"Karl Marx: "Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen." .

miércoles, 22 de octubre de 2008

¿Qué opina Hobsbawm sobre la crisis?


El británico Eric Hobsbawm ha sido llamado "el historiador vivo más influyente" por la revista New York Review, y su visión marxista empapa su prolífica producción.


En estos días en los que las noticias instantáneas sobre la crisis financiera inundan los medios de comunicación, Hobsbawm concedió una larga entrevista a la BBC.
A los 91 años, Hobsbawm responde sobre los posibles cambios en la opinión intelectual sobre el capitalismo y sobre los efectos, duraderos según el, que tendrá la crisis económica mundial.
Aquí, los principales fragmentos de esa entrevista.

Muchos hablan de lo está pasando como un regreso al estatismo e incluso al socialismo. ¿Usted cree que es así?
Bueno, ciertamente es la más grave crisis del capitalismo desde la década del 30. Recuerdo un titular hace unos pocos días, en el Financial Times, que decía: "El capitalismo en convulsión". Hacía mucho que uno no leía ese titular en el FT.
Ahora, creo que esta crisis está siendo más dramática por los más de 30 años de una cierta ideología "teológica" del libre mercado, que todos los gobiernos en Occidente han seguido.
Porque como Marx, Engels y Schumpeter han previsto, la globalización -que está implícita en el capitalismo- no sólo destruye una herencia de tradición sino también es increíblemente inestable: opera a través de una serie de crisis.
Y esto está siendo reconocido como el fin de una era específica. Sin dudas, se hablará más de (John Maynard) Keynes y menos de (Milton) Friedman y (Friedrich) Hayek.
Todos están de acuerdo en que, de una forma u otra, habrá un mayor rol para el Estado. Ya hemos visto al Estado como el prestamista de última instancia. Quizás regresaremos a la idea del Estado como el empleador de última instancia, que es lo que fue bajo FDR (Fraklin Delano Roosevelt) en el "New Deal" en Estados Unidos.
Lo que sea, será un emprendimiento público de acción e iniciativa, que será algo que orientará, organizará y dirigirá también la economía privada. Será mucho más una economía mixta que lo que ha sido.
¿Y qué del Estado como redistribuidor? Lo que se ha hecho hasta ahora parece más pragmático que ideológico...
Creo que será pragmático de la forma que era antes. Lo que ha estado pasando es que en los últimos 30 años el capitalismo global ha operado de una forma increíblemente inestable, excepto -por varias razones- en los países occidentales desarrollados.
Ellos se han mantenido, hasta un cierto punto, al margen, y por ello lo han minimizado.
En Brasil, en los 80, en México en los 90, en el sudeste asiático y Rusia en los 90, en Argentina en 2000: todos sabían que estas cosas podían traer catástrofes en el corto plazo. Y para nosotros eso implicaba caídas tremendas en el FTSE (bolsa de Londres) pero luego, seis meses después, recomenzábamos de nuevo.
Ahora, tenemos los mismos incentivos que habían en los '30: si no se hace nada, el peligro político y social es profundo y eso es, después de todo, la forma en que el capitalismo se reformó a sí mismo durante y después de la guerra, bajo el principio de "nunca más" a los riesgos del 30.
No sólo los riesgos económicos -que el "New Deal" no fue muy exitoso- sino también los riesgos políticos.
Usted vio esos riesgos hacerse realidad: estuvo en Alemania cuando Adolf Hitler llegó al poder. ¿Usted cree que podría darse algo remotamente parecido a eso, como una consecuencia de lo que está pasando ahora?
En los años '30 el efecto político neto a corto plazo de la Gran Depresión fue el fortalecimiento de la derecha, con dos excepciones. Una fue Escandinavia, que logró exitosamente moverse a la izquierda hacia regímenes socialdemócratas, y -curiosamente- Estados Unidos, donde reaccionaron a quien sería el equivalente de Bush.

