"Karl Marx: "Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen." .

martes, 15 de febrero de 2011

REFLEXIONES DE FIDEL CASTRO

La Rebelión Revolucionaria en Egipto


Febrero 14, 2011 - 08:36
Egipto poseía por ello elevado prestigio en el Tercer Mundo / Tras 18 días de duro batallar, el pueblo egipcio logró un importante objetivo: derrocar al principal aliado de Estados Unidos en el seno de los países árabes, Mubarak
Dije hace varios días que la suerte de Mubarak estaba echada y ni siquiera Obama podía salvarlo.
El mundo conoce lo que sucede en el Medio Oriente. Las noticias circulan a velocidad pasmosa. Apenas alcanza el tiempo a los políticos para leer los despachos que van llegando hora por hora. Todos están conscientes de la importancia de lo que allí ocurre.
Tras 18 días de duro batallar, el pueblo egipcio logró un importante objetivo: derrocar al principal aliado de Estados Unidos en el seno de los países árabes. Mubarak oprimía y saqueaba a su propio pueblo, era enemigo de los palestinos y cómplice de Israel, la sexta potencia nuclear del planeta, asociada al grupo belicoso de la OTAN.
Las Fuerzas Armadas de Egipto, bajo la dirección de Gamal Abdel Nasser, habían lanzado por la borda a un Rey sumiso y creado la República que, con el apoyo de la URSS, defendió su Patria de la invasión franco-británica e israelita en 1956, y preservó la posesión del Canal de Suez y la independencia de su milenaria nación.
Egipto poseía por ello elevado prestigio en el Tercer Mundo. Nasser era conocido como uno de los líderes más destacados del Movimiento de Países No Alineados, en cuya creación participó junto a otros conocidos dirigentes de Asia, África y Oceanía que luchaban por la liberación nacional y la independencia política y económica de las antiguas colonias.

