos humanos y resistencia no violenta, integrado por
internacionales de todas las edades. La agrupación se formó después de
que los gobernantes de EEUU e Israel rechazasen la propuesta de Mary
Robinson, la Alta Comisionada por los DDHH de las Naciones Unidas, de
enviar inspectores internacionales de derechos humanos a la región.
Pese a la intensidad y creatividad de las
actividades que Rachel desplegaba, no estaba satisfecha con su activismo
local. Como antes le sucediera con el mundo de los libros, ahora la
propia Olympia le resultaba a Rachel demasiado estrecha para actuar,
cuando las calamidades se producían a tantos miles de kilómetros de
distancia. A esto se añadía, además, de que era su propio país el que
comandaba las agresiones, convirtiéndola a ella y a todos, según su
implacable lógica, en los financiadores de las masacres mediante los
impuestos. Esta conciencia, mas su habitual necesidad de acercarse
verdaderamente a los que sufren, la llevó a tomar la decisión de su
vida.
Rachel estudió el conflicto israelí-palestino y
comenzó a aprender el idioma árabe. Reorganizó su vida para financiar su
propio viaje a Palestina. La actitud de sus padres puede resumirse en
esta breve explicación de Craig:
Por mucho que yo deseara que se quedase en Olympia, no pude pedirle a mi hija que sea algo inferior a lo que podía ser.
En enero del 2003, Rachel viajó a Israel y Palestina para entrenarse con los demás militantes del MSI.
Cuando Rachel llegó a Rafah, un poblado fronterizo
de la Franja de Gaza, entró en un mundo infernal de tanques, buldozers,
torres de tiro y puntos de control. Un infierno donde los invernaderos
son destruidos, los hogares se desmoronan con sus ocupantes dentro, y un
muro de acero gigante se alza desde los escombros cerrando la frontera
con Egipto. Pero eso no fue todo, como cuenta su padre:
Pero también encontró un mundo de familias, de gente resistiendo la opresión sostenida simplemente por su propia humanidad, luchando día a día las actividades de sus vidas bajo la ocupación. Y, así como ella entró en ese mundo, Rachel nos llevó consigo a través de llamadas telefónicas e e-mails.
De esta manera, pudieron sus angustiados padres
enterarse cómo Rachel y otros militantes interponían sus cuerpos entre
los trabajadores municipales palestinos que trabajaban para reparar las
tuberías y los pozos de agua, y los francotiradores israelíes que los
hostigaban permanentemente desde sus torres de tiro. Pudieron enterarse
también que los “internacionales” como Rachel dormían junto a los pozos
de agua sanos o recién reparados para evitar que las topadoras volvieran
a destruirlos por la noche. Supieron cómo los soldados israelíes
destruían los huertos de olivas, los jardines y los invernaderos, y
también el hostigamiento y las humillaciones sufridas por los palestinos
que necesitaban simplemente ir al trabajo o a la escuela, atravesando
los innumerables puntos de control.
Rachel contó su participación también en un
emprendimiento educativo de avanzada, desarrollado en ese país
devastado: el Parlamento de los Niños. Allí los niños palestinos
debatían democráticamente los problemas generados por la ocupación y el
impacto en sus vidas. Allí, Rachel aprendió árabe junto a ellos,
mientras los ayudaba con el aprendizaje del inglés.
Participó además en numerosas manifestaciones
oponiéndose a la inminente invasión de Irak, y encontró nuevas y
creativas formas de lucha, siempre apelando a métodos no violentos. Una
de ellas fue el proyecto para que Rafah y su Olympia natal se
convirtieran en ciudades hermanas, estimulando los vínculos y la
comunicación entre los habitantes de ambas localidades.
Finalmente, Rachel durmió en distintos hogares
palestinos muy cercanos a la frontera por ser éstos los más amenazados,
ya que el plan de Israel es crear un ancho espacio fronterizo que
funcione como un “corredor de seguridad”.
El 16 de marzo, había dos buldózers israelíes y un
transportador de personal blindado operando en el área de Hi-Salaam en
Rafah, a lo largo de la frontera egipcia. Cada buldózer tenía dos
ocupantes: un operador y, sentado junto a él, el conductor del vehículo.
El comandante de la operación miraba desde el transportador blindado
cercano. Luego en la tarde, uno de los buldózers encaró hacia la casa de
los hermanos Nasrallah (uno farmacéutico y otro contador), sus esposas y
cinco jóvenes hijos. La familia del mayor de los hermanos vivía en el
primer piso; la del hermano más joven, en el segundo. Rachel conocía a
los Nasrallah. Había estado a menudo con ellos y, a veces, había dormido
en su casa. Escribió,
Los dos cuartos frontales de la casa estaban inutilizables porque los disparos de arma a través de las paredes los habían incendiado, por lo tanto, la familia entera –tres chicos y los padres- duermen en el cuarto de éstos. Yo dormí en el piso junto a la joven hija Iman, y todos compartimos las mantas.