A la izquierda no le fue bien en los '30 hasta que llegó la guerra. Entonces, creo que ese es el principal peligro. En ese momento, hubo una izquierda fuerte en varias partes de Europa -incluyendo Inglaterra, con el partido laborista- pero hoy no la hay.
La izquierda está virtualmente ausente. Entonces, a mí me parece que el principal beneficiario de este descontento, otra vez con la posible excepción -al menos eso espero- de Estados Unidos, será la derecha.
¿Lo que vemos ahora es el equivalente de la caída de la Unión Soviética para la derecha? ¿Los desafíos intelectuales que esto implica para el capitalismo y el libre mercado son tan profundos como los desafíos que enfrentó la izquierda en 1989?
Sí, así lo creo, creo que este es el equivalente dramático al colapso de la Unión Soviética. Ahora sabemos que se terminó una era. No sabemos qué vendrá.
Tenemos un problema intelectual: solíamos pensar hasta entonces que habían dos alternativas, o una o la otra: o el libre mercado o el socialismo. Pero en realidad hay muy pocos ejemplos de un completo caso de laboratorio de cada una de esas ideologías.
Entonces, creo que tenemos que dejar de pensar en una o la otra y debemos pensar en la naturaleza de la mezcla. Particularmente hasta qué punto esa mezcla está motivada por la conciencia del modelo socialista y de las consecuencias sociales de lo que ha pasado.
¿Cree que regresaremos al lenguaje del marxismo?
Hasta un cierto punto, lo hemos hecho. Encuentro bastante extraño que el redescubrimiento de Marx lo han generado los hombres de negocios, ya que no hay izquierda.
Desde la crisis de los 90, son los hombres de negocios quienes empezaron a hablar en términos de decir: "Bueno, Marx predijo esta globalización y podemos pensar que el capitalismo está planteado como una serie de crisis".
No creo que el lenguaje marxista políticamente será prominente; pero intelectualmente, la naturaleza del análisis marxista sobre la forma en la que el capitalismo opera verdaderamente será importante.
¿Siente un poco de reivindicación, después de años en los que la opinión intelectual iba en contra de lo que usted pensaba?
Bueno, obviamente hay un poco una sensación de schadenfreude (regocijo por la desgracia ajena).
Siempre dijimos que el capitalismo se iba a chocar contra sus propias dificultades, pero lo que yo siento no es reivindicación.
Lo que sí es cierto es que la gente descubrirá que de hecho lo que estaba pasando no ha producido los buenos resultados que se predecían.
Mire, por 30 años todos los ideólogos dijeron que todo iba a estar bien: el libre mercado es lógico y produce crecimiento máximo. Sí, decían, produce un poco de desigualdad aquí y allá, pero no importa porque también los pobres eran un poco más prósperos. Decían que funcionaría mejor que cualquier otra cosa.
Ahora sabemos que lo que pasó es que se crearon condiciones de inestabilidad enormes, que han creado condiciones en las que la desigualdad afecta no sólo a los más pobres, sino cada vez más a una gran parte de la clase media.
Sobre todo, en los últimos 30 años los beneficios de este gran crecimiento hemos sido principalmente a nosotros en Occidente en una condición de vida inmensurablemente superior que en cualquier otro lugar.
Y me sorprende mucho que el Financial Times diga que lo que esperan que pase ahora es que este nuevo tipo de globalización controlada beneficie a quienes realmente lo necesitan, que se reduzca la enorme diferencia entre nosotros que vivimos como príncipes y la enorme mayoría de los pobres y los desaventajados.
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/newsid_7680000/7680432.stm


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Cómo los militares de EE.UU. me convirtieron en terrorista

Aaron Glantz/Michael Prysner
ICH/Alternet
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