Egipto gozó siempre del apoyo y el respeto de dicha organización internacional que agrupa a más de cien países. En este momento, precisamente, ese hermano país preside el Movimiento por el período de tres años que le corresponde; y el apoyo de muchos de sus miembros a la lucha que hoy libra su pueblo no se hará esperar.
¿Qué significaron los Acuerdos de Camp David, y por qué el pueblo heroico de Palestina defiende tan arduamente sus derechos más vitales?
En Camp David -con la mediación del entonces presidente de Estados Unidos Jimmy Carter-, el mandatario de Egipto Anwar el-Sadat y el Primer Ministro israelí Menahem Begin, firmaron los famosos acuerdos entre Egipto e Israel.
Se cuenta que sostuvieron conversaciones secretas durante 12 días, y el 17 de septiembre de 1978 firmaron dos acuerdos importantes: uno referido a la paz entre Egipto e Israel; y otro relacionado con la creación de un territorio autónomo en la Franja de Gaza y Cisjordania, donde el-Sadat pensaba -e Israel conocía y compartía la idea- que sería la sede del Estado palestino, cuya existencia, así como la del Estado de Israel, la Organización de Naciones Unidas acordó el 29 de noviembre de 1947, en el mandato británico de Palestina.
Tras conversaciones arduas y complejas, Israel aceptó retirar sus tropas del territorio egipcio del Sinaí, aunque rechazó categóricamente la participación en aquellas negociaciones de paz de la representación de Palestina.
Como producto del primer acuerdo, en el plazo de un año, Israel reintegró a Egipto el territorio del Sinaí ocupado en una de las guerras árabe-israelíes.
En virtud del segundo, ambas partes se comprometían a negociar la creación del régimen autónomo en Cisjordania y la Franja de Gaza. La primera, comprendía un territorio de 5 640 kilómetros cuadrados y 2,1 millones de habitantes; y la segunda, 360 kilómetros cuadrados y 1,5 millones de habitantes.
Los países árabes se indignaron con aquel acuerdo en que, a su juicio, Egipto no defendió con suficiente energía y firmeza un Estado Palestino, cuyo derecho a existir había sido centro de las luchas libradas durante décadas por los estados árabes.
A tal extremo de indignación llegó la reacción de los mismos, que muchos rompieron relaciones con Egipto. De esa forma, la Resolución de Naciones Unidas de noviembre de 1947, fue borrada del mapa. El ente autónomo jamás se creó y así se privaba a los palestinos del derecho a existir como estado independiente, de lo cual se deriva la interminable tragedia que se vive y que debió resolverse hace más de tres décadas.
La población árabe de Palestina es víctima de acciones genocidas; las tierras les son arrebatadas o privadas de agua en aquellas áreas semidesérticas y las viviendas destruidas con pesados martillos. En la Franja de Gaza, un millón y medio de personas son sistemáticamente atacadas con proyectiles explosivos, fósforo vivo y las conocidas granadas cazabobos. El territorio de la Franja está bloqueado por mar y por tierra. ¿Por qué se habla tanto de los acuerdos de Camp David y no se menciona a Palestina?
Estados Unidos suministra los más modernos y sofisticados armamentos a Israel por valor de miles de millones de dólares cada año. Egipto, un país árabe, fue convertido en el segundo receptor de armas norteamericanas. ¿Para luchar contra quién? ¿Contra otro país árabe? ¿Contra el propio pueblo egipcio?
Cuando la población demandaba respeto a sus derechos más elementales y la renuncia de un presidente cuya política consistía en explotar y saquear a su propio pueblo, las fuerzas represivas entrenadas por Estados Unidos no vacilaron en disparar contra ella, matando cientos de personas e hiriendo a miles.
Cuando el pueblo egipcio esperaba explicaciones del Gobierno de su propio país, las respuestas venían de altos funcionarios de los órganos de inteligencia o del gobierno de Estados Unidos, sin respeto alguno para los funcionarios egipcios.
¿Es que acaso los dirigentes de Estados Unidos y sus órganos de inteligencia no conocían una sola palabra de los colosales robos del gobierno de Mubarak?
Antes de que el pueblo protestara en masa desde la Plaza Tahrir, ni los funcionarios del gobierno, ni los órganos de inteligencia de Estados Unidos decían una sola palabra de los privilegios y robos descarados de miles de millones dólares.
Sería un error imaginar que el movimiento popular revolucionario en Egipto obedece teóricamente a una reacción contra las violaciones a sus derechos más elementales. Los pueblos no desafían la represión y la muerte ni permanecen noches enteras protestando con energía por cuestiones simplemente formales. Lo hacen cuando sus derechos legales y materiales son sacrificados sin piedad a las exigencias insaciables de políticos corruptos y de los círculos nacionales e internacionales que saquean el país.