La familia Corrie pudo reconstruir mediante
testimonios de los testigos cómo fueron los últimos momentos de Rachel.
Así lo explicó su padre:
Rachel supo que la familia Nasrallah estaba dentro de la casa cuando el buldózer se acercaba. Aproximadamente a las 5 p.m. se posicionó sola entre la casa y el D-9. Las acciones que ella hacía eran las mismas que tomaron otros activistas del MSI en las horas precedentes. Los buldózers a menudo llegaban tan cerca, que la suciedad que ellos empujaban tocaba los pies de los activistas. En una ocasión, un activista norteamericano fue golpeado; en otra, un activista británico fue puesto contra la pared. En ambas oportunidades, el buldózer se detuvo a tiempo. Pero esa vez, con Rachel en su camino, el buldózer no paró. Los activistas del MSI gritaban y se agitaban frenéticamente, pero la maquina siguió adelante. Testigos declaran que como la D-9 empujaba tierra hacia delante, Rachel intentó escalar sobre el montículo. Ellos dicen que Rachel fue lo suficientemente alto como para mirar directamente dentro de la cabina; pero como esta continuó avanzando, no hizo pie y fue empujada bajo la cuchilla. El buldózer continuó avanzando hasta que su cabina estuvo sobre Rachel. Luego, la copia de seguridad revelaría su cuerpo aplastado. Rachel estaba viva cuando sus amigos corrieron hacia ella. Ella les dijo: “creo que mi espalda está rota”. Pero el chofer de la ambulancia palestina nos contó que ya no tenía signos vitales cuando él llegó. Fue declarada muerta un corto rato después en el hospital local.
El relato de Cindy, por su parte, coincide en lo esencial, aunque porta otros detalles:
“La topadora avanzó hacia Rachel. Ella asumió una posición que dio a entender que no se movería. Tenía puesto su chaleco naranja. Cuando la topadora continuó avanzando, ella se paró sobre el terraplén y un testigo declaró que su cabeza se asomaba por encima de la hoja de la topadora, o sea que se la podía ver claramente, pero la topadora siguió avanzando sobre ella, hasta aplastar su cuerpo. Se detuvo y luego dio marcha atrás, según la declaración del testigo, sin levantar la hoja, de manera que retrocedió nuevamente por encima de ella. Sus amigos gritaban todo el tiempo a los conductores de la topadora que se detuvieran. Corrieron hacia ella rápidamente y ella les dijo: ‘Creo que me quebré la espalda'. Esas fueron sus últimas palabras”.
Rachel fue asesinada el 16 de marzo del 2003 en
Rafah, en la Franja de Gaza, cuando fue aplastada por una topadora
Caterpillar D-9R Buldózer conducida por miembros de las Fuerzas de
Defensa de Israel.
Al día siguiente de su muerte, el Primer Ministro
israelí, Ariel Sharon, prometió una investigación “concienzuda, creíble y
transparente” sobre el asesinato de Rachel. Sin embargo, meses después,
las Fuerzas de Defensa Israelíes emitieron un reporte que informaba
sobre los resultados de la investigación. Allí consignaron que quienes
piloteaban la topadora “no pudieron verla”, y que el caso “estaba
cerrado”. El Departamento de Estado le expresó a la familia por carta su
desacuerdo sobre lo “concienzuda, creíble y transparente” que había
sido la investigación realizada por la misma institución acusada. No
obstante, el caso no ha podido ser reabierto hasta hoy.
Rachel dejó una huella imborrable en quienes la
conocieron y compartieron sus últimos momentos. La recuerdan sus
compañeros internacionales del MSI, y también los judíos y palestinos
que integran esa organización no violenta; la recuerdan los empleados
del Municipio Palestino de Aguas, con quienes Rachel habló para
comprender mejor las implicancias de la destrucción de los pozos; la
recuerda Danny, un reservista de la milicia israelí que le enseñó frases
en hebreo para gritar por el megáfono a las topadoras y a los tanques,
la recuerdan las madres musulmanas que la cuidaron con amor cuando cayó
enferma de gripe; la recuerda Alice, una activista judía de origen
británico que la sostuvo entre sus brazos cuando la vida la abandonaba.
Hoy, la Fundación Rachel Corrie por la Paz y la
Justicia fundada por sus padres tras su muerte, continúa la lucha por
hacer realidad los sueños de Rachel, articulándose con todo tipo de
organizaciones que defienden al pueblo palestino y la causa de los
derechos humanos. Su ejemplo moviliza a miles de personas, quienes a
través de la Fundación encuentran una vía para honrarla y para prolongar
su empeño por hacer de éste un mundo más bello.