En marzo de este año, un valeroso grupo de veteranos ayudó a comprender lo que es la guerra en un histórico evento realizado en Silver Spring, Maryland, inspirado por veteranos de Vietnam de una generación antes. “Soldado de Invierno: Iraq y Afganistán” reunió a más de 200 soldados que han servido en la así llamada “Guerra contra el Terror.” Como otros soldados antes que ellos, que compartieron historias que pusieron al desnudo la pesadilla de Vietnam, esos veteranos dieron testimonio sobre los crímenes que han sido cometidos en nombre de los estadounidenses durante la ocupación de Iraq y Afganistán. Las audiencias duraron cuatro días; en sus testimonios, los soldados describieron como el descarte de las reglas de enfrentamiento de las fuerzas armadas y su sistemática deshumanización de civiles iraquíes y afganos ha llevado a horribles actos de violencia contra hombres, mujeres y niños inocentes. “No se trata de incidentes aislados,” fue un refrán común, incluso cuando los episodios que describían parecían excepcionalmente brutales. Para muchos de los veteranos, fue la primera vez que habían relatado sus historias.
Ahora, el abrasador testimonio ha sido compilado en un importante nuevo libro: “Winter Soldier: Iraq and Afghanistan: Eyewitness Accounts of the Occupation” [Soldado de invierno; Iraq y Afganistán: Relatos de la ocupación por testigos presenciales], editado por Aaron Glantz y publicado por Haymarket Books. Os aliento fervorosamente a comprar el libro, de preferencia a través del sitio en la Red de Iraq Veterans Against the War, que organizó las audiencias de Winter Soldier y sigue realizando eventos similares en ciudades en todo el país. Todos los ingresos de libros comprados a través de IVAW irán en apoyo a su trabajo crucial.
El siguiente pasaje es de Michael Prysner, cabo en la Reserva del Ejército quien volvió a casa en febrero de 2004.
-- Liliana Segura, Editora, War on Iraq Special Coverage
20/10/2008 "Alternet" – Cuando me alisté en el ejército, me dijeron que el racismo ya no existe en las fuerzas armadas. Un legado de desigualdad y de discriminación fue repentinamente eliminado por algo llamado el Programa de Igualdad de Oportunidades [EO]. Nos sentábamos en clases obligatorias, y cada unidad tenía un representante de EO para asegurar que no volverían a aparecer elementos de racismo. El ejército parecía firmemente dedicado a aplastar todo indicio de racismo.
Entonces ocurrió el 11 de septiembre, y comencé a escuchar nuevas palabras como “cabeza de toalla” y “jockey de camellos,” y el más inquietante: “nigger de las arenas.” Al principio esas palabras no provenían de otros soldados rasos alistados, sino de mis superiores: el sargento de mi pelotón, mi sargento primero, el comandante de mi batallón. Para toda la cadena de comando, esos ponzoñosos términos racistas eran repentinamente aceptables.
Cuando llegué a Iraq en 2003, aprendí una nueva palabra: “haji.” Haji era el enemigo. Haji era cada iraquí. No era una persona, un padre, un maestro, o un trabajador. Es importante que se comprenda de donde proviene esa palabra. Para los musulmanes, lo más importante es hacer un peregrinaje a La Meca: el Haji. El que ha hecho el peregrinaje a La Meca es un haji. Es algo que, en el Islam tradicional, es el mayor llamado de la religión. Tomamos lo mejor del Islam y lo convertimos en lo peor.
Desde la creación de este país, el racismo ha sido utilizado para justificar la expansión y la opresión. Los americanos nativos eran llamados “salvajes,” los africanos eran llamados toda clase de cosas para excusar la esclavitud, y los veteranos de Vietnam conocen la multitud de palabras utilizadas para justificar esa guerra imperialista.
Así que haji es la palabra que usábamos. Era la palabra que usamos en esa misión en particular de la que voy a hablar. Hemos oído hablar mucho de incursiones, de romper puertas a patadas en las casas de la gente y del saqueo de sus casas, pero ésta era una incursión de un tipo diferente.
Nunca nos daban alguna explicación por nuestras órdenes. Sólo nos decían que un grupo de cinco o seis casas era ahora de propiedad de los militares de EE.UU., y que teníamos que ir y hacer que esas familias se fueran de sus casas.