El índice de pobreza afectaba ya a la inmensa mayoría de un pueblo combativo, joven y patriótico, agredido en su dignidad, su cultura y sus creencias.
¿Cómo podrían conciliarse la elevación imparable de los precios de los alimentos con las decenas de miles de millones de dólares que se atribuyen al presidente Mubarak, y a los sectores privilegiados del gobierno y de la sociedad?
No basta ahora que se conozca a cuánto ascienden, hay que exigir que sean devueltos al país.
Obama está afectado por los acontecimientos egipcios, actúa o parece actuar como dueño del planeta. Lo de Egipto pareciera ser un asunto suyo. No para de hablar por teléfono con los líderes de otros países.
La agencia EFE, por ejemplo, informa: "...habló con el primer ministro británico, David Cameron; el rey Abdalá II de Jordania, y con el primer ministro turco, el islamista moderado Recep Tayyip Erdogan."
"...el gobernante de EEUU valoró el ‘cambio histórico' que han impulsado los egipcios y reafirmó su admiración por sus esfuerzos...".
La principal agencia de información norteamericana AP, transmite razonamientos dignos de atención:
"Estados Unidos solicita gobernantes en el Medio Oriente de inclinación occidental, amistosos con Israel y dispuestos a cooperar en la lucha contra el extremismo islámico al tiempo que protejan los derechos humanos."
"...Barack Obama ha planteado una lista de requisitos ideales imposibles de satisfacer tras la caída de dos aliados de Washington en Egipto y Túnez en revueltas populares que, según expertos, se propagarán en la región."
"No existe prospecto con ese currículo de ensueño y es muy difícil que aparezca uno pronto. En parte se debe a que en los últimos 40 años, Estados Unidos sacrificó los ideales nobles de los derechos humanos, que tanto propugna, a cambio de la estabilidad, la continuidad y el petróleo en una de las regiones más volátiles del mundo."
"‘Egipto no volverá a ser el mismo', dijo Obama el viernes después de que celebrara la salida de Hosni Mubarak."
"Mediante sus protestas pacíficas, dijo Obama, los egipcios ‘transformaron su país y al mundo'.
"Aun cuando persiste el nerviosismo entre varios gobiernos árabes, las elites afianzadas en Egipto y Túnez no han dado señales de que estén dispuestas a ceder poder ni la vasta influencia económica que han tenido."
"El gobierno de Obama ha insistido en que el cambio no debía ser de ‘personalidades'. El gobierno estadounidense fijó esta postura desde que el presidente Zine El Abidine Ben Ali huyó en enero de Túnez, un día después de que la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, advirtiera a los gobernantes árabes en un discurso en Qatar que sin una reforma los cimientos de sus países 'se hundirían en la arena'."
La gente no se muestra muy dócil en la Plaza Tahrir.
Europa Press narra:
"Miles de manifestantes han llegado a la plaza de Tahrir, el epicentro de las movilizaciones que provocaron la renuncia del presidente del país, Hosni Mubarak, para reforzar a los que continúan en ese emplazamiento a pesar del intento de la Policía militar de desalojarles, según ha informado la cadena británica BBC.
"El corresponsal de la BBC destacado en la céntrica plaza cairota ha asegurado que el Ejército se está mostrando indeciso ante la llegada de nuevos manifestantes..."
"El ‘núcleo duro' [...] está situado en una de las esquinas de la plaza. [...] han decidido permanecer en Tahrir [...] para asegurarse de que se cumplen todas sus reclamaciones."
Con independencia de lo que ocurra en Egipto, uno de los problemas más graves que enfrenta el imperialismo en este instante es el déficit de cereales que analicé en la Reflexión del 19 de enero.
Estados Unidos emplea una parte importante del maíz que cultiva y un alto índice de su cosecha de soya a la producción de biocombustibles. Europa por su parte, emplea millones de hectáreas de tierra con ese propósito.
Por otro lado, como consecuencia del cambio climático originado fundamentalmente por los países desarrollados y ricos, se está creando un déficit de agua dulce y alimentos incompatible con el crecimiento de la población, a un ritmo que la conduciría a 9 mil millones de habitantes en apenas 30 años, sin que la Organización de Naciones Unidas y los gobiernos más influyentes del planeta, después de las defraudantes reuniones de Copenhague y Cancún, hayan advertido e informado al mundo de esa situación.
Apoyamos al pueblo egipcio y su valiente lucha por sus derechos políticos y la justicia social.
No estamos contra el pueblo de Israel, estamos contra el genocidio del pueblo palestino y a favor de su derecho a un Estado independiente.
No estamos a favor de la guerra, sino en favor de la paz entre todos los pueblos.
Fidel Castro Ruz
Febrero 13 de 2011
9 y 14 p.m.

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Bajo el volcán (egipcio)

Pepe Escobar
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La fiesta –y qué fiesta- terminó. Ahora toca la resaca, y ¡menuda resaca!
Conozcan al nuevo jefe, o al Faraón reconstruido como Shiva: el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Si esto fuera el Sudeste Asiático, la gente diría “lo mismo, lo mismo, aunque diferente”.
En lugar de un Estado-policía, es el momento de los comunicados (se habla de un retorno a la década de los setenta). El Presidente y el Vicepresidente disueltos. El Parlamento disuelto (pero con el Primer Ministro nombrado, el Faraón Ahmed Shafiq, insistiendo en que el actual gabinete-canguro se pondrá en marcha para eso de la “transición ordenada”). La Constitución suspendida. El ejército tratando de imponer la idea de que va a encargarse de dirigir Egipto durante los seis próximos meses. Se esperan siniestras restricciones al derecho a la huelga y “caos y desorden”.
¿Qué puede hacer un Presidente demócrata de EEUU y Premio Nobel de la Paz excepto apoyar un golpe militar? (Otra reminiscencia de las décadas de los sesenta y los setenta). Resumiendo: la Casa Blanca y el Departamento de Estado querían que Hosni Mubarak se fuera.
Pero Arabia Saudí, Israel y la Agencia de Central de Inteligencia de EEUU (CIA) estaban empeñados en que siguiera. Aunque Mubarak –como en una mala versión de Luis XVI con el pelo teñido- luchó por su propia supervivencia, el Vicepresidente Omar “Jeque al-Tortura” Suleimán, apoyado por Washington y Bruselas, luchó por la supervivencia del régimen (eso de la “transición ordenada”), y Washington luchó por la supervivencia de uno de los pilares cruciales de la “estabilidad” en el Oriente Medio. La calle luchaba por su vida.