Íbamos a esas casas e informábamos a las familias que sus hogares ya no eran suyos. No les dábamos ninguna alternativa, ni dónde ir, ni compensación. Se veían muy confundidos y muy asustados. No sabían qué hacer y no se iban, así que teníamos que sacarlos.
Una familia en particular, una mujer con dos niñas pequeñas, un hombre muy anciano, y dos hombres de mediana edad: los arrastramos de su casa y los arrojamos a la calle. Arrestamos a los hombres porque se negaron a partir, y los enviamos a la prisión.
Unos pocos meses después lo descubrí, ya que nos faltaban interrogadores y me dieron esa tarea. Supervisé y participé en cientos de interrogatorios. Recuerdo uno en particular que compartiré con ustedes. Fue el momento que me mostró realmente la naturaleza de esa ocupación.
Ese detenido en particular ya había sido desnudado hasta la ropa interior, con las manos detrás de su espalda y un saco de arena sobre la cabeza. Nunca vi su cara. Mi tarea era tomar una silla plegable de metal y golpearla contra el muro junto a su cabeza – enfrentaba el muro y su nariz lo tocaba – mientras otro soldados gritaba una y otra vez la misma pregunta. No importa cuál fuera su respuesta, mi tarea era golpear ruidosamente la silla contra el muro. Lo hicimos hasta que nos cansamos.
Me dijeron que me asegurara de que se mantuviera de pie, pero algo iba mal con su pierna. Estaba herido, y se caía todo el tiempo al suelo. Llegaba el sargento a cargo y me decía que lo volviera a poner de pie, así que tenía que recogerlo y ponerlo contra el muro. Se caía continuamente. Yo lo agarraba continuamente y lo colocaba contra el muro. Mi sargento estaba furioso conmigo porque no lograba que siguiera de pie. Lo agarró y lo golpeó varias veces contra el muro. Y se fue. Cuando el hombre volvió a caer al suelo, noté que corría sangre por debajo del saco de arena. Dejé que se sentara, y cuando vi que mi sargento volvía de nuevo, le dije rápidamente que volviera a pararse. En lugar de proteger a mi unidad contra ese detenido, me di cuenta de que estaba protegiendo al detenido contra mi unidad.
Me esforcé considerablemente en sentirme orgulloso por mi servicio, pero todo lo que podía sentir era vergüenza. El racismo ya no podía disfrazar la realidad de la ocupación. Son seres humanos. Desde entonces me persigue la culpa. Me siento culpable cada vez que veo a un hombre anciano, como el que no podía caminar a quien lo echamos a una camilla y dijimos a la policía iraquí que se lo llevara. Me siento culpable cada vez que veo a una madre con sus hijos, como la que lloraba histéricamente y gritaba que éramos peores que Sadam cuando la expulsamos de su hogar. Me siento culpable cada vez que veo a una muchacha joven, como la que agarré del brazo y arrastré a la calle.
Nos dijeron que combatíamos a terroristas; el verdadero terrorista era yo, y el verdadero terrorismo es esa ocupación. El racismo dentro de las fuerzas armadas ha sido desde hace tiempo un instrumento importante para justificar la destrucción y ocupación de otro país. Sin el racismo, los soldados se darían cuenta de que tienen más en común con el pueblo iraquí que con los multimillonarios que nos mandan a la guerra.
Arrojé a familias a la calle en Iraq, sólo para volver a casa y encontrar a familias arrojadas a la calle en este país, en esta trágica crisis de ejecuciones hipotecarias. Nuestros enemigos no están a 8.000 kilómetros, están aquí mismo, en casa, y si nos organizamos y luchamos, podemos detener esa guerra, podemos detener a este gobierno, y crear un mundo mejor.
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Aaron Glantz es autor de dos libros a ser publicados próximamente sobre Iraq: “The War Comes Home: Washington's Battle Against America's Veterans” (UC Press) y “Winter Soldier: Iraq and Afghanistan” (Haymarket). Edita el sitio en la Red; WarComesHome.org.
© 2008 Haymarket Books All rights reserved.
http://www.informationclearinghouse.info/article21055.htm


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