Es fácil explicar por qué la CIA no lo vio venir. Puede que la Agencia se haya destacado gestionando las entregas extraordinarias con el Jeque al-Tortura, pero, en conjunto, se había quedado aprisionada en una importante camisa de fuerza ideológica desde los años de Ronald Reagan. Sencillamente, la CIA no se molesta en hablar con nadie que no sea un vasallo, desde Irán a Hamás y a los Hermanos Musulmanes.
Por tanto, no pueden recoger inteligencia procesable de calidad sobre el terreno. Egipto llevaba hirviendo por debajo desde al menos 2005. La Embajada de EEUU en El Cairo no tenía siquiera un oficial de enlace con los Hermanos Musulmanes. Y ahora su activo, Suleimán, es una no-entidad (foto de Langley –sede de la CIA- inundada por un diluvio de lágrimas).
Al final, la calle egipcia lo comprendió. Reclutas miserablemente pagados dispuestos a armar la de Dios es Cristo si se les ordenaba disparar contra ciudadanos de a pie lo comprendieron. Discretos organizadores sindicales activos desde hacía años lo comprendieron. Jueces manifestándose por las calles lo comprendieron. Y los jóvenes lo comprendieron. Los jóvenes revolucionarios del 25 de enero despertaron pronto a la realidad.
Todos ven ya con claridad que Washington decidió finalmente reducir sus pérdidas y dar luz verde a la concepción plagada de onanismo de un golpe militar contra una dictadura militar. OK, si funcionan los buenos pronósticos, conocemos al menos un precedente: la revolución de 1974 en Portugal, que acabó, en el plazo de un año, en una sólida democracia de tendencia socialista.
Mi comunicado es más grande que el tuyo
¿Qué hay de todos esos comunicados a los que se ha vuelto tan adicto el Consejo Supremo? La calle sabe que todos ellos son compinches de Mubarak, que la mayoría tiene más de setenta años –empezando por el líder del golpe, el Mariscal de Campo y Ministro de Defensa Mohammed Hussein Tantawi, 75 años- y que están muy próximos a Robert Gates, el del Pentágono (y algo que es crucial: Tantawi llegó a la cumbre después de ser el comandante del ejército privado de Mubarak, los Guardias Republicanos).
Todos ellos son accionistas, propiciados por EEUU (mediante los miles de millones de dólares de “ayuda” año tras año), de una inmensa dinastía empresarial de propiedad militar que controla sectores enteros de la economía egipcia. No hay forma de que pueda nacer un nuevo Egipto sin echar abajo todo ese sistema al completo. Ergo, la calle tiene que enfrentarse al ejército.
Nos esperan grandes fuegos artificiales. Por el momento, los adversarios potenciales están estudiándose el uno al otro. Salida: “transición ordenada”; entrada –según el General Mohsen al-Fangari-: “una transición pacífica de poder” que permita que “un gobierno civil elegido gobierne y construya un Estado libre y democrático”. Suena todo como el Purple Haze [Neblina Púrpura] de Jimmy Hendrix. Olvídense de eso del ejército transfiriendo rápidamente el poder a un gobierno interino dirigido por civiles.
En la batalla de comunicados, al menos los líderes del 25 de enero saben cómo llamar la atención. Entre sus demandas principales –llámenlas la hoja de ruta de los deseos políticos de la calle-, nos encontramos con el fin inmediato del estado de emergencia; la liberación inmediata de todos los prisioneros políticos; la creación de un consejo de gobierno colectivo y transitorio; la formación de un gobierno interino que integre las tendencias nacionalistas independientes que supervisen unas elecciones libres y justas; la formación de un grupo de trabajo que redacte una nueva constitución democrática que se vote en referéndum; la eliminación de cualquier restricción a la libre formación de partidos políticos; libertad de prensa; libertad para formar sindicatos y organizaciones no gubernamentales sin que se necesite permiso del gobierno; y abolición de todos los tribunales militares.
Cualquiera que sea capaz de creerse que los generales del Consejo Supremo entregarán en bandeja todo eso al pueblo es que debe de estar vivendo allá por la meseta tibetana.
Bombardéame una democracia, nena
Ésta no ha sido sólo una revolución dirigida por los jóvenes, también es ahora un movimiento masivo de la clase trabajadora. En la próxima etapa la clase trabajadora –y el campesinado- serán cada vez más importantes. Como el bloguero Hossam El-Hamalawy ha señalado: “Ahora toca a las fábricas tomar Tahrir”. La ofensiva final del régimen se produjo cuando las huelgas se extendieron como un reguero de pólvora. Se ha intensificado la conceptualización de la democracia directa desde abajo que conduce a un estado de revolución permanente. “Occidente” tiembla en sus Ferragamo .
Al mismo tiempo, los líderes del 25 de enero son conscientes de que Washington, Tel Aviv y Riad –más las clases compradoras del mubarakismo - harán todo lo que esté en su mano para que la democracia egipcia descarrile. Se echará mano de todo: desde todo un Walhalla de sobornos a la siniestra manipulación de leyes y del proceso electoral.
Ya verán como al menos un general se presenta para Presidente; ciertamente, no será el increíblemente evanescente activo de la CIA, el “Jeque al-Tortura” Suleimán, sino muy probablemente el Jefe del Estado Mayor, Sami Anan, de 63 años, que también pasó mucho tiempo en EEUU y está más cercano que Tantawi a muchos de los del Pentágono.
Muy pronto, verán como todo el mundo, y hasta su vecino, se dedica a cortejar a los Hermanos Musulmanes como si no hubiera un mañana: Turquía (para avanzar en su papel de faro de la moderación en Oriente Medio); Irán (incluso aunque sean chiíes, para recordar a los Hermanos Musulmanes su lucha por Palestina); EEUU (para que puedan creer que controlan una corriente yihadista , aunque los HM no tengan ninguna); y Arabia Saudí (con toneladas de dinero en efectivo, para colar como sea las maquinaciones estadounidenses).
The New York Times ha descrito de forma extraña cómo “la Casa Blanca y el Departamento de Estado estaban ya discutiendo cómo dedicar nuevos fondos para impulsar la aparición de partidos políticos laicos”, en un intento de acorralar hasta el último rincón a la oposición a la agenda estadounidense.
Además del hecho de que la revolución egipcia –todavía en pañales- representa el cambio estratégico más estremecedor en el Oriente Medio de las últimas tres décadas (desde que Israel invadió el Líbano en 1982), lo que se destaca es la abyecta falacia de muchas cosas, desde la Islamofobia a la teoría reduccionista del “choque de civilizaciones” y a la quimera neocon del Gran Oriente Medio. Sin embargo, la calle egipcia abrió una autopista hacia la democracia en sólo dos semanas y media. Compárenlo con la democratización de Afganistán por el Pentágono desde hace nueve años y la de Iraq desde hace siete.
En el presente estadio, nadie sabe si el mubarakismo va a sobrevivir a base de un estiramiento facial mínimo; si se le invitará a las próximas elecciones mientras el ejército permanece en la sombra; o si una auténtica revolución social y política reorganizará final y radicalmente toda la estructura de la riqueza y el poder en Egipto.
Mucho más allá del choque inevitable en Egipto entre la explosión demográfica y la crisis económica, lo que nos hace realmente flipar es que las elites de Occidente saben lo que la inmensa mayoría de los egipcios no quieren. Un gobierno egipcio realmente soberano y democrático no puede seguir siendo un esclavo de la política exterior de EEUU.
Como mínimo, todo podría empezar con el levantamiento del bloqueo a Gaza y con la revisión de la exportación de gas natural a Israel a precios subvencionados; después, debería volver a considerarse el paso seguro de la Marina estadounidense por el Canal de Suez y, finalmente, revisar el sanctasanctórum: los Acuerdos de Camp David de 1979 con Israel.
De ahora en adelante, cualquier incremento de libertad que Egipto pueda disfrutar será directamente proporcional al aumento del grado de temor que puedan pasar a sentir Washington, Tel Aviv y Riad.
Es justo decir que en estos momentos la calle egipcia lleva en su corazón a todos aquellos que la apoyaron: desde Al-Yasira y todo un surtido de nacionalistas árabes a Hizbulá en el Líbano. Y conoce muy bien quiénes son los que la despreciaron: desde la Casa de los Al-Saud, junto a todo tipo de extremistas wahabíes, a Israel. Nadie olvidará que el rey saudí Abdullah acusó a la calle de “injerencia en la seguridad y estabilidad del Egipto árabe y musulmán”.
La consigna clave de la revolución ha sido: “El pueblo quiere el derrocamiento del régimen”. Eso ha tenido un resultado-consecuencia: “El pueblo quiere la liberación de Palestina”. Estén pendientes de la información meteorológica; el auténtico volcán ni siquiera ha entrado en erupción.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su último libro es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MB15Ak01.html

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Jimi Hendrix The Star Spangled Banner Woodstock... por vb24> En woodstock 1969,Jimi Hendrix interpretó el himno estadounidense mezclándolo con simulaciones sonoras de bombardeos y ametrallamientos sobre los barrios de Vietnam, sirenas anti-aéreas y otros ruidos de batalla, solo utilizando su guitarra.
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